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El Hijo de Dios

¿Qué pasa cuando uno muere? Es una pregunta qué ha estado en mente de todos desde el inicio de los tiempos, pero la verdadera pregunta es: si lo supieras ¿Guardarías el secreto? ¿Lealtad y honor? ¿Amor a la patria? Hay muchas razones para pelear en una guerra, pero son pocas las verdaderas para entregar la vida. Esta es la historia del joven Gustavo Montes, un soldado del ejército Mexicano, que por querer tener una vida digna, para él y su familia, murió asesinado en batalla. Pero por fortuna o desgracia, viajó a otro mundo, uno lleno de criaturas misteriosas, magia y aventura. ¿Qué le deparará el destino?

JFL · Fantasia
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261 Chs

Combate brutal

  La silueta levantó su bastón y, con un movimiento lento e imponente, golpeó la dura tierra de la superficie, al instante, una enorme sombra comenzó a emerger de su cuerpo, una muy similar a la que había enfrentado el grupo de aventureros días antes.

  --Que no nos interrumpan. --Ordenó en un tono bajo.

La sombra desapareció y, a una velocidad impresionante, se trasladó al lugar donde se encontraba el grupo de cinco, dejando salir una fuerte opresión de su cuerpo. Gustavo miró por un corto momento a la sombra que se encontraba detrás suyo, pero al confiar en la fuerza de sus compañeros de viaje, optó por concentrarse en su enemigo.

  --Hace mucho que Ellos se fueron, pero tú serás mi ofrenda para su regreso. --Dijo la silueta.

Su mano negra como la noche sujetó el espacio, creando en un parpadeo una larga lanza hecha puramente del elemento rayo, al segundo siguiente disparó el proyectil.

Gustavo, quién estaba completamente inmerso en la batalla, esquivó con rapidez el ataque y, se plantó en el suelo con una actitud despreocupada.

  --Sí de verdad deseas matarme, será mejor que me muestres tu verdadera fuerza. --Dijo con un tono alto, con un ligero toque de arrogancia y autoridad.

La silueta comenzó a reír de manera alegre, parecía que estaba complacida con la personalidad de su oponente.

Golpeó nuevamente con su bastón la dura tierra, solo que ahora el sonido fue inmediatamente callado por una serie de pinchos, los cuales comenzaron a salir de debajo de los pies de Gustavo. El joven, quién había notado la fluctuación mágica debajo de su cuerpo, evadió con facilidad, lanzándose hacia el frente, sin embargo, parecía que la silueta había intuido que eso sucedería, pues justo en el momento en que se plantó en el suelo, una larga estaca de tierra endurecida creció e intentó empalarlo, Gustavo bloqueó el repentino ataque con la hoja de su sable, salvándose de perder una extremidad, o en los casos más extremos, la vida. Sin demorarse un solo instante, la silueta levantó uno de sus brazos, creando así un torbellino de cuchillas ilusorias, las cuales rodearon con rapidez el cuerpo del joven.

  --Dame tu sangre. --Gritó la silueta.

Se colocó en posición defensiva, portó su sable con una mano y respiró profundo, sabía que el próximo ataque era imposible de evadir, ya que todos sus flancos estaban bloqueados. Sus ojos inspeccionaron sus alrededores con una precisión inhumana, que hacía que pareciera que el tiempo pasara más lento. La primera cuchilla atacó a una velocidad impresionante, con la mera intención de rebanar del cuello su cabeza, Gustavo, quién estaba consciente de lo que pasaba a sus alrededores, bloqueó con habilidad el ataque. Cinco más se acercaron, atacando cada uno por ángulos distintos. Levantó rápidamente su sable, bloqueando el primero, luego dio la vuelta y bloqueó el segundo, movió su cabeza, evadiendo el tercero y, con un movimiento rápido y certero, destruyó los últimos dos. La silueta, quién observaba desde lejos sonrió con malicia, una expresión que por supuesto no se pudo apreciar por la capucha que cubría parte de su rostro. El extraño enemigo apretó su puño, provocando que el torbellino de cuchillas ilusorias se volviera más frenético e impredecible.

