Apenas había luz afuera cuando Nic fue despertado por los golpes incesantes a su puerta. Abrió un ojo y buscó a tientas el reloj de bolsillo en la mesita de noche. Le había pertenecido a su padre y tenía muchos rayones y golpes en la carcasa plateada. 6:30 a. m.
—¡Oye! —Se escuchó una voz al otro lado de la puerta—. Esta fue tu idea, ¿podrías al menos no hacernos esperar?
Era la voz de Davo y sonaba demasiado resentido para estas horas de la mañana.
—Un minuto —gritó Nic mientras luchaba para levantarse de la cama.
Su primera clase adicional estaba programada para las 7 de la mañana con el Sr. Tenner, el profesor de Arcano. Todas las clases que Nic había solicitado fueron concedidas, y todas fueron programadas para antes o después del horario normal de clases.
Nic se vistió rápidamente. Era la clase de persona que se le dificultaba estar despierto a tempranas horas del día, estaba acostumbrado a estudiar a altas horas de la noche. Tuvo dificultad para ponerse la ropa del modo apropiado.
Cuando por fin abrió la puerta, Davo y Fanny ya estaban ahí esperándolo. Davo tenía la mirada llena de energía y su ropa parecía haber sido planchada. Fanny bostezaba y parpadeaba repetidamente para deshacerse del sueño.
—¿Tengo tiempo para cepillarme los dientes? —preguntó Nic.
—No —dijo Davo. Le extendió la mano que sostenía el cepillo dental de Nic—. Puedes hacerlo en el camino. No queremos darle a nadie una razón para estar más molestos con nosotros de lo que ya están, ¿no te parece?
Nic tomó el cepillo de dientes, se lo metió a la boca y cerró su puerta. Luego se detuvo cuando se dio cuenta que había una persona más esperándolo.
—Oh, ¿también vienes?
—Pensé que bien podría venir —dijo Simole—. Al fin y al cabo conseguiste estas clases de apoyo para todos nosotros.
—De hecho —dijo Fanny—, Nic no nece…
—Es mejor que nos demos prisa —lo interrumpió Nic—. No quiero que Tenner nos esté esperando.
Cruzaron caminando el campus en silencio. Davo iba al frente al lado de Nic. Fanny parecía necesitar dos pasos por cada paso que daba Davo para no quedarse atrás. Simole, quien era la de menor estatura, tenía cierto modo de desplazarse como si no se estuviera esforzando pero que de algún modo amenazaba con rebasarlos si lo hacía.
El ambiente era frío, y gris. No solo el clima, todo. Todo se veía diferente bajo la luz del amanecer. Pero no estaba desierto. Había personas yendo de un lado a otro haciendo todo tipo de acciones. Hombres con sombreros altos cargaban cajas o libros o piezas de equipo que no les parecía conocido pero probablemente tenían alguna función importante.
Nic los observó andar rápidamente por el lugar, parándose o acelerando ocasionalmente para salir del camino de otro. Había otros hombres con ropa normal de obrero y sin sombrero raro atendiendo las plantas y cortando el césped. Era un tipo de actividad muy diferente a cuando estaban presentes los otros estudiantes. Era mucho más tranquilo, para empezar.
—Si vamos a hacer esto a diario —dijo Fanny, jadeando para no quedarse atrás—, deberíamos preparar provisiones. No funciono bien a esta hora sin azúcar y café.
—¿De qué estás hablando? —dijo Davo—. Nunca te he visto tomar café.
—Tampoco me has visto despierto nunca a esta hora —contestó Fanny—. ¿Cómo se supone que nos concentremos si estamos medio dormidos?
—Habla por ti mismo —dijo Davo—. Mi padre solía hacerme trabajar en su tienda todas las mañanas antes de ir a la escuela. Me decía: «Si vas a dirigir este lugar algún día, necesitas conocer cada rincón», después me sacaba de la casa antes del amanecer.
Nic sonrió. A pesar de sus quejas, era obvio que Davo estaba orgulloso de su padre y que consideraba la manera en que fue criado similar a la de un soldado en un campamento de entrenamiento. Un soldado que no podía esperar para entrar a la batalla.
—Esto no es nada —continuó Davo—. Todo lo que tenemos que hacer es sentarnos y escuchar algunos cuentos sobre demonios. Solía tener que limpiar una bodega entera con una escoba vieja y después lavar las ventanas con un balde de agua fría y trapos. Todos los días.
