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El Encanto de la Noche

``` —El cuerpo de una sirena es una caja de tesoros. Sus lágrimas formaron las perlas más espléndidas, su exquisita sangre un estimulante eufórico para los vampiros, su lujoso cabello tejido en la más fina de las sedas, y su tierna carne buscada por los hombres lobo más que el ambrosía del Cielo. Las criaturas de la noche se mezclaban dentro de la sociedad humana, vestidos con la lana de la aristocracia, velados en su inocencia y nobleza retratadas, su salvajismo continuaba depredando a los débiles e indefensos. Genevieve Barlow, Eve para abreviar, era una joven excepcionalmente extraña. Poseía una naturaleza seductora y cautivadora, donde apenas había cambiado de apariencia desde su decimoctavo cumpleaños a sus veinticuatro años. Había engañado a la administración y había obtenido un título para poder tener una vida mejor. Más extraño aún era que Eve tenía un secreto que no compartía con nadie. Entra en la casa de Moriarty, no solo para ganar dinero sino también para encontrar respuestas sobre lo que le sucedió a su madre hace casi dos décadas. Lamentablemente, las cosas no siempre salen como uno planea. A pesar de su naturaleza cautelosa y su deseo de permanecer inadvertida, una pareja de ojos fríos cae sobre ella, que pronto se niega a dejarla fuera de su vista. ```

ash_knight17 · Fantasia
Classificações insuficientes
546 Chs

Sabia decisión del pasado

Marceline seguía mirando por la ventana cada cinco minutos. No había ni un atisbo de los rayos del sol, y la nieve seguía cayendo del cielo, pintando todo el pueblo de blanco junto con los árboles. Algunos trabajadores del pueblo limpiaban la nieve de las calles para que la gente pudiera caminar, mientras que algo de nieve en los caminos se apartaba para hacer espacio para los carruajes en movimiento. 

—Debería ir a ver a la bruja —murmuró Marceline, dándose cuenta del error que había cometido al instruir a la bruja para que maldeciese a la persona y la condición bajo la cual la maldición tendría efecto. 

Tomando su abrigo negro de piel, Marceline se lo puso sobre los hombros y se dirigió hacia la entrada de la mansión Moriarty. Ordenó al sirviente:

—Dile al cochero que traiga el carruaje. Voy a salir.

—Enseguida, mi señora —el sirviente hizo una reverencia y se fue del lugar. 

Capítulo Bloqueado

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