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Capítulo 9 — Los sentimientos de Kádora y Arroy

Como ya se sabía, Kádora y Arroy partieron para la casa del primero para hablar sobre lo sucedió. Sin embargo, antes de hablar con normalidad sobre los sentimientos de Arroy, este empezó a derramar lágrimas mientras se sentaba en la orilla de la cama, muy triste y lleno de pánico.

—Sé que todo lo escrito en el libro del deseo se cumple, pero ¿por qué no puedo vivir?

—No entiendo lo que dices. Todos morimos, no hay persona que no deba experimentar la muerte en su vida. —Kádora puso su mano atrás de su espalda y entrecerró los ojos mientras veía a Arroy. —¿O acaso te refieres cuando él te mate?

—Sí, a eso me refiero. —Tragó saliva mientras miraba con miedo al libro. —Yo… —dejó caer una lágrima de sus ojos que rodó por su rostro. —no quiero morir.

—No conozco exactamente las circunstancias o razones por las cuales morirás, pero si deseas retirarte de la secta, puedes hacerlo y evitar morir… —Kádora se acercó a Arroy con una sonrisa de condolencias. —¿O acaso quieres seguir, sabiendo que morirás en ese día?

No temas, pequeño niño. —dejó que Arroy se recostara un poco en su pecho para que no siguiera en su pesar.

El libro del deseo es un tomo perfecto, guía del futuro perfecto de una persona para lograr un fin. Sin embargo, este tomó se desvío de un futuro perfecto individual y se convirtió en una guía para la secta de las estrellas, haciendo que si un deseo evita que se logre lo que ellos quieren, el libro lo rechaza por completo.

Sin embargo, para desgracia de Arroy, no tenía un deseo fijo para cumplir, pero aunque no tuviera un deseo que quisiera cumplir, él amó a la mujer que le salvó la vida hace mucho, la cual era la líder de la secta de las estrellas, mas no la volvió a ver.

Arroy al no tener un deseo fijo, lo único que le mostró el libro del deseo fue la forma de cumplir los deseos de la secta, algo que venía de forma predeterminada, pero tras conocer lo que se relataba en el libro, Arroy deseo vivir, pero el libro se lo negó, aludiendo a que su vida era algo malo para la secta. Esto marcó el corazón de Arroy, el cual pensó en varias ocasiones en el suicidio como una opción, pero el libro no le permitía porque en este estaba escrito que debía morir a causa de una espada de color dorado.

Al final, Arroy ya no tenía ninguna razón para vivir exceptuando cumplir su rol en la secta, que de no hacerlo es probable que fuera asesinado o que tuviera descendientes, para que así el próximo portador de la estrella drakons sufriera la muerte por la espada. Esta era la maldición que había caído sobre la estrella drakons sin razón alguna, la cual decía que el estelar drakons debía de morir en el año cuatrocientos, o sea que Arroy debía morir en el cuatrocientos para que su estrella fuese heredada por el portador de la espada.

—No me hubieras salvado. No hubiera aceptado tu salvación. Mi único destino es morir sin hacer nada relevante. Para empeorar mi asquerosa vida, sé el día en el cual moriré. —Miró hacia sus pies, decaído.

—Cállate, que si algún día mueres, yo me encargaré de traerte de regreso. Te reviviré para que nos reencontremos de nuevo, aunque me cueste mucho por los genes. —Kádora acarició la cabeza de Arroy con mucho cariño, aplastando el libro del deseo entre los dos. —Sabes, yo también he muerto y se siente muy mal. —Levantó su mirada.

—Sí, sé que has muerto, pero tú puedes volver. —Arroy no quiso llorar y logró evitar que una lágrima saliera de sus ojos. —Mientras que yo sé que moriré, sé el día y sé que no volveré como una persona normal. Simplemente moriré y dejaré este mundo.

—El día en que la organización de las estrellas perdió al Emperador, igualmente me sentí así, pero aunque sobreviví durante meses, eventualmente me cansé de ser asesinada. —Bajó su visión y miró el pelo de Arroy que estaba acariciando tiernamente y se detuvo. —Pero ahora ya no soy buscada de esa forma porque yo ya no existo en el mundo.

—¿Eh? ¿No existes? ¿No creo que eso sea posible? —Arroy se apartó un poco de Kádora por la extrañeza de sus palabras tan raras.