Davo siguió hablando todo el trayecto a través de la plazuela, el edificio de la escuela y al entrar al salón que se les había asignado.
—Y aun así, llegaba a la escuela antes que los demás. Déjame decirte, los niños de hoy en día son muy mimados.
Ocuparon los asientos al frente, los cuales nunca ocupaban en sus clases normales. Siempre se esperaba de ellos que desaparecieran en la parte de atrás mientras los "verdaderos" estudiantes recibían todos los beneficios.
El Sr. Tenner entró unos segundos después. Era un hombre alto y de hombros estrechos. Todo su ser parecía estar muy junto. Sus ojos estaban muy pegados, sus labios estaban permanentemente apretados y sus fosas nasales parecían ser demasiado delgadas para proporcionar una cantidad suficiente de aire. Se detuvo ante el escritorio, se dio vuelta y sonrió. Tenía una sonrisa estrecha.
—Así que, ustedes son los Also-Rans de este año. —Era un término que los profesores no usaban normalmente, al menos no enfrente de los estudiantes—. Ansiosos para ser educados al máximo, ¿no es así?
—Sí, señor —mascullaron los Also-Rans, sin estar seguros de que se necesitara de una respuesta.
—Bien, bien. Bueno, ¿dónde empezamos? ¿Desde el principio?
El Sr. Tenner era el profesor a quien Mallory había descrito como alguien que detestaba enseñar y que sentía un gran desagrado por aquellos a quienes tenía que enseñar; sin embargo, fue el único profesor que no fue tomado por sorpresa por la solicitud de Nic. Aceptó inmediatamente y continuó con la clase, como si se esperara la solicitud. Esto sucedió antes de que el profesorado tuviera oportunidad de discutir el tema.
—Eh… —dijo Nic, aún sin estar seguro si las preguntas eran retóricas o no—, solo necesitamos saber lo que los otros estudiantes ya saben.
—¿De verdad? Tutt, ¿no es así?
—Sí, señor.
—Sí, señor —repitió Tenner—. Es un chico muy interesante, Tutt. Un tema de conversación muy popular en la sala de profesores. Oh sí, todos mueren por saber cómo es que un Also-Ran se las arregló para llegar tan alto en la clasificación nacional. Es un gran misterio. Desde luego, yo lo sé.
Nic levantó la mirada. No estaba escondiendo nada pero aun así sentía que estaba a punto de ser descubierto. Era una sensación inquietante.
—Verá, determiné que un chico tan notable como usted, Tutt, valía la pena ser investigado. Así que lo hice. Solicité los escritos de sus exámenes finales. Y vaya que fueron una lectura interesante. ¿Sabe por qué?
Nic negó con la cabeza.
—No , señor.
—Porque nunca había visto una falsificación tan perfecta.
Nic quedó demasiado conmocionado para hablar. ¿Estaba siendo acusado de hacer trampa? ¿De que falsificó sus respuestas? Volteó a ver a los otros con confusión, pero ellos solamente le devolvieron miradas de interés.
—No… no entiendo lo que quiere decir, señor. —Nic por fin pudo decir, tartamudeando—. ¿Está diciendo… ¿Qué está diciendo?
—Estoy diciendo que es un gran farsante, Sr. Tutt. Un gran, gran farsante. Las respuestas que dio en la prueba, a pesar de lo excelentes que pudieron haber sido, fueron en realidad falsificaciones exquisitamente fabricadas. Copias de respuestas, pero no las respuestas en sí.
Las cosas no se hacían más claras, pero Nic sentía que estaba siendo acusado de algo.
—Lo siento, señor, pero no hice trampa. En serio, no lo hice.
—¿Trampa? —dijo Tenner—. No, chico, me malinterpreta. No estoy diciendo que haya hecho algo malo. Al contrario. Les proporcionó exactamente lo que los examinadores querían de usted, aunque probablemente no se dieron cuenta. Bastante magistral. Sabe, la habilidad necesaria para falsificar una gran obra de arte no es menor a la necesaria para crear una. Ser capaz de convencer a todos de que lo que están viendo es la pieza original, es un gran logro.
El Sr. Tenner acercó las puntas de los dedos de una mano a los de la otra, formando una especie de "V" invertida, y las unió.
—Pero no es honesto. Les dijo lo que querían oír, no lo que realmente pensaba. No tiene nada de malo, desde luego. Las grandes carreras se construyen sobre tales tergiversaciones. Pero es una mentalidad peligrosa a tener en lo arcano.
