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El despertar de Sylvia

En un mundo donde la realidad y la fantasía colisionan, Carlos, un jugador de videojuegos, se encuentra atrapado en el cuerpo de su avatar elfico, Sylvia. Despertando en un reino desconocido, debe navegar por una vida que es tanto familiar como extraña, enfrentando desafíos que ponen a prueba su identidad y su supervivencia. Capturada y acusada de espionaje, Sylvia es llevada ante los templarios y sacerdotes del monasterio, quienes ven en ella tanto una amenaza como una posible clave para un antiguo misterio. A través de juicios y tribulaciones, Sylvia se ve obligada a adaptarse a su nuevo entorno, aprendiendo las enseñanzas de Olpao y descubriendo paralelismos sorprendentes con su vida pasada. Mientras se sumerge en las profundidades de la fe y la política del monasterio, Sylvia descubre una profecía sobre los "Viajeros de Mundos", seres con el poder de alterar el destino de su mundo. Con esta nueva comprensión, se encuentra en el centro de una lucha por el poder, donde las alianzas son tan volátiles como las verdades que busca. Enredada en una red de manipulación y engaño, Sylvia debe discernir amigos de enemigos, especialmente cuando Günter, un templario con oscuros motivos, la arrastra hacia una trama de intrigas. Con cada capítulo, la tensión se intensifica, y Sylvia se encuentra en una carrera contra el tiempo y las sombras que buscan usarla como peón en un juego peligroso. "El Despertar de Sylvia" es una historia de transformación, descubrimiento y la lucha por la autenticidad en un mundo donde las apariencias pueden ser tan engañosas como la magia que lo impregna.

Shandor_Moon · Fantasia
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48 Chs

27. Alianzas y promesa

Tirnel Estel no perdía de vista a Sarah, sentada a su lado. Desde la salida del monasterio había querido quitarle la mordaza para hablar con ella. Necesitaba saber por qué razón Sylvia había estado dispuesta a perderlo todo por ella y EvilDark.

Sarah parecía relajada a pesar de estar siendo llevada totalmente inmovilizada y amordazada. —¿Eras la novia de Roberto y amiga de Sylvia? —susurró Tirnel Estel. Sarah giró la cabeza hacia su compañera en el carro. Era la primera vez después de ser capturada que recibía una pregunta con curiosidad y no para sacar información, por lo cual Sarah asintió. —Sylvia es muy buena chica, pero dada a tomar malas decisiones. Si comete otra mala decisión por tu culpa te cazaré como a un animal. —La amenaza, realizada con suma frialdad, le hizo sentir un escalofrío a Sarah recorriendo toda su columna.

—No puedo hablar por todos en el templo, pero Sylvia tiene gente que la quiere. No deseamos hacerle ningún mal. Todo lo contrario, queremos protegerla. Incluso Günter no creo que realmente le desee un gran mal a Sylvia. Durante vuestro juicio y el nuestro le vi una genuina preocupación por su destino.

Sarah miraba a Tirnel Estel intrigada, preguntándose por qué estaba dándole esa charla. ¿De verdad era amiga de Sylvia? Según su líder, todos en el monasterio eran unos seres despiadados que deseaban usar el poder de los viajeros para imponer por la fuerza su religión y un estado teocrático.

La elfa continuó con su monólogo. —Me gustaría poder saber si realmente quieres a Sylvia o vuestro asalto solo era para haceros con herramientas para conseguir vuestros oscuros propósitos.

¿Cómo se atrevía a sugerir eso esa maldita elfa? Pensó Sarah ante las palabras de Tirnel Estel. Los manipuladores eran ellos. Ella jamás le haría ningún daño, ni aunque ahora estuviera liada con Roberto.

—Te ha molestado la sugerencia —comentó la elfa, mirando la cara de Sarah—. Si realmente te preocupa Sylvia, espero tenerte en mi bando. Deberías darnos una oportunidad y conocernos también. Quizás tu líder y nuestros líderes tienen objetivos distintos. Quizás, a los ojos de unos y de otros, el malvado parezca el rival, pero puedo asegurar que en este pequeño grupo todos se preocupan por Sylvia.

—¡Tirnel Estel! Deja de hablar y concéntrate en posibles ruidos procedentes del bosque. Con tanta oscuridad, tu vista y oído podrían ser fundamentales si nos intentan asaltar —le regañó Lysandra al pasar junto a ella hacia la cabeza de la caravana.

