La mirada de Luminoso se oscureció mientras leía la cláusula final, sintiéndose completamente humillado.
—¡Él es mi hijo! —rugió Luminoso, su voz llena de ira—. ¡No hay manera de que pueda aceptar esto!
La intención asesina de Magnus solo se intensificó, con relámpagos chispeando a su alrededor. El mismo aire parecía chisporrotear con energía eléctrica, como si el cielo mismo estuviera a punto de explotar.
—La sangre debe ser pagada con sangre —dijo Magnus fríamente, su voz baja y mortal—. Las acciones tienen consecuencias. Los Ravensteins murieron, y así los Stellaris deben morir.
Un silencio sofocante cayó sobre el área.
Los ojos de Zephyrion se estrecharon, y comenzó a hablar, pero Oberón negó con la cabeza sutilmente. Aún así, Zephyrion no pudo mantenerse en silencio. —Está destinado a ser el próximo paragón, ¿no es eso demasiado?
La mirada de Oberón fue firme. —Es mejor que perder al paragón actual. Sus nietos han mostrado promesa, habrá otro.
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