Capítulo 34: Explorando Nuevos Horizontes
Después de recoger los ingredientes y asegurarse de que el grupo estuviera listo para continuar, Ian decidió adentrarse más en el vasto bosque. A medida que avanzaban, el ambiente se volvía más denso y misterioso, con árboles cada vez más altos y antiguos que parecían haber estado allí durante siglos. Los sonidos del bosque se intensificaban, con el susurro del viento entre las hojas y los ocasionales crujidos de ramas bajo sus pies.
Finalmente, el terreno comenzó a elevarse, y delante de ellos apareció una imponente montaña que parecía dividir el bosque en dos. La montaña estaba cubierta de árboles que crecían en pendientes empinadas, sus raíces extendiéndose por el suelo rocoso en busca de sustento. A lo largo del acantilado que se formaba en uno de los lados de la montaña, Ian pudo ver un sinfín de aves gigantes volando en círculos, sus alas extendidas como si dominaran el cielo.
Intrigado por la visión, Ian decidió investigar más de cerca. Guiando a su grupo con cautela, se acercaron al borde del acantilado. Desde allí, Ian pudo observar con más detalle a las enormes aves. Tenían plumas afiladas y brillantes, de un color azul plateado que destellaba al sol. Cada movimiento que hacían en el aire parecía controlado por un poder invisible, moviéndose con una gracia que solo seres con una afinidad natural con el viento podrían tener.
Tarek, siempre observador y consciente de los recursos que podían aprovecharse, se acercó a Ian y le habló con respeto. "Maestro, estas criaturas tienen una fuerte afinidad con el elemento viento. Sus plumas, garras y hasta su sangre pueden ser utilizadas para crear pociones poderosas. Podríamos preparar elixires que aumenten permanentemente la velocidad de quien los consuma, o pociones que otorguen un impulso temporal pero significativo de velocidad."
Ian asintió, considerando las palabras de Tarek. Las posibilidades eran prometedoras. Obtener materiales de esas aves podría darles una ventaja considerable en futuros enfrentamientos, especialmente si lograban producir elixires permanentes que fortalecieran sus capacidades físicas. Pero sabía que enfrentar a esas criaturas no sería una tarea sencilla. Las aves gigantes volaban en grupos, y cualquier ataque imprudente podría desatar una tormenta de plumas y garras.
"Necesitamos un plan," dijo Ian, sus ojos fijándose en las aves mientras su mente trabajaba para encontrar una estrategia. "Si queremos obtener esos materiales, debemos hacerlo con precisión. No podemos permitirnos un enfrentamiento directo con todas ellas a la vez. Tendremos que atraerlas de una en una o encontrar una manera de aislar a las más débiles."
El grupo se reunió cerca de Ian, esperando sus órdenes. Mientras tanto, las aves continuaban volando, ajenas a la amenaza que se gestaba desde el suelo. Ian sabía que cualquier movimiento en falso podría convertir la caza en una batalla desesperada por la supervivencia. Pero también sabía que los riesgos, a menudo, traían las mayores recompensas.
Preparando sus armas y asegurándose de que todos estuvieran listos, Ian se preparó para enfrentar a las majestuosas y peligrosas criaturas del viento, con la esperanza de que los frutos de esta cacería fueran tan valiosos como prometían ser.
Ian se tomó un momento para observar detenidamente a las aves gigantes que volaban en círculos sobre el acantilado. Sabía que una estrategia adecuada sería crucial para enfrentarlas. De ninguna manera podía permitirse un enfrentamiento directo con todo el grupo, pues estaba seguro de que eso significaría una derrota segura.
Reuniendo a sus esclavos del alma, les comunicó su plan con claridad. Los magos goblins serían clave para atraer a las aves, utilizando hechizos que perturbasen el aire y llamaran su atención. Los guerreros goblins se encargarían de proteger a los magos, formando un círculo defensivo a su alrededor. Mientras tanto, Tarek y la reina avispa se encargarían de atacar a las aves que lograran descender lo suficiente, utilizando su ácido corrosivo para debilitar sus alas y reducir su velocidad.
"Nos enfocaremos en atraer a una o dos de ellas al mismo tiempo," explicó Ian, observando cómo sus esclavos asimilaban sus órdenes. "No debemos llamar la atención de todo el grupo. Y cuando ataquen, debemos actuar con rapidez y precisión. Un solo error y podríamos estar rodeados."
Con el plan en marcha, Ian tomó posición junto a sus esclavos. El primero de los magos goblins comenzó a conjurar un hechizo, levantando sus manos hacia el cielo mientras pronunciaba palabras en un idioma antiguo. El aire a su alrededor comenzó a vibrar, y una ráfaga de viento se formó, dirigiéndose hacia las aves.
Una de las criaturas, más curiosa que las demás, notó la perturbación y comenzó a descender lentamente, girando en el aire mientras se acercaba a la fuente de la anomalía. Era una bestia impresionante, con una envergadura de alas que rivalizaba con el tamaño de un pequeño dragón. Sus ojos, agudos y calculadores, buscaron el origen de la perturbación, sin notar la trampa que Ian y su grupo habían preparado.
