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El Encanto de la Noche

``` —El cuerpo de una sirena es una caja de tesoros. Sus lágrimas formaron las perlas más espléndidas, su exquisita sangre un estimulante eufórico para los vampiros, su lujoso cabello tejido en la más fina de las sedas, y su tierna carne buscada por los hombres lobo más que el ambrosía del Cielo. Las criaturas de la noche se mezclaban dentro de la sociedad humana, vestidos con la lana de la aristocracia, velados en su inocencia y nobleza retratadas, su salvajismo continuaba depredando a los débiles e indefensos. Genevieve Barlow, Eve para abreviar, era una joven excepcionalmente extraña. Poseía una naturaleza seductora y cautivadora, donde apenas había cambiado de apariencia desde su decimoctavo cumpleaños a sus veinticuatro años. Había engañado a la administración y había obtenido un título para poder tener una vida mejor. Más extraño aún era que Eve tenía un secreto que no compartía con nadie. Entra en la casa de Moriarty, no solo para ganar dinero sino también para encontrar respuestas sobre lo que le sucedió a su madre hace casi dos décadas. Lamentablemente, las cosas no siempre salen como uno planea. A pesar de su naturaleza cautelosa y su deseo de permanecer inadvertida, una pareja de ojos fríos cae sobre ella, que pronto se niega a dejarla fuera de su vista. ```

ash_knight17 · Fantasia
Classificações insuficientes
546 Chs

Epílogo (El Fin)

Recomendación Musical: Tentación de Orquídea Azul

—Marceline observó a sus abuelos alejarse de su celda mientras la dejaban sin palabras porque, en alguna parte de sus mentes retorcidas, se suponía que ella debía disfrutar de su tiempo aquí cuando, en verdad, despreciaba la Casa del Purgatorio.

Se aferró a las rejas de la puerta enrejada con fuerza hasta que sus nudillos se volvieron blancos y finalmente los soltó una vez que sus abuelos desaparecieron de la vista.

—Parece que nadie quiere que salgas, coja —comentó uno de los compañeros de celda al pasar por su habitación.

Marceline lanzó una mirada fulminante a la mujer, deseando arrancarle la cabeza. Pero recordó amargamente que no tenía colmillos y estaba en desventaja aquí. Ignorando a la mujer, se dirigió de vuelta a su cama. Enfadada, pateó el pie de la cama, pero eso solo hizo que su pierna de madera golpeara la superficie más dura de la madera y se rompiera.

—¡ARGH! —Marceline gruñó frustrada.

Capítulo Bloqueado

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