Mu Yuchen pudo detectar fácilmente la conmoción en los ojos de Gu Qiwu, pero obviamente tampoco se perdió el indicio de amargo desdén en su expresión.
Gu Qiwu colocó despreocupadamente sus lentes de sol sobre los periódicos a su lado, miró a Mu Yuchen y asintió sin negarlo. —Así es. Esa fue una de las propiedades en las que invirtió la Corporación Hui Gu, pero ahora el gobierno ya la retiró para construir una nueva área residencial y edificios de oficinas.
—Lo sé. Fui allí para verlo esta mañana. Mi tía solía tener un lugar en las residencias de Xiang She ¿Sabías eso? —Mu Yuchen continuó preguntando.
—¿Tu tía? ¿Mu Zi? —Gu Qiwu se rio entre dientes con una actitud tibia mientras se recostaba contra la silla con una sonrisa irónica en su rostro— ¿Conocerías a cada persona a la que le vendiste un producto?
—En el mismo sentido, ¿crees que lo sabría?
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