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Capítulo 1 — El día en que el camino de Gré, se empezó a torcer

—¡Este es el gran día de la selección imperial! —El caballero de cabello morado estaba anunciando frente a una gran cantidad de personas el inicio de una batalla por quien sería el emperador del imperio espada.

Entonces, el caballero de cabello morado, en medio de la arena levantó su brazo y continuó:

—Esta pelea decidirá que linaje es digno de ser la realeza imperial.

La multitud se alegró por completo. Entre la multitud, muchas personas levantaban banderas, unas con la "é" de Gré y otros con la "í" de Grí. Todos estaba entusiasmados de saber quien sería el emperador espada de este imperio. El linaje en el cual recaerá la responsabilidad de dirigir este imperio estaba a punto de decidirse.

El caballero se elevó hacia el cielo con su mano en alto.

La sonrisa del caballero era una alegre y entusiasmada por saber lo que sucedería en este encuentro de posibles emperadores del imperio.

Todo el imperio, sea como fuere, estaba observando con atención la batalla a punto de comenzar. Cada parte del imperio, cada persona de este e incluso, algunas personas de otras naciones estaban observando el comienzo del enfrentamiento.

Gré tomó su espada con firmeza sin saber exactamente que hacer.

Gré era más fanático de la magia y la historia, incluso este había dado con conocimiento oculto.

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Gré cerró de manera rápida el libro que sostenía en sus manos y luego comenzó a pensar sobre lo que había leído:

«¿Como es que Emma logró pedir mil veces perdón antes de morir?» Gré no estaba intrigado por lo que Emma dijo antes de morir, sino en como pudo vivir durante varios minutos aún con su cabeza cortada.

Ni siquiera la lógica o la magia podía explicar lo que había sucedido con esa mujer. Realmente ella es un completo misterio en todos los sentidos.

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Sin embargo, Grí era un maestro de la espada y el arco, a tal grado que podría lanzar su espada como una flecha y matar a cualquiera en su camino. Grí desde su nacimiento traía ese don con la espada y el arco, don que por desgracia, Gré no poseía.

Gré sostenía la espada de tan mal forma que parecía imposible que la pudiera blandir. Ni siquiera Gré confiaba en que podía tan siquiera blandir la espada, a pesar de que su apellido significara literalmente espada.

Gré Eráí era la vergüenza de la familia espada que recién iniciaba. Gré y Grí eran la segunda generación espada en estos momentos, y para Gré, era increíble y decepcionante que aún siendo de la segunda generación espada, fuera tan idiota al tomar una de estas.

«Es la realidad. Grí será el emperador espada y yo seré nada más que una simple burla del imperio.» Era obvio. Desde que Gré había decidido no usar la espada y enfocarse solo en lo que le atraía, la magia, había sellado su destino que era inevitable y malo.

Gré se había condenado a sí mismo a ser la burla del imperio espada.

«Inútiles. Ni siquiera pueden lavarse el culo o usar magia, espada o el arco y ya andan exigiendo a otros hacer lo que ellos no pueden hacer. Realmente odio a este tipo de gente, que por desgracia, parecen una plaga.» Gré observó con mucho odio a todos los presentes de ese lugar que esperaban con ansias, avaricia y egoísmo que Gré Espada se convirtiera en el futuro emperador del imperio espada.

Justo cuando la pelea dio comienzo.

Grí se acercó tan rápido a Gré que este último no se dio cuenta el momento en que la espada de Grí le dio un golpe, un golpe tan fuerte que lo sacó volando por los aires, esto causó varios golpes en el chico. De hecho, Gré había quedado muy herido, tanto que sería injusto seguir.

—¿¡Hermanit...!? —Grí se había preocupado por el gran golpe que le había dado a su pobre hermano, quien era incapaz de defenderse de eso.

Pero Grí no pudo ir a ayudarlo, ya que fue detenido por el que estaba organizando el combate de espadas. Fue detenido tan solo con que le pusieran frente a él una mano, una mano que daba a entender que se detuviera.

Gré se empezó a levantar poco a poco. Sostuvo su espada con mucha firmeza y valentía, esperando el segundo golpe de su hermano. Sin embargo, este no llegó nunca.

Era claro quien era el gran vencedor de esta batalla, Grí Eráí, el gran vencedor del imperio. Grí Espada, el que había logrado convertirse tan fácil y rápidamente en el emperador espada.

