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El Ocaso de Atticus: Reencarnado en un Patio de Juegos

``` Protagonista trabajador: sí, elenco secundario interesante: sí, construcción de mundo: sí, protagonista todopoderoso: sí, transmigración: sí. Atticus enfrentó el peor día de su vida: su corazón fue destrozado, y de repente fue asesinado en su hogar, solo para despertar en un reino mágico como el heredero de una de las familias más poderosas en el dominio humano. Movido por la determinación, juró volverse más fuerte y cobrar venganza contra quienquiera que lo matara y lo trajera a este mundo, no importa el coste. A/N 1. No hay harén. 2. El MC solo se preocupa por sí mismo y su familia. No le importa cruzar la línea si eso significa que puede mantenerse a sí mismo y a su familia a salvo. 3. Tiene una personalidad extremadamente vengativa. Independientemente de la razón o por lo que estés pasando, no le importa. Lo que importa es que lo heriste, y eso es todo lo que necesita. 4. No habrá 'ocultamiento de fuerza'. Será cauteloso con lo que muestra, pero no perderá si puede evitarlo. 5. El MC trabaja duro por su fuerza; no te dejes engañar por la etiqueta del sistema. 6. Por último, si tienes algún atisbo de gusto por esta novela, dame todo lo que tienes, jajaja. Es una broma, por favor, dame piedras de poder y deja reseñas. ¡Gracias! Discord: https://discord.gg/t7z25ZzKX3 ```

RealmWeaver · Fantasia
Classificações insuficientes
726 Chs

Magnus Ravenstein

Avalón avanzó con decisión hacia el centro de entrenamiento. Su mirada era inquebrantable mientras se acercaba a una puerta, la superficie metálica se abrió silenciosamente ante él. Dentro, sus ojos se posaron en una figura que meditaba en su centro.

Esta figura estaba sentada en posición de meditación, su postura exudaba una confianza sin esfuerzo. Su presencia parecía irradiar una energía sobrenatural, un aura que pulsaba con una resonancia que trascendía lo mundano.

Era como si el mismo aire a su alrededor zumbase con una carga eléctrica, una fuerza palpable que lo diferenciaba de lo ordinario. Hombros anchos y una estructura muscular exudaban un aura de poder bruto, comandando atención y respeto. Con una línea de la mandíbula cincelada y ojos gris acero penetrantes, su mirada sostenía una intensidad inquebrantable que podía enviar escalofríos por la espina dorsal incluso de los adversarios más audaces.

Una cicatriz, ganada en una batalla del pasado, cruzaba su mejilla, una insignia de honor que sumaba a su aspecto rudo y curtido en batallas. Este hombre era Magnus Ravenstein, el Paragón de los Ravenstein. ¡Un baluarte de la humanidad!

Con una determinación tranquila, Avalón cerró la distancia, sus pasos resonando suavemente contra las paredes de la cámara. Al acercarse, saludó al hombre con una reverencia respetuosa.

—Padre.

Los ojos de Magnus, aunque todavía cerrados, parecían reconocer la presencia de Avalón. Su respuesta estaba teñida con un matiz de advertencia.

—Espero que tengas algo bueno para interrumpirme, Avalón —dijo Magnus.

La expresión de Avalón se volvió más sombría, su mandíbula se tensó mientras se armaba de valor para el peso de las palabras que estaba a punto de pronunciar.

—Ariel fue asesinado —dijo Avalón.

Los ojos de Magnus se abrieron de golpe, su mirada aguda y penetrante.

—Repite lo que acabas de decir —exigió Magnus, su tono frío e inflexible.

El corazón de Avalón latía aceleradamente mientras repetía la devastadora noticia.

—Ariel murió —dijo Avalón.

En un instante, el aire pareció fracturarse a su alrededor, una ráfaga de movimiento y sonido que era casi imperceptible. Un golpe supersónico aterrizó con una fuerza aplastante, golpeando a Avalón con un impacto que lo dejó tambaleante. El poder detrás del golpe era incomprensible, un testimonio de la profundidad del poder de Magnus.