Tirnel Estel obedeció y fijó su atención en el camino, sin quitar del todo la mirada de Sarah. Mientras tanto, Sarah se quedó pensando si esta mujer realmente quería a Sylvia o era todo un teatro planeado para ganar su confianza.

+++

En otro punto de la caravana, Günter no apartaba la vista de Evildark, sentado a su lado en el carro. Desde que salieron del monasterio, había querido hablar con él. Necesitaba entender por qué Sylvia había estado dispuesta a arriesgarlo todo por él y Sarah.

Evildark mantenía una expresión de calma tensa, su mirada fija en el camino por delante. Günter decidió romper el silencio con una voz baja y áspera. —Eres el motivo de muchos problemas para Sylvia, ¿sabes? —dijo Günter, sus palabras impregnadas de un tono acusador—. ¿Qué tiene de especial alguien como tú para que ella esté dispuesta a sacrificarse tanto?

Evildark giró la cabeza lentamente, sus ojos brillando con una intensidad fría. No podía responder debido a la mordaza, pero sus ojos decían mucho. Günter se inclinó más cerca, su aliento caliente contra la piel de Evildark.

—Sylvia es una chica increíble, pero toma decisiones muy estúpidas —continuó Günter, su voz un susurro amenazante—. Me encargaré de que no cometa más errores, y te aseguro que no permitiré que alguien como tú la ponga en peligro de nuevo. —La mano de Günter se posó firmemente en el hombro de Evildark, apretando con fuerza—. Si te atreves a intentar cualquier cosa, te destruiré. No tengo problemas en romperte todos los huesos, igual que a cualquier otro que intente dañarla.

Evildark mantenía la mirada firme, sin apartarla de Günter. Aunque no podía hablar, la intensidad de su mirada transmitía un desafío silencioso. Günter sintió una oleada de rabia, pero también algo que no quería admitir: una pequeña chispa de respeto por la determinación de su prisionero.

—No sé por qué Sylvia se preocupa tanto por ti, pero te advierto que no le harás daño —gruñó Günter—. Ella es mía para proteger y, si es necesario, para castigar. Nadie más tiene derecho a jugar con su vida o sus sentimientos. ¿Lo entiendes? —La posesividad en la voz de Günter era palpable, casi tangible en el aire frío de la noche. Evildark asintió preguntándose como el tonto de su mejor amigo había terminado siendo algo de este animal.

Justo cuando Günter estaba por continuar, Sigfried se acercó, su presencia imponente e inquebrantable.

—Günter, deja de hablar y concéntrate en nuestra seguridad. Estamos en territorio peligroso y necesitamos que todos estén alerta —dijo Sigfried con un tono autoritario.

Günter apartó la mirada de Evildark, su expresión cambiando a una de obediencia forzada. —Sí, Sigfried —respondió con un tono que dejaba clara su frustración por la interrupción, pero también su respeto hacia el sacerdote-guerrero.

Sigfried miró a Evildark, luego a Günter, y se acercó más. —Recuerda, Günter, nuestra misión es proteger a todos, no solo a Sylvia. Tu comportamiento obsesivo con Sylvia no nos ayudará aquí. Mantén la cabeza fría y los ojos abiertos.

Günter asintió, aunque en su interior la rabia aún ardía. —Entiendo, Sigfried. Haré lo que sea necesario para mantenernos a salvo. — Aunque para sus adentros ese "mantenernos a salvo" era principalmente a Sylvia y a él.

Sigfried lo observó un momento más antes de volver a su posición en la caravana. Günter, por su parte, ajustó su postura, pero no dejó de vigilar a Evildark de reojo. La tensión en el aire era densa, pero la caravana seguía su camino, cada miembro alerta y preparado para cualquier amenaza en la oscuridad del bosque.

+++

Elías, sentado en uno de los carros más retrasados, miró a su alrededor mientras el amanecer comenzaba a despuntar en el horizonte. Tras una larga noche atravesando el bosque, finalmente se encontraban en una pradera abierta, aunque aún lo suficientemente cerca del bosque como para recoger leña.

—Sigfried, creo que deberíamos parar para desayunar algo —sugirió Elías, su voz mostraba un cansancio que no había podido disimular.

Sigfried, que también sentía los estragos de una noche sin descanso, asintió lentamente. —Buena idea —respondió, notando cómo el hambre comenzaba a hacerse más presente en su estómago.

Con una determinación renovada, Sigfried avanzó hacia el frente de la caravana, donde se encontraba Morwen, quien lideraba el grupo. Al acercarse, Sigfried alzó la voz para ser oído sobre el ruido de los carros y los caballos.

