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El Encanto de la Noche

``` —El cuerpo de una sirena es una caja de tesoros. Sus lágrimas formaron las perlas más espléndidas, su exquisita sangre un estimulante eufórico para los vampiros, su lujoso cabello tejido en la más fina de las sedas, y su tierna carne buscada por los hombres lobo más que el ambrosía del Cielo. Las criaturas de la noche se mezclaban dentro de la sociedad humana, vestidos con la lana de la aristocracia, velados en su inocencia y nobleza retratadas, su salvajismo continuaba depredando a los débiles e indefensos. Genevieve Barlow, Eve para abreviar, era una joven excepcionalmente extraña. Poseía una naturaleza seductora y cautivadora, donde apenas había cambiado de apariencia desde su decimoctavo cumpleaños a sus veinticuatro años. Había engañado a la administración y había obtenido un título para poder tener una vida mejor. Más extraño aún era que Eve tenía un secreto que no compartía con nadie. Entra en la casa de Moriarty, no solo para ganar dinero sino también para encontrar respuestas sobre lo que le sucedió a su madre hace casi dos décadas. Lamentablemente, las cosas no siempre salen como uno planea. A pesar de su naturaleza cautelosa y su deseo de permanecer inadvertida, una pareja de ojos fríos cae sobre ella, que pronto se niega a dejarla fuera de su vista. ```

ash_knight17 · Fantasia
Classificações insuficientes
546 Chs

En la herrería

Caminaron a través del bosque. Miraron hacia atrás con la esperanza de ver si podían ver un carruaje llegando en la misma dirección, pero no había ningún carruaje a la vista. Afortunadamente, el sonido del campanario del pueblo cercano era lo suficientemente fuerte como para dirigirlos hacia él. 

Eve iba un paso adelante de Eugenio, una mano sosteniendo el frente de su vestido y la otra su paraguas. Pasaron entre dos postes con una linterna ardiendo, colgando cada una del clavo clavado en ellos. Pequeños insectos revoloteaban alrededor de la linterna, intentando acercarse a su llama. 

—¿Este es Brokengroves, no es así? —preguntó Eve al adentrarse en el pueblo casi desértico. 

La mayoría de las personas del pueblo parecían haber regresado a sus casas, y podían escuchar el sonido lejano de un herrero martillando hierro caliente. El campanario finalmente dejó de sonar, dejando un silencio en la atmósfera. 

Capítulo Bloqueado

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