Nic se sintió un poco mareado. Estaba a punto de llegar a algo. Un alegato, un castigo o probablemente una palmadita en la espalda. Era difícil saberlo.
—Lo arcano requiere que haga a un lado todo su sentido de identidad. Su ego, su autoestima, su orgullo. No puede engañar a lo arcano. Tiene que ser capaz de verse así mismo como es en realidad. Es por eso que hay tan pocos magos. Y todavía menos grandes magos. Espero que no esté planeando practicar magia, Sr. Tutt.
—No, señor —dijo Nic—. Realmente no lo he pensado en absoluto. —Su corazón había dejado de retumbar en su pecho. Estaba empezando a entender lo que su profesor hacía. Enseñaba arcano.
A diferencia de la clase normal en la que se entregaba información en lecciones largas y directas, aquí estaban siendo guiados a través de una simulación de lo que era estar en el interior de lo arcano.
—Dudo que un embaucador como usted tenga muchas posibilidades de pasar la Primera Prueba, ni qué decir del resto. Y definitivamente no debe asociarse nunca con ningún demonio. Si se acerca a un demonio con falsedad en el corazón, su alma será rápidamente devorada. En un instante.
El salón se quedó en silencio. La charla sobre demonios los sorprendió a todos. El Sr. Tenner no los había mencionado ni de pasada durante sus clases normales. Siempre eran lecturas fijas y largas listas de fechas. Lo Arcano era una asignatura monótona y pedante.
—¿De verdad existen los demonios? —preguntó Fanny con voz chillona, su voz apenas audible.
—Por supuesto que existen —contestó Tenner—. ¿De dónde más creen que los magos sacan su poder si no es de los planos demoníacos?
—Lo que quise decir es, ¿existen en este plano? —dijo Fanny, con un poco más de confianza—. ¿Pueden cruzar de su plano al nuestro?
—Ah, bueno, ésa es la cuestión, ¿verdad? Sin duda alguna podían hacerlo alguna vez, pero ahora… —La mirada de Tenner se tornó melancólica—. Pero si, por casualidad, uno encuentra el camino de regreso, asegúrese de ser tan sincero como pueda en su presencia —dijo, mirando a Nic de nuevo—. Por el bien de todos.
—¿Qué pasaría si le hace creer su mentira? —preguntó Nic.
Esta vez fue el turno de Tenner de sorprenderse. Se sentó y se tocó repetidamente la barbilla con uno de sus largos dedos.
—Entonces, tendría un demonio vinculado a usted. Un modo maravilloso para obtener supremacía en este mundo. O posiblemente acabar con él. —El Sr. Tenner sonrió—. ¿Sabe qué más discerní al leer sus exámenes, Sr. Tutt?
Nic tenía miedo de preguntar. Así que solo negó con la cabeza.
—Dudo mucho que necesite lecciones adicionales para estar al mismo nivel que los otros estudiantes. De hecho, asumo que ya se encuentra muy por delante de la mayoría de ellos. Lo cual me lleva a preguntarme, ¿por qué entonces querría usted tener que cargar con lecciones adicionales que no necesita? —preguntó Tenner, mientras miraba a Nic con expectación.
Nic pensó en cuál sería la mejor manera de responder a la pregunta. Hubiera preferido no responder en absoluto, pero el Sr. Tenner parecía estar dispuesto a esperar.
—No necesito alcanzarlos, cierto —dijo Nic, intentando mantener la voz firme. Había una gran probabilidad de que esto terminara mal para él—. Pensé que si tenía la oportunidad de hablar con mis profesores en un ambiente más… privado, podría entender mejor algunas de las cosas que he estudiado y que se encuentran fuera del plan de estudios. Por mi cuenta.
Tenner asintió.
—Así que consiguió clases privadas. —Tenner levantó una mano y movió el dedo índice de lado a lado frente a Nic—. Qué poco escrupuloso, muy poco escrupuloso. Quizá un demonio realmente ha cruzado a este lado. Tal vez debería llevarlo a mi torre y hacer experimentos en usted, Sr. Tutt.
Tenner tenía una sonrisa en el rostro, pero no parecía muy alegre. Nic sintió su sangre helarse.
—Sinceramente, preferiría que no lo hiciera, señor.
Tanner se rió.
