Erion notó dos detalles críticos. Ninguno de la Orden Obsidiana tenían acceso a exo-trajes; los trajes eran vigilados de cerca por la alianza humana.
Esto reducía la lista de sospechosos, aunque aún era diminuta. Pero lo que verdaderamente sorprendió a Erion fue la inmensa fuerza que emanaba del intruso, a pesar de estar en rango de maestro.
Estaba absolutamente seguro de que no era falso; el linaje de Erion le otorgaba una aguda sensibilidad al mana, y podía sentir que el intruso era definitivamente de rango de maestro.
Una voz fría sonó.
—¿Quién eres?
La voz de Erion era calmada, pero la tensión en el área era innegable. Todo el salón se quedó en silencio, cada guerrero en alerta.
La figura no respondió, solo dando una mirada simple y despectiva alrededor de la habitación. Su mirada era fría e indiferente, enviando escalofríos por la espalda de muchos que la encontraban.
—Lucy —llamó Erion, mirando sutilmente a su miembro de la tripulación gótica.
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