Gustavo comenzó a reír, enloquecido y sediento de sangre, reunió toda la fuerza en sus piernas, apareciendo y desapareciendo para evadir cada una de las cuchillas. La silueta se impacientó, haciendo desaparecer con un movimiento suave de su mano el poderoso ataque.

  --¿Te rindes tan fácil? --Quitó los cabellos de su ojo derecho, mostrando una expresión fría.

  --Esto solo es el principio.

Rasgó el aire con su mano desocupada. Gustavo escuchó el palpitar de su corazón, observando todo a una velocidad reducida, un segundo después, tres enormes cuchillas negras se acercaron a su pecho, respiró profundo, alejándose antes de ser dañado. Rugió como lo haría un animal, disponiéndose a cambiar su táctica de combate, optando por la ofensiva, sin embargo, la silueta había predicho su siguiente movimiento, activando uno de sus hechizos que había convocado con anterioridad. Una poderosa masa intangible de energía maligna cayó sobre su espalda, forzándolo a besar el suelo y jadear al perder el aliento. Se levantó una vez más, lamiendo la sangre de su labio inferior.

En la lejanía, los aventureros se esforzaban por dañar a la enorme sombra, siendo atacados con energía maligna y suprimidos con imponente presencia.

  --Esta cosa es más fuerte que la última vez --Dijo Ley con el ceño fruncido, mientras se levantaba del suelo con el polvo tocando sus mejillas--. ¿Por qué no nos dijiste que ese maldito podía pelear, Spyan? --No sabía si estaba furiosa por haber sido engañada, o por sentir que era más débil que el joven de mirada simple.

  --Yo tampoco sabía que fuera tan poderoso --Respondió, jadeando por el ligero cansancio--, pero ahora no es el momento de hablar de ello, tenemos algo más importante que atender. --Señaló con sus ojos a la enorme sombra.

Gustavo se quitó el cabello de su ojo izquierdo, mirando con frialdad a su enemigo, quién estaba sorprendido de que pudiera salir ileso de semejante ataque. Acomodó la tela de su brazo derecho y desapareció, apareciendo segundos después frente a la silueta de túnica y, con un movimiento rápido y devastador, intentó cortar en dos a su oponente. La silueta, al notar el ataque que se aproximaba, levantó con rapidez su bastón, bloqueando con dificultad el poderoso corte. El impacto fue tal, que provocó una ligera onda expansiva, muy similar a la que provoca una explosión. Gustavo se plantó en el suelo y, con la velocidad de un rayo, ejecutó su especialidad, sus doce estocadas consecutivas. La ejecución fue perfecta, lamentablemente su oponente no era alguien débil y, al notar que se aproximaba la primera estocada, desapareció, como el polvo en el viento.

  --Te subestime. --Dijo la silueta, apareciendo detrás del joven con una enorme bola de fuego flotando en su mano izquierda.

Gustavo volteó con rapidez al sentir la presencia de su oponente, sin embargo, el ataque de la silueta fue más rápido, golpeando parte de su brazo izquierdo y pecho y, con una bestialidad que pocas veces se ha visto, lanzó su cuerpo a besar el suelo, arrastrándose y dando vueltas en línea recta por unos cuantos metros, deteniéndose a los pocos segundos de perder impulso.

Se levantó al instante, con una mirada similar a la de un lobo furioso, derramando de su boca una cuantas gotas de saliva, la sangre manchó su cabello, siendo el líquido adecuado para que el polvo se pegara. Su brazo hervía, con quemaduras superiores al segundo grando. Su armadura estaba casi destrozada, pero su espíritu y voluntad estaban más firmes e inquebrantables que nunca.

  --Sí esto es todo lo que tienes, tu muerte es inevitable. --Dijo el joven con una sonrisa fría.