—Morwen, hemos salido del bosque y Elías sugiere que paremos para desayunar. Después de toda la noche cabalgando, creo que es una buena idea.

Morwen, que también empezaba a sentir la necesidad de una pausa, alzó la vista al cielo y observó los primeros destellos del amanecer. Tras unos segundos de reflexión, asintió.

—Está bien, Sigfried. Mandaremos parar la caravana aquí —decidió Morwen, dirigiéndose a los conductores de los carros con un gesto firme—. ¡Deteneos! Vamos a descansar y a desayunar.

La caravana se detuvo lentamente, y los miembros del grupo comenzaron a desmontar y preparar un pequeño campamento. Algunos se dirigieron al borde del bosque cercano para recoger leña, mientras otros empezaban a sacar provisiones y encender fuegos para cocinar. El aire fresco de la pradera llenaba sus pulmones, ofreciendo un respiro bienvenido después de la opresiva oscuridad del bosque.

Morwen se permitió un momento para estirarse y relajarse antes de dirigirse al grupo.

—Escuchad todos —dijo con voz firme—. En vuestros zurrones encontraréis una muda de ropa de color morado, con los símbolos de la Hermandad del Fuego Purificador y de la diosa Nerthys. Necesitamos que os cambiéis y os pongáis esas prendas. Vamos a hacernos pasar por peregrinos.

Hubo un murmullo de aceptación entre los miembros del grupo mientras todos comenzaban a buscar las prendas en sus zurrones. Morwen se volvió hacia un par de los guardianes y señaló hacia los carros donde estaban Sarah y Evildark.

—Vosotros dos, sacad también las prendas de los zurrones de Sarah y Evildark y aseguraos de que se cambien sin perderlos de vista.

Los dos guardianes asintieron y se acercaron al carro, abriendo los zurrones y sacando las prendas moradas. Con cuidado, comenzaron a desatar a Sarah y Evildark lo suficiente como para permitirles cambiarse, manteniendo siempre una vigilancia estricta.

Mientras tanto, los demás acataban las órdenes sin demora. Sylvia sacó su ropa morada y comenzó a cambiarse, sintiendo el peso de la situación. Frederick y Tirnel Estel hicieron lo mismo, vigilando atentamente los alrededores y a sus compañeros.

—Recuerda, Sylvia —dijo Frederick en voz baja mientras se ponía la nueva túnica—, debemos mantener la calma y actuar como si realmente fuéramos peregrinos. Esto podría salvarnos de muchas complicaciones.

Sylvia asintió, terminando de ajustarse la prenda y asegurándose de que los símbolos estuvieran bien visibles. —Lo sé. Haré mi mejor esfuerzo.

Morwen observó a su grupo mientras se cambiaban, asegurándose de que todos estuvieran listos. Satisfecha con la rapidez y eficiencia con la que habían seguido sus órdenes, se permitió un pequeño suspiro de alivio.

—Bien, tomémonos este tiempo para descansar y desayunar. Estaremos vigilantes, pero actuemos con naturalidad. La clave para pasar desapercibidos es comportarnos como verdaderos peregrinos.

La caravana, ahora con todos sus miembros vestidos con las prendas moradas, parecía un grupo de peregrinos más en su camino. Mientras desayunaban y descansaban, cada uno de ellos sabía que debían mantenerse alerta y preparados para cualquier eventualidad en su viaje hacia lo desconocido.

Sarah y Evildark, ahora vestidos con las túnicas moradas, se sentaron en un grupo junto a Roberto, Sylvia, Marina y Harry. El sol comenzaba a elevarse en el horizonte, iluminando la pradera con una luz suave y dorada. Mientras compartían el desayuno, la tensión era palpable, pero Sarah decidió romper el silencio.

—Roberto, Sylvia, Marina, Harry —comenzó Sarah, su voz baja pero firme—, quiero que sepáis que estamos en este lío porque intentábamos salvaros. Creemos que estáis en el bando equivocado. Hemos visto cosas horribles que la iglesia ha hecho en nombre de sus dioses.

Evildark asintió, añadiendo: —No podéis imaginar las atrocidades que hemos presenciado. Asesinatos, torturas, familias destrozadas. Todo justificado por la fe ciega en sus dioses. No somos los villanos aquí, estamos intentando detener un mal mayor.

Roberto frunció el ceño, sus ojos fijos en Sarah. —No puedo creer eso. Desde que llegamos al monasterio de la Rosa Ensangrentada, hemos sido tratados con respeto y cuidado. Sí, hay reglas estrictas, pero no he visto nada de lo que describís.