—¡Le creo! Así que desea expandir su comprensión de lo arcano, entonces procedamos. —A pesar de haber desenmascarado los motivos de Nic, para sorpresa de Nic, el Sr. Tenner estuvo dispuesto a continuar con las clases.
Salieron del salón después de más de una hora de enseñanza muy tangencial. Nic sentía que tenía una mejor comprensión de lo arcano, pero no de una forma que pudiera explicar. Los demás estaban igualmente confundidos por la lección poco ortodoxa. El grupo cruzó en silencio el campus para ir a la cafetería, para llegar y encontrarla cerrada. Se habían perdido el desayuno.
—¡No! —gritó Fanny—. No, no, no.
Procedieron a su primera clase del día, con los estómagos quejándose, pero no tanto como Fanny.
Atendieron a sus clases como siempre, sentándose al fondo de cada clase, tomando notas y siendo ignorados. Nic no tenía nada que aprender en esas clases y pasaba el tiempo pensando en las cosas que Tenner había dicho. Sus palabras parecían tomar un nuevo significado cada vez que pensaba en ellas.
A la hora del almuerzo, Fanny salió corriendo hacia la cafetería como si temiera que fuera a cerrar antes de que pudiera llegar. Cuando Nic y Davo llegaron, Fanny ya se encontraba en su pequeña mesa, comiendo con la boca llena. A su lado, comiendo con un poco más de moderación, estaba Simole.
—Entonces, ¿decidiste acompañarnos? —dijo Davo mientras se sentaban con sus bandejas en mano.
—Tengo que comer, como todos —contestó Simole.
—¿En serio? —replicó Davo—. Creí que podrías ser un vampiro. Que salías volando por la ventana de tu habitación para darte un banquete con la sangre azul de nuestros nobles compañeros estudiantes.
—Sería una comida un poco pobre y aguada —dijo Simole.
Davo rió y los otros contuvieron las risitas, mirando alrededor con culpa en caso de que alguien los hubiese oído. Cuando llegaron al postre, hasta Fanny había dejado de quejarse y había un ambiente agradable alrededor de su pequeña y apartada mesa. Hasta que una sombra se asomó sobre ellos.
Todos alzaron la mirada para ver a un chico que se encontraba de pie a un extremo de la mesa. Sostenía una bandeja con platos vacíos, iba de camino a devolverlos. Se quedó ahí parado sin decir nada pero mirándolos fijamente de manera airada. Después se dio la vuelta y se fue.
—¿Qué fue eso? —susurró Fanny, poco deseoso de atraer de vuelta al chico extraño.
—Eso, Fanny, fue lo que en el mundo de los negocios llamamos marcar territorio.
—¿Qué es marcar territorio? —preguntaron Nic y Fanny a la vez.
Davo sonrió benévolamente, siempre estaba feliz de encontrarse en una posición en la que pudiera compartir su sabiduría.
—Marcar territorio es cuando le haces saber a tu competencia que lo tienes en la mira. ¡Una declaración de guerra! Pero a menor escala.
—¿Quiere entrar en guerra con nosotros? —preguntó Fanny, conmocionado.
—Bueno, no literalmente, al menos espero que no. Simplemente no le agradamos. Es una táctica de intimidación.
—Oh —dijo Fanny—. Está tratando de acosarnos.
—Exactamente —contestó Davo—. Guerra psicológica. Un arma que se utiliza contra los de mentalidad frágil, así que deberíamos estar bien. Fanny, da lo mejor de ti.
—Espera, ¿por qué me señalas?
Las clases de la tarde terminaron sin incidentes y después tenían otra clase adicional a la cual atender, esta vez con el Sr. Varity, el profesor de Historia Militar.
Caminaron pesadamente al salón de clases y entraron con precaución, listos para encontrar resistencia y ser cuestionados, del mismo modo que con el Sr. Tenner. Tal vez incluso más. El Sr. Varity había sido quien se opuso más a estas clases adicionales. Pero no hizo ninguna pregunta intencionada ni intentó develar las verdaderas intenciones por las que Nic solicitó estas clases. Parecía tener prisa para acabar con su obligación tan pronto como fuera posible y comenzó a explicar los principios básicos de una política exterior agresiva sin siquiera saludar.
Fue un recuento básico de cómo la diminuta nación de Ranvar se había convertido en una poderosa fuerza a pesar de estar rodeada de vecinos mucho más grandes. Nic estaba más que familiarizado con la versión autorizada; política arriesgada, negociaciones inteligentes y el uso táctico de fuerzas militares pequeñas pero altamente entrenadas. También sabía bien lo incompleta que era esa versión.
