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capitulo 3

Narrador.

Despertaron al sentir unos golpecitos en la cara. Abrieron los ojos lentamente y notaron al albino en medio de la cama de dos plazas. Al principio parecieron no entender nada, pero poco después les llegaron los recuerdos de la noche anterior.

El chico se encontraba alli por qué no se podía alejar de ellos, para que su aroma los acompañará y sus lobos no se liberarán a la fuerza.

- es hora de levantarse- dijo simple, casi en un tono seco, pero mantenía una pequeña sonrisa tierna en su cara.

A los dos alfas, en silencio se levantaron de la cama, dejando que el albino hiciera lo mismo. Este último tomo su mochila, que estaba al lado de la cama y camino al baño para cambiarse, además de hacer sus necesidades. Cuando salió, peino su cabello con sus dedo lentamente, aprecianso el como los dos alfas se acomodaban la ropa que se pusieron mientras el no estaba.

-¿Algo en especial que quieran desayunar?- pregunto con una sonrisa, pues le hacía gracia la cara de confusión que habían puesto.

-¿Qué?- pregunto el castaño.

- ¿Que les gustaría desayunar?- dijo un poco más lento, riendo al final-. voy a estar en esta casa todo el invierno, me gustaría colaborar en algo, si no, sentiría que me estoy aprovechando de ustedes- dijo simple y directo.

- bueno, normalmente Ari se encarga de la comida, pero supongo que puedes encargarte por hoy del desayuno- dijo el azabache.

- me parece bien, tal vez después solo me encargue de ayudarla, no quisiera desplazarla de sus trabajos ni mucho menos- hablo el albino, saliendo del cuarto hacia la cocina, no sin antes dejar salir su aroma, bañandolos en sus feromonas para que no tuvieran que estar todo el tiempo cerca de el, por lo menos unos minutos.

Se quedaron en silencio un momento, pensando en la corta charla que habían tenido hace unos segundos.

- no se ve un mal Omega...- empezó el castaño.

- supongo que no, pero recuerda no tomarle mucho cariño. Te conozco bien, te dicen algo bonito y eres capaz de declarar amistad eterna solo por eso.

El oji-azul sonrió ante tal declaración y con un pequeño sonrojó beso al azabache.

- y así te gusta... ¿No?- pregunto coqueto.

- nunca dije lo contrario.- le dedicó una sonrisa.

El menor había llegado a la cocina, veía los ingredientes que había en el lugar. Agarro una pequeña carpeta en el lugar y noto que eran los ingredientes escritos, habían algunos tachados, indicando que se acabaron, y a la derecha de la hoja se veía una pequeña fecha.

- supongo que la próxima salida al supermercado- dijo en un susurro.

Un aroma a menta y chocolate amargo le llegó a su nariz, y sin voltear dijo.

- hola Axozer- dijo en un tono mas dulce del que hubiera querido. A su lobo le estaba afectando seriamente ese lazo que había echo con el peli-bicolor.

- hola~- saludo alegremente.

El más joven se acercó levemente, pero se detuvo de golpe.

- ¿Puedo darte un abrazo?- pregunto un poco apenado el de ojos negros.

El albino sonrió y asintio, recibiendo como respuesta unos brazos rodeándolo.

El menor no sabía por qué su lobo había formado ese lazo tan repentino con ese omega, pero lo único que quería ahora era sentir ese amor "maternal" que nunca recibió de su madre real.

El mayor correspondio el abrazo, acariciando suavemente el cabello del chico. Se separó después de unos momentos y le dictó una pequeña lista de ingredientes que queria que le alcanzará de unos estantes un poco altos. Este se los alcanzo y el menor empezó a cocinar.

- el desayuno siempre lo prepara Ari, no pensé que alguien más pudiera hacerlo... No es que sepamos mucho de cocina en esta casa- dijo un poco avergonzado.

- que tú quemes hasta el agua no significa que no haya gente que sepa cocinar- dijo una castaña entrando a la cocina.