El cuerpo de Avalón fue lanzado por el aire, estrellándose contra la pared. Las runas grabadas en las paredes simplemente parpadearon, sus diseños intrincados momentáneamente perturbados por la onda de choque. La habitación fue creada para resistir a los Paragones, la fuerza del puñetazo no fue suficiente para dañarla.

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Avalón yacía contra la pared, su respiración trabajosa, el dolor quemándole el cuerpo. Sus ojos se agrandaron, su mente luchando por comprender la rapidez y el poder puro del golpe. Había enfrentado batallas como una persona de rango de Gran Maestro, un poder ganado a través de sangre y sudor, pero ante su padre, se sentía como un novato.

Magnus permaneció inmóvil, aún sentado en una posición de meditación. Su presencia misma irradiaba un aura de dominio, una encarnación del poder que un Paragón empuñaba. Avalón, un demonio temido en el campo de batalla, yacía humillado por un solo golpe, tal era el poder de un Paragón.

Moverse del rango gran maestro a Paragón es un salto monumental en el ámbito del poder, una transformación que desafía los límites mismos del potencial humano. Es una metamorfosis que otorga a un individuo acceso a una fuente de fuerza sin precedentes, impulsándolos hacia los estratos de lo extraordinario.

A este rango, el aumento de mana y estadísticas es nada menos que impresionante. Es como si las compuertas de un embalse sin explotar hubieran sido abiertas, liberando un torrente de energía que fluye a través del núcleo mismo del ser de uno. Este aumento de poder es incomparable, con niveles de mana que se disparan a una magnitud asombrosa, enanizando lo que una vez se consideró excepcional.

Pero el cambio no es únicamente cuantitativo. La transición de rango de Gran Maestro a rango de Paragón implica también una transformación cualitativa. Para alcanzar el rango gran maestro, uno debe dominar el arte intrincado de formar un dominio, una esfera de influencia que abarca su poder y doblega el tejido mismo de la realidad. Es una hazaña que requiere un profundo entendimiento de las habilidades propias y el mundo que los rodea.

Sin embargo, para convertirse en un Paragón, uno debe ir más allá de la mera establecimiento de un dominio. Deben encarnar su poder de una forma que va más allá del dominio, convirtiéndose en un recipiente viviente de sus capacidades. Cada faceta de su ser, cada pensamiento, cada acción, está impregnada con la esencia de su poder. Es una fusión de uno mismo y habilidad, una convergencia armónica que trasciende la mera técnica.

La diferencia entre rango de Gran Maestro y Paragón era demasiado grande. Por eso no fue una sorpresa ver a Avalón perder sin ser capaz de poner resistencia.

Avalón se arrodilló ante Magnus, reconocimiento silencioso del peso de sus fracasos.

—¿Quieres decirme que ni siquiera pudiste proteger a la familia? —La voz de Magnus era un torrente hirviente de ira, cada palabra goteaba con decepción—. ¿Acaso me equivoqué al darte la posición de cabeza de familia? —Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, una acusación amarga que llegó al alma.

La frustración y el dolor de Avalón se reflejaban en su rostro, una mezcla de tristeza y determinación. Sus manos se cerraron en puños a sus costados, sus dientes apretados en una muestra de emoción pura. —Lo siento... lo siento —admitió, su voz impregnada de arrepentimiento.

Los ojos de Magnus se clavaron en él, un desafío silencioso que exigía respuestas. —¿Quién lo mató? —Su voz era un mando tronante, una exigencia de responsabilidad.

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—Todavía estamos buscando —respondió Avalón.

En un instante, el aura de Magnus se lanzó hacia adelante, una fuerza abrumadora que se estrelló contra Avalón con un impacto que aplasta huesos. La fuerza era tan inmensa que fue arrojado al suelo, su cuerpo inmovilizado por el peso del poder de Magnus. Jadeó por aire, la presión del aura casi sofocante.