Pero junto a los nombres y fechas familiares que le habían enseñado en Hammond, el Sr. Varity incluyó un montón de nuevos detalles. Departamentos involucrados en tratados particulares, ministros responsables de establecer relaciones con poderes extranjeros, y hasta los nombres de los equipos de fuerzas especiales que fueron desplegados para "fomentar" soluciones diplomáticas.
Fue lo más cerca que Nic estuvo de escuchar a un profesor admitir la verdad acerca de la conocida política de diplomacia sin reservas de Ranvar. Conocida fuera de Ranvar, para ser exactos.
Nic había encontrado suficientes acusaciones indirectas y evidencia circunstancial en libros extranjeros —libros que fueron increíblemente difíciles de conseguir— para resumir la manera en que Ranvar se comportaba en la escena mundial. Para Nic no hacía diferencia, no se encontraba en posición de juzgar los métodos de sus mayores. Mantener dicha información fuera del dominio público lo hizo ver un poco turbio, pero podía haber cualquier número de razones válidas para ello. No cabía duda de que otras naciones se comportaban de manera similar, o peor.
Sin embargo, aparentemente se esperaba que los estudiantes de Ransom tuvieran una comprensión más realista de cómo funcionaba su gobierno. Lo cual tenía sentido, puesto que la mayoría de ellos estaría dirigiendo el gobierno dentro de poco tiempo.
Nic hizo muchas notas, comprobando cómo se escribían correctamente algunos nombres para poder investigarlos más tarde en su tiempo libre. Eran exactamente este tipo de detalles los que le conseguían puntos extras en los exámenes.
Después de una hora, se les permitió retirarse. El Sr. Varity había sido eficiente, paciente, y meticuloso. Tan pronto como terminaron, salió a toda prisa.
El edificio escolar estaba desierto, los otros estudiantes se habían retirado desde hace mucho, para ir a los clubes y equipos deportivos. A todas las actividades a las que los Also-Rans no habían sido invitados o a las que no se les había ofrecido la oportunidad de unirse.
—Cuando lleguemos a la casa de campo, ya será hora de regresar para cenar —dijo Fanny. Era un poco exagerado, pero tenía un punto. Realmente no valía la pena tener que caminar toda la distancia de regreso. Y Fanny estaba determinado a no perderse ni una comida más.
—Podemos ir a la biblioteca —dijo Nic.
—Buena idea —dijo Davo—. He estado teniendo la intención de ir a echarle un vistazo.
—Los veré en la casa —dijo Simole. Se dio vuelta y se fue.
—Creo que empiezo a agradarle —dijo Davo—. Ahora solo es cuestión de tiempo.
—No lo creo —replicó Fanny—. Probablemente seas demasiado pobre y aguado para sus gustos.
Caminaron la corta distancia hacia la biblioteca y cargaron sus pesadas bolsas al subir los escalones. El interior estaba más lleno que la última vez que Nic había visitado la biblioteca. Había pequeños grupos de estudiantes en la parte central, con grupos más pequeños recorriendo los estantes.
—Wow —dijo Fanny—. Nunca había visto tantos libros.
—Me parece una oportunidad desperdiciada —dijo Davo—. Podría instalarse fácilmente un pequeño quiosco en ese rincón para venderles bocadillos y bebidas a los estudiantes.
Nic tenía una muy buena idea de cómo reaccionarían los bibliotecarios a tal intrusión no académica. Aunque tampoco le molestaría tener un poco de chocolate caliente. Había sido un día largo y cansado.
—¿A dónde vamos? —preguntó Fanny. Todas las mesas parecían estar ocupadas y sabían muy bien cómo serían tratados en caso de solicitar compartir una.
Nic ya tenía un lugar en mente, un rincón oculto que había ubicado la última vez. Guió a los otros sin necesidad de hablar, lo siguieron instintivamente a medida que recorría los pasillos con estantes interminables, evadiendo expertamente a los otros estudiantes.
La mesa rodeada por tres libreros se encontraba desocupada, así que se instalaron en ella. Tenían tareas que hacer y Nic tenía plena confianza de poder terminar al menos una antes de que la cafetería abriera para servir la cena. La mesa se llenó rápidamente de libros.