—No. Todo el mundo sabe que la secta tiene un líder, pero nadie sabe exactamente quien es esa líder, excepto los miembros de alto rango en la OREM, pero en cuanto yo soy vista, me recuerdan o empiezan a —Kádora también se separó de Arroy y tomó haciendo al lado de él. —saber de mi. —Kádora se dejó caer en los hombros de Arroy. —No sabes lo sola que he estado, por tres siglos he vivido sola.

Arroy dudó en si poner su mano en el hombro de Kádora, pero no dudó más y lo hizo, tocándola y no recibiendo ni una mala reacción por parte de ella. Arroy sintió que Kádora se relajó al sentir su mano sobre su hombro, como si fuera una especie de apoyo sentimental, pero también pasó lo mismo cuando lo abrazó.

—¿Cómo que has estado tanto tiempo sola?

—Debo hacer que la mínima cantidad de personas me conozca, eso me obliga a ser la "desconocida" y ocultarme en las sombras, pero —Recordó el momento en el cual quitó su sombrero cónico para hacer que Gré, Sofía y los de la secta la vieran. —decidí que no importa que los de la secta me vean, porque una de las prioridades de mi vida es ser lo que no pude hace trescientos años, ser feliz.

—¿Ser feliz? ¿Hace trescientos años? Uh… —Arroy asintió con la cabeza y puso su codo en la rodilla y la palma de su mano en su mejilla, pensando en como habrá sido la vida de Kádora.

—No es un tema del cual deba hablar, pero nadie de ese tiempo fue feliz. Aunque las guerras eran pausadas, los pecados evitaban las extinciones masivas, y las batallas sucedían una o dos por año, aún así fue —Levantó un poco su visión y se quitó las lágrimas de los ojos. —un tiempo donde las ratas eran fáciles de digerir. Fue un tiempo en donde a pesar de la poca cantidad de batallas, eran nefastas y morían miles. —Kádora puso su mano por detrás de Arroy y cayó en su entrepierna con el peso de una pluma. —Debo descansar de todas esas pesadillas de esos días, ¿no?

Arroy se rascó cerca de la oreja y miró hacia otro lado.

—Pues supongo que sí. Pero una pregunta: ¿qué te hizo querer decirme todo eso? —Comenzó a tocar delicadamente el cabello liso azul de Kádora.

—Desahogarme un poco contigo, ¿a eso te refieres? —Kádora permanecía de lado, pero al escuchar la pregunta de Arroy, se volteó viendo hacia arriba y le respondió con una sincera y hermosa sonrisa. —Realmente no lo sé.

—¿Cómo que no lo sabes?

—¿Tú sabes el porqué de habérteme declarado de esa forma tan insólita? —Kádora puso su mano en una de las mejillas de Arroy y frunció el ceño. —Que no se te olvide que soy un pecado, la violencia. Te lo dije en el camino; ¡contesta!

—La verdad es que —Volteó un poco su cabeza avergonzado por la pregunta que le recordaba el acto vergonzoso que hizo de la nada por amor. Pensó que en ese momento no sido él. —tampoco lo sé… —Arroy recibió una gran bofetada en la mejilla que Kádora estaba acariciando con mucho amor, pero contraria a las caricias, la bofetada era llena de ira y odio. —¿¡Eso por qué!?

—¡Dime por qué te enamoraste de mí, un simple pecado, una simple basura humana! —Kádora mostró con fiereza sus colmillos mientras sus ojos se hacían como un cristal. —¿Es tan difícil sostener esa mentira de estar enamorado de mí? —No creía en que pudiera ser amada, debido que siempre fue odiada, y su cuerpo y mente se negaban fuertemente a querer aceptar que alguien la quería y amaba. Supuso que lo de Arroy era una mentira e hizo que se enfureciera, pero lejos de ser una mentira, era una realidad que no aceptaba y derramó lágrimas por eso.

—¡Yo te amo porque me salvaste, Kádora! —Arroy tomó la cabeza de Kádora y la acercó a la suya, pero cuando le estaba a punto de hacerlo, se detuvo repentinamente y apartó su cabeza y la de Kádora, evitando lo que iba a suceder. —Perdóname por eso…

Kádora no quería un beso, pero tampoco le hubiera disgustado, y por eso dijo con una voz enojada y triste:

—Te perdono por ser un cobarde.

—Me dices cobarde de esa forma después de haberme abofeteado, ¡supuse que me ibas a matar antes de tiempo! —Achicó sus ojos de enojo y dejó ver su parte más airada. Sin embargo, se enojó más de lo que podía al ver como Kádora se burló con la mirada de su enojo.