Después de unos segundos agonizantes, la presión se alivió y Avalón luchó por incorporarse. Su corazón latía fuerte en su pecho, su cuerpo adolorido por el ataque.

La voz de Avalón cortó el silencio posterior, sus palabras llevaban un filo renovado.

—Pero sospechamos de la Orden de Obsidiana —continuó, con sangre brotando de su boca.

—Creo que es hora de que reaparezca —declaró Magnus, su tono impregnado de ira—. Parece que la gente ya no teme a los Ravenstein.

—Convoca una reunión familiar —exigió Magnus, su voz resuelta—. La asistencia es obligatoria.

En la familia Ravenstein, numerosas ramas familiares se entrelazaban para crear un todo complejo y armonioso. Cada rama desempeñaba un papel vital en el mantenimiento del legado de la familia, sus responsabilidades únicas contribuían a la formidable reputación que ostentaban los Ravenstein.

Había aquellos que se dedicaban al intrincado entramado de comercio y economía. Estos astutos Ravenstein navegaban las corrientes siempre cambiantes de los mercados y la economía, asegurando que los Ravenstein mantuviesen su prosperidad e influencia.

Con un ojo agudo para las oportunidades y un entendimiento de las dinámicas globales, forjaban conexiones que se extendían a través de diferentes sectores y aseguraban la estabilidad financiera de la familia. Manejaban el Consorcio Ravencrest, un hegemón en el dominio humano e informaban directamente a la familia principal.

En otro frente, guerreros de habilidad sin igual y disciplina perfeccionaban su arte dentro de la rama familiar dedicada al poder marcial. A través de un entrenamiento riguroso y una dedicación incesante, se transformaban en guardianes formidables, protegiendo los intereses de la familia con una lealtad inquebrantable.

Estos guerreros eran la encarnación de la fuerza de la familia, personificando el legado de siglos de tradición marcial. Se les conoce como Vanguardia Raven y también informan directamente a la familia principal.

En las sombras, una rama familiar centrada en la inteligencia y la manipulación de información trabajaba incansablemente para reunir secretos, descifrar mensajes crípticos y descubrir verdades ocultas.

Su experiencia en espionaje e intriga permitía a los Ravenstein utilizar la información como un arma potente, asegurando que siempre estuviesen por delante de sus rivales y adversarios. Se les conoce como Nexo Silente y solo informan al jefe de la familia.

Aunque existían otras ramas, estas familias se erigían como la fuerza principal dentro del linaje Ravenstein. A través de sus esfuerzos unidos, los Ravenstein mantenían su estimado legado, una fuerza de influencia sin igual y fuerza reverenciada.

—Sí, padre —respondió Avalón, luego se levantó y salió de la habitación, cojeando.

Después de presenciar la salida de Avalón, la mirada de Magnus se desvió al suelo, sus ojos se cerraron en un momento de reflexión solemne. Un atisbo de tristeza arrugó sus rasgos, grabando líneas de pena en su rostro.

Un suspiro pesado escapó de sus labios, su aliento mezclándose con la atmósfera de melancolía que lo rodeaba. Con un sentido de empatía, reconoció la profundidad de la carga de Avalón. —No fue tu culpa, Avalón —murmuró, sus palabras entrelazadas con un tranquilo consuelo—. No le fallaste.

—Yo sí.

Un torrente de determinación recorrió las venas de Magnus, una resolución feroz para buscar justicia y vengar al caído. En un instante, su aura se encendió, una energía etérea que irradiaba poder y autoridad. La misma habitación parecía temblar en respuesta, el aire mismo vibrando como si reconociera la fuerza que Magnus había desatado.

—La Orden de Obsidiana —pronunció, su voz impregnada de ira.

Las runas grabadas en las paredes titilaron, sus símbolos brillando con luz interna como si fueran motivados por la potente energía de Magnus.