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El Encanto de la Noche

``` —El cuerpo de una sirena es una caja de tesoros. Sus lágrimas formaron las perlas más espléndidas, su exquisita sangre un estimulante eufórico para los vampiros, su lujoso cabello tejido en la más fina de las sedas, y su tierna carne buscada por los hombres lobo más que el ambrosía del Cielo. Las criaturas de la noche se mezclaban dentro de la sociedad humana, vestidos con la lana de la aristocracia, velados en su inocencia y nobleza retratadas, su salvajismo continuaba depredando a los débiles e indefensos. Genevieve Barlow, Eve para abreviar, era una joven excepcionalmente extraña. Poseía una naturaleza seductora y cautivadora, donde apenas había cambiado de apariencia desde su decimoctavo cumpleaños a sus veinticuatro años. Había engañado a la administración y había obtenido un título para poder tener una vida mejor. Más extraño aún era que Eve tenía un secreto que no compartía con nadie. Entra en la casa de Moriarty, no solo para ganar dinero sino también para encontrar respuestas sobre lo que le sucedió a su madre hace casi dos décadas. Lamentablemente, las cosas no siempre salen como uno planea. A pesar de su naturaleza cautelosa y su deseo de permanecer inadvertida, una pareja de ojos fríos cae sobre ella, que pronto se niega a dejarla fuera de su vista. ```

ash_knight17 · Fantasia
Classificações insuficientes
546 Chs

Regalos de la joven señorita

—Muy bien, señorita Allie —elogió Eva mientras miraba las respuestas que Allie había escrito en su libro—. Acertaste todas las respuestas.

Los ojos de Allie brillaron mientras su rostro se mantenía inexpresivo.

—Por hoy es suficiente. Continuaremos el resto mañana —dijo Eva a la niña, quien asintió en silencio.

Alguien llamó a la puerta de la habitación, y cuando se volvieron, vieron que era Marceline. Llevaba una sonrisa cortés y dijo:

—Espero no interrumpir.

Eva respondió con una sonrisa:

—Acabamos de terminar la clase. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? —Ella preguntó cortésmente a la mujer.

Marceline asintió y entró en la habitación, caminando hacia donde estaban ellas. Una criada seguía a Marceline por detrás con una bolsa en la mano. La niña pequeña se giró en su silla, mirando curiosamente las manos de la criada.

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