Al ver las gafas de sol grandes y gruesas en el rostro de Aurora, la expresión de Atticus se tornó inmediatamente autocomplaciente.
Como si presintiera lo que estaba por venir, Aurora sostuvo la mirada de Atticus. —¡Cállate! —replicó ella.
Ver su reacción hizo aún más difícil para Atticus contener su risa. Se tapó la boca con la mano, intentando sofocar el sonido.
—¡Cállate! —repitió Aurora, su cara ahora teñida de rojo remolacha por la vergüenza. Incluso ella sabía lo estúpido que se veía con las gafas de sol.
Anastasia había estado emocionada cuando Aurora se unió a la familia. Atticus había sido gruñón desde la infancia. Siempre montaba un escándalo cada vez que Anastasia quería vestirlo.
De no ser por la insistencia de Anastasia, no habría podido vestirlo durante el día del evento.
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