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El Ocaso de Atticus: Reencarnado en un Patio de Juegos

``` Protagonista trabajador: sí, elenco secundario interesante: sí, construcción de mundo: sí, protagonista todopoderoso: sí, transmigración: sí. Atticus enfrentó el peor día de su vida: su corazón fue destrozado, y de repente fue asesinado en su hogar, solo para despertar en un reino mágico como el heredero de una de las familias más poderosas en el dominio humano. Movido por la determinación, juró volverse más fuerte y cobrar venganza contra quienquiera que lo matara y lo trajera a este mundo, no importa el coste. A/N 1. No hay harén. 2. El MC solo se preocupa por sí mismo y su familia. No le importa cruzar la línea si eso significa que puede mantenerse a sí mismo y a su familia a salvo. 3. Tiene una personalidad extremadamente vengativa. Independientemente de la razón o por lo que estés pasando, no le importa. Lo que importa es que lo heriste, y eso es todo lo que necesita. 4. No habrá 'ocultamiento de fuerza'. Será cauteloso con lo que muestra, pero no perderá si puede evitarlo. 5. El MC trabaja duro por su fuerza; no te dejes engañar por la etiqueta del sistema. 6. Por último, si tienes algún atisbo de gusto por esta novela, dame todo lo que tienes, jajaja. Es una broma, por favor, dame piedras de poder y deja reseñas. ¡Gracias! Discord: https://discord.gg/t7z25ZzKX3 ```

RealmWeaver · Fantasia
Classificações insuficientes
805 Chs

Renacimiento

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Reencarnación.

El concepto de reencarnación es una noción absurda, con algunos que creen fervientemente en ella mientras que otros la descartan por completo.

Atticus no creía en el renacimiento.

Pensaba que la muerte era el final.

Sin embargo, como si intentara reírse en su cara...

—Felicidades, es un niño. ¡Se parece exactamente a Avalón! —Atticus observó cómo una mujer hermosa lo envolvía suavemente en una manta blanda y se lo pasaba a una mujer sentada débilmente en una lujosa cama de hospital.

La mujer poseía una belleza cautivadora que atraía todas las miradas hacia ella. Su cabello flotaba en ondas doradas, enmarcando un rostro que irradiaba calidez y gracia.

Sus ojos cerúleos brillaban con profundidad, insinuando historias no contadas.

Con rasgos delicados y una sonrisa encantadora, desprendía una elegancia sin esfuerzo que cautivaba a todos los que la veían.

—No está llorando. ¿Por qué, Xiomara? —la voz de Anastasia estaba teñida de preocupación mientras se inclinaba más cerca, frunciendo el ceño con inquietud.

Sus instintos maternales estaban en máxima alerta, y no podía evitar preguntarse por qué su pequeño estaba inusualmente tranquilo. —¿Hay algo mal? —murmuró suavemente, su mirada fija en su bebé.

Xiomara, la doctora, encontró la mirada de Anastasia con una expresión reflexiva. —Hay casos en los que los infantes quizás no lloren inmediatamente después del nacimiento —explicó gentilmente, su comportamiento profesional ayudando a tranquilizar a Anastasia.

—Por favor, sigue descansando un par de días y si notas algún cambio inusual o te preocupa algo, no dudes en informarme —. La propia curiosidad de Xiomara estaba despertada por el raro suceso; a pesar de su conocimiento médico, encontrarse con tal situación de primera mano aún lograba ser una anomalía.

—¿Estás segura? —preguntó Anastasia, mirando a su pequeño sol con genuino afecto, todavía no convencida.

Xiomara mantenía su actitud compuesta, ofreciendo otra vez un asentimiento reconfortante. —Realmente creo que estará bien —reiteró, su tono calmado y tranquilizador.

Finalmente, Anastasia cedió, aunque con un rastro persistente de preocupación. —Está bien. Gracias por tu ayuda, Xio —dijo agradecida, sin apartar los ojos del bulto en sus brazos.

—Cuando quieras, Anna —respondió Xiomara con una sonrisa afectuosa, su propia preocupación oculta tras su profesionalismo.

Se giró para dejar la habitación, sus pasos suaves y decididos. —Voy a informar a los demás que todo está bien. Deben estar bastante preocupados —añadió, su sonrisa ampliándose.