Marina, con una expresión de desconcierto, intervino: —Harry y yo fuimos reclutados en el templo del Fuego Purificador antes de llegar al monasterio de la Rosa Ensangrentada. En ambos lugares, la gente nos ha tratado bien. Nos han enseñado, alimentado y protegido.

Harry asintió, mirando a Sarah y Evildark con incredulidad. —No sé qué habéis visto, pero no hemos experimentado nada de eso. Nos han cuidado y nos han preparado para ser más fuertes.

Sylvia, con una expresión suplicante, se inclinó hacia Sarah. —Por favor, dadle una oportunidad a este grupo. Al menos hasta que lleguemos a donde nos dirigimos. No todos son malos, no todos están tratando de manipularnos.

Sarah y Evildark intercambiaron una mirada cargada de dudas. La sinceridad en los ojos de Sylvia, la determinación en Roberto, y la inocencia en Marina y Harry, les hizo cuestionar sus convicciones.

—Está bien —dijo finalmente Sarah, suspirando—. Os daremos una oportunidad. Hasta que lleguemos a nuestro destino, observaremos y evaluaremos. Pero si vemos cualquier indicio de traición o maldad, no dudaremos en actuar.

Evildark asintió, aunque con reservas. —Sí, os daremos ese tiempo. Pero no os confundáis, seguiremos atentos y preparados para protegernos a nosotros mismos.

Sylvia dejó escapar un suspiro de alivio, esbozando una pequeña sonrisa. —Gracias, eso es todo lo que pedimos. Solo queremos demostrar que no todos somos enemigos.

En ese momento, Morwen llegó al grupo acompañada por Sigfrid y Lysandra. Con una expresión seria, se dirigió a todos, pero sus ojos se centraron en Sarah y Evildark.

—Me alegra escuchar que habéis decidido cooperar —dijo Morwen—. Venía a proponeros seguir el viaje encerrados en un baúl o realizar una promesa de no intentar escapar hasta no llegar a nuestro destino.

Sarah y Evildark se miraron antes de asentir. —Estamos dispuestos a cooperar —dijo Sarah con firmeza—. Preferimos quedarnos fuera y colaborar.

Evildark asintió en silencio, sus ojos fijos en Morwen. La determinación en sus rostros era evidente.

Morwen sonrió levemente. —Muy bien. Os someteré a un pacto con Nerthys. Debéis entender que el incumplimiento significa la muerte.

Sylvia sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar esas palabras. Recordó su propia maldición y cómo fue sometida a una plegaria similar en el templo de Nerthys. El pensamiento se desvió hacia cuántos de sus amigos podrían haber muerto hasta ese momento, haciéndola temblar.

Morwen alzó las manos y comenzó la plegaria con una voz solemne y resonante:

—Magna Nerthys, custos alterius mundi. Si Sarah et Evildark promissionem non servent fugamque moliantur antequam ad monasterium insulae sanguinis perveniant, tecum eos duce.

Sylvia observó cómo el pacto tomaba forma, sintiendo una mezcla de miedo y reverencia. Lysandra, que había estado escuchando atentamente, frunció el ceño al escuchar el nombre del destino.

—El monasterio de la isla de la sangre —repitió Lysandra, con una mezcla de incredulidad y temor—. ¿Cómo puede ser el sitio elegido un lugar maldito, encantado, abandonado y posiblemente en ruinas?

Antes de que Morwen pudiera responder, Sigfrid se adelantó. —Precisamente por eso es el último lugar donde nos buscarán. Ahora entiendo muy bien nuestros nuevos colores.

Lysandra miró a Morwen con evidente preocupación. —¿Realmente podemos ir a un lugar así? Es un sitio de leyendas oscuras y peligros.

Morwen se encogió de hombros, quitándole importancia. —Si ese sitio fuera tan inhabitable e indefendible, cuando lleguemos iremos a otro lugar. No debemos preocuparnos antes de tiempo. Nuestra prioridad es llegar allí sin ser descubiertos.

Lysandra asintió lentamente, aunque la preocupación no abandonaba su rostro. Sylvia, por su parte, se sentía algo más aliviada al saber que tenían un plan, aunque el destino pareciera tan sombrío. Mientras tanto, Sarah y Evildark asintieron, aceptando el pacto y la gravedad de su promesa.

Con las nuevas instrucciones claras y el pacto sellado, el grupo se preparó para continuar su viaje. La incertidumbre aún colgaba en el aire, pero ahora había una sensación de unidad y propósito renovado.