Se puso al lado del albino y observo un poco lo que Hacia, sonriendo un poco apenada al ver lo rápido que hacía las cosas, cuando ella no podía hacer ni la mitad de todo eso a esa velocidad.

El de menor sintió la mirada de la mayor y le sonrió.

- si quieres puedo enseñarte un par de cosas, despues de todo estaré aquí por lo menos hasta que acabe el invierno.- le sonrió.

El de cabello bicolor borro un poco la sonrisa que se le había formado en la cara, pero volvió a sonreír al notar la mirada del mayor en el.

Todos se encontraban sentados en la mesa exepto la castaña y el albino, estos llegaron unos momentos despues con un par de platos en mano.

El Omega, con una pequeña sonrisa dejo un plato en frente del bicolor, al cual le regaló una pequeña caricia en el cabello por qué su lobo se lo exigía. Dejo los otros platos en frente de los dos alfas y se sentó al lado del alfa recesivo.

El lugar se encontraba un poco callado, pero cuando la primera charla surgió, se formó una pequeña atmósfera familiar. El albino sonrió con la mirada un poco mas oscura.

El recordaba algunos momentos que vivio con su familia, No tenía muchos bonitos o de calidez con ellos, pero igualmente los recordaba con cierta nostalgia... Menos a su padre... De el no quería recordar ni su segundo nombre.

El menor fue parte de algunas charlas en la mesa. Sus respuestas eran cortas, pero siempre les regalaba una sonrisa y un tono de voz dulce, causando cierta calidez en el corazón de los que estaban presentes.

- ¿Cómo se llamaba tu manada?- pregunto una beta de pelo rosa.

- Nia...- reprochó a su lado Deqiuv.

- se llamaba "las arañas demonios" en español, pero su nombre en realidad es "悪魔の蜘蛛".

Toda la sala quedó en silencio de inmediato... ¡Eso era aterradoramente reciente!. Algunas personas de su especie habían encontrado la aldea carbonizada de "las arañas demonio" hace relativamente poco, y con su descubrimiento, se revelo su historia.

Era escalofriante, se describieron en informe los múltiples cuerpos mutilados, torturados y degollados por toda la aldea. Las manadas cercanas dijeron que esa aldea estaba extremadamente loca. Habían esclavos, las familias vendían a los omegas para ser juguetes de cualquier alfa, Abuso de poder de la cabeza de la manada, que permitía y hacia actos horrorosos. Inclusive de hablo de un espectáculo que se hacía ciertos días festivos, que consistía en abrir el torso y estómago de un Omega frente a una gran multitud, permitiendo que se desangrara y gritara por horas y horas. Era una manada extremista, Machista en si, y que cometía las más atroces actividades macabras nunca antes vista.

-¿T-tu pertenencias a esa manada de psicópatas?- pregunto con un escalofrío Fargan.

El menor asintio.

- no siempre fue así ¿Sabes?- dijo tranquilamente-. Cuando era más joven, gente de otra manada vino a la nuestra, decían venir de ella, pero que solo se habian mudado hace mucho... se hicieron pasar por los nuestros para lograr tomar el control del territorio... Cuando lo lograron y uno de ellos tomo el control, llegaron más de ellos y empezaron una carnicería con los míos. Nos encerraron en pozos y degollaron a la mayoría de alfas. Ha los omegas nos tomaron y nos vendieron o tomaron entre ellos. Yo fui uno de ellos...- hablo con una sonrisa, como si todo eso le pareciera tonto-. Recuerdo... Que pase por varios alfas antes de que se incendiara la aldea por una razón que desconozco, tal vez un levantamiento o algo parecido. Lo único que pude hacer fue correr de ahí lo más rápido que pude.

Eso dejo un poco frios a los presentes, mirando con más detenimiento los brazos sobre la mesa del Omega. En estos de notaban marcas, cicatrizes horribles, inclusive en algunas zonas se notaban quemaduras, todo eso tapado por una leve capa de maquillaje, pero igualmente notables a las ahora atentas miradas de los demás.

- en estas circunstancias, la simpatía es inútil- hablo en un tono profundo, guardando sus brazos bajo la mesa.