—Perdóname, pero no parece que estés realmente enfurecido. —Puso su mano en su boca y dio un par de patadas al aire mientras se reía fuertemente, sin poder resistirse a la mueca que hacía al momento de reír. —¡No! —Rio sin parar de ver la cara de Arroy.

—¿¡No qué!? ¿¡¡De qué te ríes!!? —La cara de Arroy pasó de estar muy enojada a estar preocupada y pensó en que tenía algo en su rostro.

—Lo siento, pero ¡te ves muy chistoso sonrojado y enojado al mismo tiempo! —Kádora rio un poco más y luego se detuvo, tomando aire para no ahogarse.

—Tampoco es para tanto. No me humilles. —Arroy se intentó tapar la cara de forma disimulada, pero Kádora le quitó la mano antes que lo hiciera.

—Soy igual de cobarde que tú, pero sé que algún día me darás todo el amor que quise durante tres siglos. —De un solo impulso, Kádora se elevó rápidamente y abrazó a Arroy, y se aferró a él, haciendo que en el proceso su cara quedara en el hombro de Arroy.

—¿En serio crees eso? —Arroy tomó a Kádora por detrás y sostuvo su frágil y ligero cuerpo de niña, y puso su cabeza sobre ella. Posteriormente, Arroy se tiró para atrás, haciendo que Kádora quedara sobre él.

Kádora se levantó quedando sobre Arroy y observó a este, luego se sentó a su lado silenciosamente y le dijo:

—¿Te importaría quitar tu piojosa cabeza de mi hermosa almohada?

—Lamento decirle que la persona a la cual le ha enviado este mensaje se ha negado rotundamente a… —Arroy miró fijamente el puño de Kádora que se había formado sobre él y que estaba a punto de ir a su cara. —¡Perdón! —Arroy quitó su cabeza de la almohada rosa de Kádora, la cual parecía ser su favorita.

—No quiero que pienses que soy mala. No te pegaría a menos que sea necesario.

—¿Acaso la bofetada de hace unos segundos fue necesaria?

—Reitero y corrijo. No soy mala, pero no me provoques a darte tu merecido. —Entrecerró sus ojos y se acostó al lado de Arroy. —Sin embargo, si deseas que te consuele por los golpes, con gusto lo haré en la noche, pero lamento decirle que babeo mucho al dormir y es posible que de te una patada, así que queda en tus manos querer ser consolado con un abrazo.

—No me importa recibir un maltrato tan bajo en dolor por una recompensa así. —Arroy puso sus manos atrás de su cabeza y se acomodó muy bien mientras veía por la ventana como la noche estaba en su parte más oscura y esperó a que el sueño le cerrara los ojos. Sin embargo, antes que cerrara sus ojos, sintió unas suaves manos cubriendo su torso por arriba y por debajo, luego escuchó un par de ronquidos mientras Kádora daba palmaditas a Arroy, las cuales no eran fuertes ni conscientes, pero tenían la intención de una bofetada. —Uh… Esto es raro.

—Oye, no me gusta que hables mientras intento dormir.

Arroy se calmó e hizo caso a lo que Kádora dijo, pero se sobresaltó en el momento en el que se dio cuenta que Kádora estaba fingiendo estar dormida.

—¿¡Entonces esos golpes pequeños que fueron!?

—Fueron cariño y ya. ¿Odias que te den cariño? —Kádora se arrastró como gusano a Arroy y lo abrazó por la espalda, apoyando su cabeza en su espalda con una tierna sonrisa. —Parezco mala, ¿no? Lo cierto es que me gusta la sensación de sentir que hay alguien que me ama, por eso creo que me enamoré de ti en este poco momento, aunque ya te conocía desde hace mucho, y podría decir que te esperé desde hace mucho.

—Bueno, igualmente nos conocíamos desde hace mucho porque siempre fuiste la desconocida que se encariñó con todos los superiores. —Arroy se intentó dar vuelta, pero la mano de Kádora lo detuvo manteniéndolo con su gran fuerza en su lugar, lo que hizo que Arroy olvidara la idea de moverse, y en su lugar solo siguió sintiendo el cálido cuerpo de su líder. —Pero sí pareces muy mala, Kádorita.