A medida que trabajaban, haciéndose preguntas unos a otros tranquilamente, pero principalmente a Nic, la biblioteca fue vaciándose lentamente. Los dormitorios principales de los estudiantes se encontraban mucho más cerca que la casa de campo, por lo que los demás estudiantes podían regresar fácilmente a sus habitaciones sin tener que llegar tarde a la cena. Los tres chicos escribieron sin parar en sus cuadernos hasta que una vez más sintieron una sombra asomándose por encima de ellos.
Nic levantó la mirada, esperando ver al mismo chico, pero esta vez se trataba de otro. Este tampoco parecía muy amigable, pero tampoco tan hostil. Tenía el cabello negro, pulcramente peinado hacia atrás, y un conjunto de anillos y pulseras de oro. Su uniforme escolar, idéntico al suyo, parecía haber sido modificado para ajustarse a la pose exacta de superioridad que fingía.
—Tú. ¿Tutt? —Fue un saludo muy brusco.
—Sí. Yo. Tutt —respondió Nic.
Davo soltó una carcajada y la disfrazó rápidamente de una tos.
Al chico no parecía haberle causado gracia.
—¿Sabes quién soy?
Nic se encogió de hombros.
—Lo siento, no.
El chico asintió, como si hubiera esperado que este fuera el caso y se sintiera triste de tener la razón.
—Soy Brillard Epsteem —dijo el chico, y se quedó ahí parado, como si esperara algún tipo de reconocimiento.
—Oh —dijo Nic—. Hola Brillard.
—Hey, Brill —interrumpió Fanny.
—¡Qué hay, Brillo! —añadió Davo.
Brilard entrecerró un poco los ojos, tratando de averiguar si estaba siendo mofado. Nic hubiera pensado que era bastante obvio que ése era el caso.
—Soy el Presidente del Club Estándar de Ransom. —Hizo otra pausa llena de expectación, pero esta vez Nic realmente había escuchado acerca del club. Había sido mencionado en muchos de los libros sobre Ransom en el Librarium.
—Oh, cierto. Es el club para los mejores estudiantes. —Nic sonrió, esperando que su respuesta complazca al chico de rostro amargado.
—No es un club secreto, ¿verdad? —dijo Fanny—. Mi padre me dijo que no debía unirme a ningún club secreto. Te vendan los ojos y te ponen cosas horribles en la boca.
Nic no había leído acerca de ningún club como esos, pero no dudaba de su existencia. El padre de Fanny era un egresado, así que lo sabría. Y no sonaba muy atractivo.
—Por supuesto que no hacen ese tipo de cosas —dijo Davo—. ¿Las hacen?
—No —contestó Brillard, tratando de no perder los estribos—. No somos un club secreto, somos un club exclusivo. La entrada se le permite solamente a los estudiantes más ejemplares. Tutt, estoy aquí para ofrecerte la oportunidad de convertirte en un miembro.
—¿Una oportunidad? —preguntó Nic.
—Sí. Hay un proceso, incluye entrevistas, algunos exámenes y un periodo de prueba de seis meses. Todos tenemos que pasar por el mismo proceso. Ayuda a eliminar a la gentuza. —Miró hacia Davo y Fanny.
—Oh, cierto —dijo Nic—. Gracias.
—Bien. Lo primero que necesitas…
—Pero creo que estoy bien tal como estoy ahora.
El rostro de Brillard enrojeció.
—Qué… qué… —tartamudeó—. ¿Qué estás diciendo? ¿Nos estás rechazando?
—Oh, no —contestó Nic—. Es solo que no soy el tipo de persona que están buscando. Todos ustedes tienen la intención de solicitar entrada al Colegio Real, ¿no es así? —Había leído sobre la elevada tasa de aceptación para el colegio. Unirse al Club Estándar sería de gran beneficio para cualquiera que seriamente quisiera convertirse en un mago.
—Sí —dijo Brillard—. Ese es el propósito de nuestro club.
—Entonces no tiene caso. No tengo ningún interés en la magia.
—¿Ningún interés? —Esto pareció apaciguar al chico—. Ya veo. Supongo que tiene sentido. —Se dio la vuelta y se fue.
Lo vieron volver a su grupo, contándoles animadamente lo que había sucedido. Todos los chicos tenían el mismo peinado pulcro hacia atrás. Todas las chicas… Dizzy estaba sentada con ellas en la mesa. Nic levantó el libro que estaba leyendo para formar un pequeño muro tras el cual ocultarse.
