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El Encanto de la Noche

``` —El cuerpo de una sirena es una caja de tesoros. Sus lágrimas formaron las perlas más espléndidas, su exquisita sangre un estimulante eufórico para los vampiros, su lujoso cabello tejido en la más fina de las sedas, y su tierna carne buscada por los hombres lobo más que el ambrosía del Cielo. Las criaturas de la noche se mezclaban dentro de la sociedad humana, vestidos con la lana de la aristocracia, velados en su inocencia y nobleza retratadas, su salvajismo continuaba depredando a los débiles e indefensos. Genevieve Barlow, Eve para abreviar, era una joven excepcionalmente extraña. Poseía una naturaleza seductora y cautivadora, donde apenas había cambiado de apariencia desde su decimoctavo cumpleaños a sus veinticuatro años. Había engañado a la administración y había obtenido un título para poder tener una vida mejor. Más extraño aún era que Eve tenía un secreto que no compartía con nadie. Entra en la casa de Moriarty, no solo para ganar dinero sino también para encontrar respuestas sobre lo que le sucedió a su madre hace casi dos décadas. Lamentablemente, las cosas no siempre salen como uno planea. A pesar de su naturaleza cautelosa y su deseo de permanecer inadvertida, una pareja de ojos fríos cae sobre ella, que pronto se niega a dejarla fuera de su vista. ```

ash_knight17 · Fantasia
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546 Chs

Una mujer de Moriarty

Dos horas más pasaron antes de que la Señora Aubrey despertara y Eve se sentó con ella. La mujer mayor se negaba a aceptar que necesitaba descanso y decía a todos que se encontraba bien, y decidió sentarse en las escaleras delanteras de la casa. Eugenio y Rosetta estaban en la cocina, preparando la cena junto con Vincent, quien por primera vez y quizás la primera vez, decidió ayudar en la cocina.

—Estaré bien, Eve —aseguró la Señora Aubrey, quien observó a Eve con una expresión seria en el rostro.

Eve sonrió a la Señora Aubrey y dijo:

—Estarás bien, tía. No dejaremos que te pase nada —Luego le preguntó:

— ¿Te duele el estómago?

Fue porque notó que la mano de la mujer mayor se movía hacia su estómago.

—Apenas lo sentí —respondió la Señora Aubrey, y agarró la mano de Eve con ambas manos encapsulándola—. Mi querida hija Eve. ¿Cuándo creciste tanto?

No era una pregunta para Eve ya que la mujer mayor expresaba asombro en su voz como si estuviera orgullosa.

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