—¡Buuu!

—¡Idiota!

La multitud empezó a insultar al pobre Gré por haber perdido tan fácil. Eran tantos los insultos de la multitud que algunos se empezaron a burlar de él, otros empezaron a pagar sus apuestas mientras miraban a Gré con odio, y otros se cambiaban de bando para no quedar como idiotas que apoyaron al perdedor.

Los padres de Gré y Grí, María Erá y Lion Erí, intentaron tranquilizar a Gré con la mirada, pero este los ignoró por tanto odio que sentía.

Sus ojos se cubrieron de ira y sus cejas parecían que destruirían por completo sus ojos, por estar tan fruncidas y llenas de ira. Sus dientes eran fracturados poco a poco por la fuerza que ejercía sobre ellos, una fuerza muy brutal. Su cabeza comenzó a dolor y su respiración fue tan rápida que generaba sorpresa y miedo, capaz de atacar a cualquiera de la nada y mandarlo al hospital.

Todas las personas seguían burlándose de él, como si fuera lo único que tenían que hacer en su vida. Algunos empezaban a lanzar cosas hacia Gré, mientras lo trataban como la peor basura existente en la faz de la tierra.

Odiaban que hubiera perdido el combate así de fácil.

Pero Gré odiaba que esas personas que ni siquiera habían ido a la escuela , lo tratasen así de mal.

Los insultos de la multitud eran sumamente arrogantes y estúpidos. Eran tan irracionales e ilógicos a los ojos de Gré, que hasta le generaba asco escuchar a esas "bolas de mierda" hablar de tal forma.

Gré los miró a todos y de pronto, de la boca de uno de la multitud salieron chorros de sangre a montones. Los chorros de sangre mancharon a todos y todo a su alrededor, tiñéndolos de un color rojo no muy llamativo y hasta asqueroso par algunos.

La cara del hombre, quien era el que más había insultado a Gré, Era un cara de un gran miedo mezclado con el odio y la desesperación. Dando un toque de que la persona que estaba muriendo así, estaba en un estado tan aterrador comparable al de una pesadilla.

Gré se había encargado que esa persona sufriera el infierno ya que…

El hombre se empezó a volver loco y corrió de un lado a otro, esto a pesar de casi no tener sangre en su cuerpo. Lo hacía pidiendo ayuda con su cara y gestos, con desesperación en su mirada. Mas no podía hablar ya que la sangre se lo estaba impidiendo.

El hombre no caminó bien por la falta de sangre en su cuerpo y… tropezó para luego caer varios metros hacia el suelo del duelo. Cuando cayó, su cuerpo se partió en pedazos y su cara de horror quedó marcada en muchas personas generándoles miedo y traumas al instante.

La multitud empezó a correr de un lado al otro por miedo que sentían al saber que podrían sufrir la misma muerte que ese hombre. En medio de su desesperación, caían muchas personas de los asientos para luego, cuando tocaron el suelo, murieron por la caída, la mayoría se fracturaba el cuello, otros se rompían ambas piernas por la caída. Pero a la larga, todos morían.

Rápidamente la guardia real rodeó a Gré, el causante de todo esto. Un joven que de la noche a la mañana se convirtió en un asesino en masa.

Sus muertes empezaban a superar las decenas rápidamente.

Los guardias no sabían como controlar a todos para evitar más muertos y heridos por culpa del miedo que Gré había generado.

Gré miró a Grí y dijo:

—Son unos inútiles. ¿Quiénes se creen para tratarme como se les venga en gana? —Gré con la mirada apartó a los guardias reales.

Estos accedieron y dieron espacio sin quitarle la mirada de encima a Gré, quien se dirigía a Grí con paciencia y mucha lentitud.

Grí lo miraba con miedo y retrocedió un paso. Sin embargo, Gré lo logró alcanzar, puso su mano en su hombro, lo que alertó un poco a la guardia real, pero aunque haya puesto su mano en el hombro de su hermano, no lo observó a la cara, pero le dijo:

—Felicitaciones, nuevo emperador espada, Grí Espada. —Gré quitó su mano del hombro de su aterrorizado y triste hermano.

Sus padres lo vieron con decepción en la mirada, y Gré antes de irse, les regresó la mirada diciendo:

—Los espero en la torre imperial.