—Arlan, el Príncipe Heredero de Griven, se quedó allí en total incredulidad ante la vista de Oriana. No fue solo su presencia la que lo dejó atónito, sino la realización de que ella se había referido afectuosamente al anciano como 'Abuelo' lo que paralizó su cuerpo en su lugar, dejándolo en blanco. La mano que había estado agarrando su espada manchada de sangre se volvió fláccida.
Mientras tanto, Oriana, igualmente asombrada, no se permitió un momento para pensar. Se apresuró hacia su abuelo herido, quien había caído al suelo después del violento ataque del agresor.
Arrodillándose a su lado, las lágrimas se acumulaban en los ojos de Oriana mientras presionaba sus temblorosas manos desnudas contra la herida sangrante en su estómago. —A-Abuelo, no te asustes —lo tranquilizó temblorosamente—. Me encargaré de ti.
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