¿Sabía que era él? ¿Fue suya la invitación? Ella no miraba en su dirección, tampoco era una de aquellos prestando atención a lo que decía el presidente.
—Pudiste haberte unido a los mejores y más brillantes —dijo Davo.
—Después de que te hayan vendado los ojos y te hagan comer cosas desagradables —añadió Fanny.
Nic se encogió de hombros.
—Solo sería otra Guerra Incruenta. —Cambió de página y miró disimuladamente por encima del libro. El Club Estándar se marchaba, llevándose a Dizzy con ellos.
—¿Qué tiene que ver la Guerra Incruenta? —preguntó Davo.
—Mismo método —contestó Nic mientras bajaba el libro.
—¿De verdad, Sr. Tutt? —dijo una voz detrás de ellos, haciéndolos saltar.
Nic se dio vuelta encontrándose con el Sr. Varity, que se hallaba ahí de pie, sosteniendo dos libros entre sus brazos y sus anteojos a media nariz.
—¿Acaso mis oídos me engañan? ¿Me es correcto asumir que acaba de rechazar una invitación al prestigioso Club Estándar de la escuela Ransom debido a la Guerra Incruenta?
—Ah, sí, señor.
—¿Y cómo se relaciona una guerra de hace quinientos años a este asunto, Sr. Bostware? —preguntó el Sr. Varity, redirigiendo la pregunta repentinamente hacia Fanny.
—Ah, um —dijo Fanny—. Bueno, eh, la Guerra Incruenta sucedió después de la derrota del Imperio de Coril. —Era lo único que podía recordar sobre la Guerra Incruenta.
—Sí. Factualmente correcto. Bien hecho. ¿Y cómo derrotaron al poderoso Imperio de Coril los ejércitos menos numerosos del Reino Ranvariano?
—Oh —dijo Fanny—. Lo sé…
—¿Sr. Connoling? —Varity se dirigió ahora a Davo.
—Ah, formaron una alianza con Fordor, su vecino y enemigo más antiguo.
—Así es. Unieron fuerzas para derrotar a su enemigo en común. ¿Y qué le sucedió a Fordor después de la derrota de Coril?
—Ooh —dijo Fanny—. Invadimos a Fordor y se rindieron inmediatamente. La Guerra Incruenta. —Sonrió de oreja a oreja, celebrando su logro ante la adversidad, pero sin estar seguro de por qué estaba siendo forzado a recordar estos hechos arcaicos.
—¿Y cómo fue eso posible? ¿No era Fordor una nación de tamaño comparable al de Ranvar?
—Sí —contestó Fanny, repentinamente dándose cuenta de que no sabía por qué los Fordorianos se habían rendido con tanta facilidad—. Fue…
—Sr. Tutt, quizá pueda aclarárselo a su amigo.
—Ranvar ofreció ayuda para modernizar Fordor durante su alianza. Reconstruyó sus caminos, sus alcantarillas, reparó sus defensas. Al final de la guerra con los Corilenses, la infraestructura de Fordor ya era construcción Ranvariana casi en su totalidad. Conocíamos sus fortalezas y debilidades, controlamos sus suministros básicos y rutas de transportación. Dependían de nosotros, y podíamos cortar sus suministros en cualquier momento que lo deseáramos. Era más fácil simplemente rendirse.
—¿Y el Club Estándar? ¿Cree que le usarán como les convenga y después le harán a un lado cuando crean que es el momento correcto?
—Es lo más probable, señor.
—Bien podría estar en lo correcto, joven. Es un análisis muy perspicaz de la Guerra Incruenta, Sr. Tutt. No creo haber escuchado a nadie ponerlo de mejor manera, o más concisa, especialmente debido a que la mayoría de los registros han sido suprimidos. Incluso podría ser arrestado si repitiese en público lo que acaba de decir. —El Sr. Varity sonrió—. Lo que me lleva a la pregunta más importante, ¿por qué alguien con un conocimiento tan exhaustivo de la historia Ranvariana necesitaría ocupar mi valioso tiempo con clases de apoyo?
—Ah, bueno, es…
La lección de Tenner acerca de ser honesto había tocado una fibra sensible con mucha fuerza en Nic. Necesitaba recordar que demasiada honestidad tenía sus propios inconvenientes. Había que tener cuidado de no ofender demonios, pero también había peligros de sobra de los cuales cuidarse, peligros más inmediatos.
Autor: V. Moody
Traducción: Sin Especialidad
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