"Ahora," susurró Ian, señalando a los magos para que intensificaran sus hechizos. La ráfaga de viento se transformó en una corriente más fuerte, tirando del ave hacia ellos. Tarek y la reina avispa, escondidos entre la maleza cercana, se prepararon para lanzar su ataque en el momento adecuado.
El ave gigante se lanzó en picada, buscando aplastar a sus enemigos con el peso de su cuerpo masivo. Pero justo antes de que impactara, Tarek y la reina avispa desataron su veneno ácido, apuntando directamente a las alas de la criatura. El líquido corrosivo chisporroteó al contacto, debilitando las plumas y la carne del ave, que soltó un grito de agonía al perder estabilidad en su vuelo.
Aprovechando la oportunidad, los guerreros goblins se lanzaron al ataque, usando sus armas para cortar las patas del ave e impedir que recuperara altura. Mientras tanto, Ian concentró su poder en la Joya del Rey de Fuego, canalizando la energía mágica hasta formar una bola de fuego en sus manos. Con un grito de poder, lanzó la esfera incandescente hacia el ave debilitada. La explosión que siguió fue devastadora, envolviendo a la criatura en llamas.
El ave, en sus últimos momentos, batió sus alas desesperadamente, pero su destino estaba sellado. Cayó al suelo con un estruendo, su cuerpo quemado y destrozado por el ataque combinado. Ian, sin perder tiempo, se acercó al cadáver y comenzó a recolectar las valiosas plumas y otros materiales que podrían ser útiles para crear las pociones.
"Uno menos," murmuró Ian, mientras guardaba los materiales en su espacio de almacenamiento. "Ahora, vamos por el siguiente."
El grupo volvió a tomar posiciones, listos para repetir la estrategia. Ian sabía que mientras mantuvieran la cabeza fría y ejecutaran el plan con precisión, lograrían su objetivo sin sufrir bajas. Con cada ave caída, se acercaban más a obtener los valiosos recursos que necesitaban para volverse aún más fuertes en su peligrosa travesía.
Ian y su grupo lograron derribar a varias aves gigantes utilizando la misma estrategia meticulosa y coordinada. Cada vez que una de estas criaturas caía, sus cuerpos eran rápidamente despojados de plumas, huesos, y otros materiales valiosos. Sin embargo, a medida que continuaban cazando, Ian no pudo evitar notar que el comportamiento de las aves estaba cambiando. Ya no descendían con la misma facilidad. Parecían haber detectado el patrón y ahora volaban en formaciones más cerradas, protegiéndose unas a otras.
"Están aprendiendo," pensó Ian, observando cómo las aves comenzaron a sobrevolar el área a mayor altura, fuera del alcance de los hechizos y ataques de su grupo. Esto complicaba las cosas. Necesitaba un nuevo enfoque, algo que rompiera la moral de las criaturas y las obligara a cometer un error. Fue entonces cuando su atención se centró en una ave notablemente más grande que las demás. Sus plumas brillaban con una intensidad que las diferenciaba, y su vuelo era más majestuoso, casi como si liderara a las demás.
"Tarek, ¿qué puedes decirme de esa?" Ian señaló al ave más grande, que planeaba por encima de las demás.
Tarek, que estaba recogiendo los materiales del último botín, alzó la vista y entrecerró los ojos mientras evaluaba a la criatura. "Eso, maestro, es sin duda la líder de la bandada. Sus plumas y su tamaño lo confirman. Si la derrotamos, las otras podrían desmoronarse en el caos. Pero no será fácil, su poder es considerablemente mayor."
Ian asintió. Sabía que esa era su oportunidad para cambiar el curso de la cacería. Si lograban derrotar al líder, las otras aves podrían perder la moral y volverse más vulnerables.
"Escuchad bien," ordenó Ian, reuniendo a sus esclavos del alma a su alrededor. "Vamos a centrarnos en esa ave. Los magos, preparad vuestras fuerzas para un ataque combinado. Guerreros, estad listos para protegerlos y atacar cuando tengamos la oportunidad. Tarek, quiero que estés preparado para usar el veneno corrosivo en el momento en que descienda. Y yo... yo me encargaré de darle el golpe final con la Joya del Rey de Fuego."
Con las órdenes claras, el grupo se preparó para la emboscada. Los magos goblins comenzaron a conjurar un hechizo masivo, combinando sus energías para formar una ráfaga de viento huracanado que no sólo perturbaría el vuelo del líder, sino que también podría herirlo gravemente. Las palabras arcanas llenaron el aire mientras la energía se acumulaba.
Cuando el hechizo fue lanzado, el viento golpeó al líder con una fuerza abrumadora. La gran ave luchó por mantenerse en vuelo, sus plumas relucientes ondeando violentamente. Con un grito furioso, el ave descendió, su mirada fija en el origen del ataque. Justo lo que Ian había esperado.