Pasaron unos minutos y el corazón de Anastasia se calentó al observar la entrada de dos mujeres y un hombre en la habitación, sus sonrisas irradiando calidez y cuidado.

Zelda, con su radiante presencia, miró hacia abajo a Anastasia y al recién nacido con una mezcla de preocupación y afecto. Sus cabellos dorados enmarcaban su rostro elegantemente, y sus ojos preocupados sostenían una mirada tranquilizadora. —Oh, bebé, ¿estás bien? —preguntó, su voz llena de preocupación maternal.

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Anastasia logró una sonrisa cansada pero contenta. —Estoy bien, mamá —aseguró, su voz suave pero sincera—. Dar a luz la había dejado exhausta pero eufórica.

Ethan, resplandeciente de orgullo, intervino juguetón —¡Jajaja, es tan guapo como yo! Su sonrisa era contagiosa, y su distinguida presencia era evidente en cada palabra y gesto.

Su cabello, de un tono negro sazonado, contenía una vida de experiencias y sabiduría. Levantando suavemente a su nieto, hacía caras tontas en un esfuerzo decidido por sacarle una risa al infante.

La mirada de Anastasia se desplazó hacia Freya, su suegra, quien mostraba una expresión más sombría. —Él no está aquí, ¿verdad? —la voz de Anastasia contenía un dejo de tristeza al preguntar.

—Lo siento, cariño —respondió Freya, su tono simpático mientras negaba con la cabeza—. Su aura irradiaba un poder y una fuerza innegables, y su cabello azul fluído simbolizaba la sabiduría que viene con la edad.

El corazón de Anastasia se hundió, su preocupación por la seguridad de su esposo evidente en sus ojos. La ausencia pesaba mucho en su mente.

—Estoy segura de que volverá una vez que se entere de que has dado a luz a un hijo —el intento de Zelda de levantar el ánimo de Anastasia fue recibido con una respuesta apagada.

—Hm —respondió Anastasia suavemente, sus pensamientos todavía nublados con preocupación.

Ethan cambió la conversación a un tema más alegre. —Entonces, ¿cómo han decidido llamar a nuestro nieto? —preguntó, esperando traer una sonrisa a su rostro.

Los ojos de Anastasia se iluminaron de alegría mientras aprovechaba la oportunidad de compartir su decisión. —Quiero que su nombre sea... Se detuvo, su mente corriendo para encontrar el nombre perfecto. De repente, un nombre vino a su mente,

—Atticus. Su nombre será Atticus Ravenstein.

—¡Atticus, qué nombre tan hermoso! Le queda perfecto —exclamó Zelda, su voz llena de admiración.

Anastasia estuvo de acuerdo de todo corazón, su sonrisa radiante mientras se deleitaba en encontrar el nombre ideal para su hijo.

No pasó mucho tiempo antes de que Xiomara entrara al cuarto, llevando una botella de líquido azul profundo. —Bueno, creo que es mejor que la dejen descansar. Dar a luz claramente la ha agotado —sugirió delicadamente, su pericia aparente.

—Aquí, bebe esto y descansa un poco, Anna —las palabras de Xiomara venían acompañadas de una sonrisa reconfortante—. Creo que 'Atticus' es un gran nombre —añadió cálidamente.

—Gracias. Estoy un poco cansada —respondió Anastasia agradecida, aceptando la botella y bebiendo su contenido. A medida que su cansancio comenzaba a disiparse, confió a su recién nacido hijo al cuidado delicado de Zelda.

Zelda arrullaba a Atticus con ternura, colocándolo en una cuna meticulosamente elaborada adornada con tallados ornamentales y un dosel regio.

Al salir del cuarto, los buenos deseos y esperanzas de una pronta recuperación para Anastasia resonaban tras ellos.

Mientras tanto, el joven Atticus se encontraba luchando con un torbellino existencial. «¿Qué diablos está pasando?», se preguntaba, desconcertado por los acontecimientos que se desarrollaban y el peso de su nueva existencia.

***

A\N: Hola. Este es mi primer intento de escribir y necesito reseñas para crecer. ¡Por favor, dejen algunas!

Y también añadan a su biblioteca si les gusta este libro. Gracias.