Dora parpadeó —oh, uh... eso es genial— se rascó la cabeza nerviosamente.
Sus ojos ahora buscaban —hm, deberías coincidir con su descripción si fueras tú —él se levantó y fue a pararse a su lado.
Su corazón dio un vuelco —¿Eh?
—Mírame —él dijo.
Ella negó con la cabeza —¿por qué?
—Para que pueda notar el color de tus ojos, madre mencionó el color de tus ojos.
Su corazón latía rápido, ¿qué estaba tratando de probar?
—Mírame por favor —él suspiró.
Ella lentamente levantó la cabeza para mirarlo. Sus ojos se encontraron, él podía sentir esos agudos ojos grises, con una mezcla de marrón atravesar su alma.
Él jadeó —¡Tienes sus ojos!
Dora frunció el ceño —no los tengo, el hecho de que comparta el mismo nombre con ella no me hará tu hermana de la noche a la mañana —miró hacia otro lado.
Oberón sonrió —eso no es lo que quiero decir, tienes sus ojos, quiero decir, madre describió tus rasgos, que podrían coincidir con los de otras mujeres lobas, pero tus ojos no.
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