"¡Ahora!" gritó Ian, y Tarek, junto con la reina avispa, lanzaron una corriente de veneno corrosivo directamente hacia las alas del líder. El líquido chisporroteó al contacto, haciendo que el ave aullara de dolor y perdiera altitud de manera drástica. Aprovechando la oportunidad, los guerreros goblins se lanzaron hacia la bestia caída, intentando cortarle las patas y herirla aún más.
El ave, a pesar de su sufrimiento, mostró una feroz resistencia. Batió sus alas con fuerza, derribando a varios goblins y casi recuperando su vuelo. Pero Ian no iba a permitir que se le escapara. Con toda la energía que pudo reunir, concentró su poder en la Joya del Rey de Fuego, creando una bola de fuego aún más grande que las anteriores. La lanzó directamente al pecho del líder, donde impactó con una explosión atronadora.
El ave gigante soltó un último grito, que resonó por todo el acantilado, antes de desplomarse finalmente. La caída del líder fue la señal de derrota para el resto de la bandada. Las aves restantes comenzaron a dispersarse en todas direcciones, huyendo del campo de batalla.
Ian respiró con alivio mientras se acercaba al cadáver del líder. La criatura era inmensa, su tamaño era aún más impresionante visto de cerca. Los esclavos del alma rápidamente se encargaron de recolectar todo lo que podían de los restos, mientras Ian observaba con satisfacción el fruto de su victoria.
"Buen trabajo, todos," dijo, aunque sabía que sus esclavos no podían sentir el orgullo de la victoria como él. Pero no importaba. Lo que importaba era que ahora tenía acceso a materiales extremadamente valiosos, capaces de crear pociones que podrían darle una ventaja crucial en sus futuras batallas.
Después de la intensa batalla, mientras los guerreros goblins y Tarek recogían los materiales valiosos del campo de batalla, Ian se enfocó en su siguiente objetivo: esclavizar las almas de las aves caídas. Sabía que el poder espiritual de estas criaturas era considerable, y si lograba capturar algunas, podría aumentar enormemente su fuerza de combate.
Se acercó al cadáver del líder, cerró los ojos y comenzó a canalizar su poder de *Control del Alma*. La energía mágica fluyó desde su cuerpo, buscando las almas de las aves que aún no habían abandonado el plano mortal. Las plumas del líder brillaban tenuemente con la luz del ocaso, y una fría sensación recorrió a Ian cuando sintió la resistencia de su alma.
El proceso de capturar un alma tan poderosa no era fácil. A diferencia de las almas de los goblins que había esclavizado antes, el espíritu de esta criatura parecía aferrarse con fuerza a su libertad, luchando contra el control de Ian. Una batalla de voluntades se desarrollaba en su interior. Su energía fluctuaba, pero Ian no se rindió. Puso todo su esfuerzo en dominarla.
Después de un tiempo que se sintió eterno, la resistencia del alma del líder comenzó a ceder. Ian finalmente logró imponer su voluntad sobre ella. Una pequeña esfera brillante flotó desde el cadáver del ave, y con un movimiento de su mano, la esfera fue absorbida por el Control del Alma. Ian había logrado esclavizar al líder de las aves.
"Bien... eso fue difícil," murmuró Ian mientras exhalaba, aliviado. Sabía que un alma tan poderosa sería un gran activo en futuras batallas. Sin embargo, no iba a detenerse ahí.
Se giró hacia el resto de los cadáveres. Sabía que no todas las aves tendrían almas tan poderosas como el líder, pero cualquier refuerzo sería útil. Canalizó de nuevo su habilidad, extendiendo su poder hacia las otras almas. Algunas eran demasiado débiles o ya se habían desvanecido, pero hubo una que capturó su atención. Un ave ligeramente más pequeña, con un poder espiritual que aún brillaba con intensidad.
Ian se concentró en esclavizar esta alma también, y aunque no fue tan difícil como con el líder, aún requirió concentración. Finalmente, logró capturar esa alma también. Dos esferas brillantes ahora giraban a su alrededor, ambas esclavizadas y listas para obedecer sus órdenes.
Sin embargo, el resto de las almas se resistieron más allá de lo que Ian podía manejar. Aunque lo intentó varias veces con otras criaturas, su poder aún no era suficiente para esclavizar más en ese momento. Frustrado pero satisfecho con lo que había logrado, decidió no seguir forzando el proceso.
"Tarek," llamó Ian, mientras las esferas espirituales se disipaban en su interior. "Ya tenemos lo necesario. ¿Encontraste suficientes ingredientes?"
Tarek asintió mientras sus manos estaban llenas de plumas, huesos y fragmentos de núcleos de energía. "Sí, maestro. Con lo que hemos recolectado, puedo hacer varias pociones. Y con el núcleo del líder, puedo preparar una que aumente la velocidad por un tiempo considerable, o incluso, si lo desea, podríamos intentar una poción permanente."
Ian asintió, satisfecho. "Haz todo lo que puedas. Ahora tenemos más que suficiente para nuestras próximas misiones."
Con los ingredientes y las almas esclavizadas en su posesión, Ian y su grupo emprendieron el regreso. Sabía que con el alma del líder de las aves bajo su control, estaba más cerca de volverse imparable.