Eva sabía los peligros de asociarse con un vampiro, y aquí estaba, tratando con un vampiro de sangre pura que ya había probado su sangre. Pero nunca había conocido a alguien como él. Pero tampoco lo había hecho Vincent.
Había algo muy siniestro en la forma en que él no apartaba la vista de ella mientras levantaba su pie, quitándole el zapato que cayó con un suave tintineo.
—¿Sabías que la sangre de una persona sabe diferente en diferentes partes del cuerpo? Algunas más dulces que otras. —dijo Vincent.
—¿El cuello? —preguntó Eva, agarrando el borde del escritorio con sus manos mientras se le formaban escalofríos por todo el cuerpo.
—Segundo lugar —tarareó Vincent en respuesta.— Eva tenía curiosidad pero al mismo tiempo, temía preguntar cuál era el primer lugar que sabía mejor. Una pequeña sonrisa astuta apareció en sus labios, y dijo:
—Elige una, con vista o sin vista.
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