—¿Qué has dicho? —Kádora mantuvo su sonrisa, pero apretó un poco a Arroy con sus manos. —¿Acaso dijiste "Kádorita"?

—Sí, ¿algún problema? ¿No te gustó?

—El problema lo tendrás tú cuando te rompa la boca.

Arroy se sintió entre la espada y la pared, y supo que su sentencia de muerte ya estaba establecida, pero también sabía que debía de hacer algo para evitar que la ira de Kádora saliera de ella.

—¿Le pegarás a la boca de quien te ama? ¿A la boca de quien creo un diminutivo de tu nombre por cariño? —Sonrió con malicia. —¿A la boca de quien casi besas hoy?

—Cállate con lo último, que solo sucedió porque eres un cobarde. —Kádora se volvió a aferrar fuertemente al cuerpo de Arroy, y esta vez lo que hizo fue, que como hablaban de beso, no tuvo reparos en darle un beso en el cuello para que se sintiera menos incómodo por la forma de actuar sí misma, la cual fue moldeada por su pecado, haciendo que aunque fuera buena, tuviera momentos de violencia extrema. —Perdona mi violencia, por favor…

—¿Perdonarte algo? Kádorita, tú me has dado una nueva razón para evitar matarme en cualquier momento. —Arroy sintió que podía hacerlo, que podía besar a Kádora, pero realmente era un cobarde en todos los sentidos al intentar mover sus músculos, pero sabía que en cuanto abriera la boca para hablar, también iba a tener que juntar sus labios para besar, pero con mucho temor, lo dijo: —Kádorita…

—De nada por ayudarte. —Abrazó el cuerpo de Arroy con mayor fuerza. —Dime.

—No aprietes tanto mi cuerpo, y… y… también quiero que me sueltes para darme la vuelta. —Arroy tragó saliva, pero en cuanto sintió que las manos de Kádora se quitaron de él, se giró instantáneamente.

—Vaya… —Sonrió con dulzura. —No sabías que eras así de rápido, pero sé que no te diste la vuelta por cualquier razón.

Sintió que había hecho algo muy malo y su cuerpo se encendió en una alarma que gritaba "¡Alerta!".

—¿¡Eh!? Tú-tú… ¿tú qué sabes? —Arroy empezó a temblar mientras sentía las manos de Kádora tocar su cara y como los ojos de Kádora parecían moldearse a la forma de un corazón. «Tengo miedo… ¿Por qué yo…?»

—También el libro del deseo se presta para estas cosas. —Acarició el rostro de Arroy lenta y delicadamente, sintiendo cada uno de sus centímetros.

—¿¡Pa-para-ra-ra qué cosa!?

—Te amo, Arroy. Estuve enamorada de ti antes de saber que tú serías el que estaba en mi deseo. Te amo por darme una esperanza para vivir. —Sin reparos, Kádora le dio un beso en la boca a Arroy, y de forma inconsciente cerró los ojos.

Posteriormente Arroy también cerró sus ojos, pero para ese momento, en el cual solo habían pasado una milésima de segundos, Arroy supo que ambos estaban muy avergonzados por lo que habían hecho. Sin embargo, Arroy aunque se muriera de la vergüenza, no fue ningún impedimento para tomar la cabeza de Kádora y hacer que el beso no terminara tan rápido y valiera la pena.

Tanto Kádora como Arroy sintieron lo que muchos conocían como "mariposas en el estómago", y aunque el beso solo fue uno en el cual Kádora y Arroy no se movieron en lo absoluto, fue un momento bello porque el beso no trataba de la intensidad de este, sino de los sentimientos que este traía y del significado que era para los dos.

Para Arroy marcaba haber encontrado el amor de su vida y tener una nueva esperanza para poder vivir hasta el día de su muerte. Arroy se sintió feliz de saber que había una persona que buscaría la forma de hacer que viviera para siempre junto a él, y esto le hizo sentir muy bien.

Para Kádora marcaba haber encontrados el amor de su vida y tener una nueva esperanza para poder vivir hasta el día en que todo los problemas acaben y mejorar todo su conocimiento para poder revivir a los seres con tal de poder tener a Arroy para siempre. Sin embargo, Kádora sabía que sería muy difícil debido a que los superiores era tan poderosos y tenían los genes, cosas que evitaban que fueran a volver a la vida en un escenario hipotético, pero Kádora no se rendía en su esperanza.

Cuando el beso terminó, se dijeron al mismo tiempo:

—Te amo.