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4 - Plan

Mallory bajó las escaleras, silbando una melodía alegre.

—Cierto, vayamos a echar un vistazo por ahí —dijo, como si hubiera arreglado esto con ellos de antemano.

—¿Echar un vistazo a dónde? —preguntó Fanny. Salieron del cuarto de Nic, un poco desconfiados por el cambio repentino de actitud de Mallory.

—El campus, por supuesto. Necesitarán saber dónde se encuentra todo. No estaré aquí siempre para decirles, ¿saben?

Salieron de su nuevo hogar y siguieron a Mallory. El sol brillaba con intensidad aun cuando el verano había terminado oficialmente. Los sonidos de niños emocionados llegaron flotando con la brisa templada.

—Daremos un paseo rápido —dijo Mallory—, y después almorzaremos en la cafetería. Esa deberá ser una experiencia que les abra los ojos —dijo, mientras reía para sí.

Nic ya conocía la distribución del campus. Encontró numerosos mapas en el Librarium y los copió en su cuaderno, lo cual lo ayudó a memorizarlos. Eran mapas bastante viejos, pero la escuela probablemente no había cambiado mucho los últimos cientos de años. Estaba contento de obtener un paseo con guía. Viendo todo en persona era muy diferente a ver las formas en un pedazo de papel.

—Por allí está el edificio principal de la escuela. —Mallory señaló al edificio más grande que estaba detrás del resto—. Pueden ignorarlo, solo los estudiantes normales pueden usarlo y nosotros no somos estudiantes normales.

—Es una estructura muy impresionante —dijo Davo, incapaz de ocultar su admiración por los chapiteles y torres—. Debe ser una buena vista adentro.

—Ni siquiera pienses en ello —dijo Mallory—. No serán bienvenidos allí. Este edificio de aquí, es donde los estudiantes de clase superior tienen la mayoría de sus clases. Como pueden ver, no está muy lejos de nuestros alojamientos, así que pueden ir y venir sin molestar al resto de la escuela. Y es así como les gusta.

El edificio tenía la misma apariencia anticuada que el resto. Grande e imponente, y también un poco siniestra. Gárgolas miraban con intensidad desde las paredes y techo como si estuvieran considerando saltar.

—¿Qué hay de ese edificio? —preguntó Nic, señalando hacia una torre que estaba colocada a un lado, levantándose desde el centro de un grupo de árboles. No estaba en ninguno de los mapas que vio.

—Oh —dijo Mallory—. Sí. Querrán mantenerse alejados de la Pagoda. No es muy segura.

La Pagoda era cuadrada con múltiples aleros separando sus pisos. Era muy estrecha y no tenía ventanas.

Todos se detuvieron a observar la extraña estructura.

—¿Por qué no es segura? —preguntó Fanny—. ¿Va a caerse?

—No —dijo Mallory—. Probablemente no. Es el proyecto predilecto de Tenner. Probablemente no saben quién es, ¿o sí? Enseña Arcano.

Arcano era una de esas asignaturas que no era cubierta por la mayoría de las escuelas. Era la historia de la magia; cómo fue descubierta, quiénes fueron los más grandes exponentes, los efectos en la sociedad a través de los siglos. Era considerado mayormente inútil y mucho de ello era apenas creíble. En el mejor de los casos los registros eran incompletos y la mayoría de lo que se sabía era anecdótico.

—Es lo que le enseña a los de primer año —continuó Mallory—. A los de segundo año, les enseña demonología. Esa es su verdadera pasión. No enseñarla, él odia enseñar casi tanto como odia a los estudiantes, está intentando invocar demonios. Para eso es la Pagoda. Es una antena gigante enviando señales al otro lado, a donde sea ese lugar. Enviando invitaciones, supongo.

—No puedes estar hablando en serio —dijo Davo—. ¿Ha hecho contacto con demonios?

—Oh, no —dijo Mallory—. Por supuesto que no. Nadie ha podido hacer eso en por lo menos mil años. Incluso entonces, ¿quién sabe si en verdad lo hicieron? Tenner está obsesionado con eso. Solo aceptó el puesto aquí porque le prometieron financiar su investigación y darle esta cosa. Nadie sabe qué es lo que hace allí dentro. Escuchas cosas muy extrañas viniendo de ahí. Principalmente gritos.

Nic miró la Pagoda de arriba abajo como si pudiera encontrar algún chisporroteo perdido de luz sobrenatural. La magia era tan poco común y alejada del público que era muy raro ver algo tan fuertemente imbuido con ella. Incluso si, como en este caso, no funcionaba.

Pasaron la siguiente hora caminando de edificio a edificio con Mallory explicándoles para qué se utilizaban, exponiendo fuertemente cuáles debían evitarse y en cuáles no se les admitiría entrada. También añadió sus pensamientos sobre el profesorado y estudiantes, pero mantuvo la mayoría de eso en voz mucho más baja.

Alrededor de ellos, los estudiantes corrían de un lado a otro, aparentemente de camino a los eventos y reunión de inicio de trimestre. A los cuales los Also-Rans no fueron invitados. Ninguno de ellos le prestó atención al grupo de cuatro siendo guiados con ojos abiertos ampliamente y cabezas moviéndose por todos lados para observar las vistas.

Terminaron en un edificio largo, de techo bajo con muchas mesas y sillas. Había muchos edificios como este en el campus, Mallory explicó, y este era específicamente para las clases superiores. Desayuno, almuerzo y cena eran provistas en horas específicas, y si llegabas tarde, entonces te quedabas sin comer.

Tomaron sus bandejas y caminaron hacia la fila, sin diferencia alguna de cualquier otra cafetería escolar. Solo había unos cuántos estudiantes más comiendo, pero Mallory los llevó a una mesa en una esquina alejada del resto.

—Normalmente hay mucha más actividad que ahora, pero es el primer día de regreso y todos siguen saludándose de manos y dándose palmadas en la espalda. —Hablaba con tanta amargura que Nic se sintió tentado a ponerle un poco de azúcar a su agua.

—Esta cosa es apenas comestible —dijo Davo, poniendo un tenedor lleno de zanahorias demasiado cocidas en su boca—. ¿Y han notado lo similares que son las porciones?

Nic miró de un plato al otro. Todas parecían notablemente similares. No solo las mismas cosas, sino que también las mismas cantidades.

—No me sorprendería si todos tenemos el mismo número de guisantes —dijo Davo, jugueteando con su plato.

—Sí —dijo Mallory—. Los trabajadores de la cocina son los únicos que tratan a todos por igual en esta escuela. Una vez que comas aquí por suficiente tiempo, probablemente desearás que no lo hagan. Hay una tienda escondida detrás de la biblioteca, les mostraré al regresar.

Regresaron a sus habitaciones después de una larga caminata con Mallory señalando constantemente cada bello edificio y todos los defectos de la gente en su interior. El viejo trabajando en la tienda escondida, que mayormente vendía bocadillos y dulces, fue el único que recibió una reseña positiva. No parecía más amigable que nadie más, hizo un gruñido bajo mientras tomaba su dinero.

Mallory desapareció al instante al final de las escaleras cuando volvieron a la casa de campo y Davo suspiró de alivio.

—Estar con ese sujeto es agotador. Si trabajara en una de las tiendas de mi padre, habría sido despedido hace mucho.

—Es un poco deprimente —dijo Fanny—. Y es el que logró superar el primer año. ¡Imaginen cómo eran los demás!

—No pueden ser peor que Don Miserable —dijo Davo mientras meneaba la cabeza—. Bueno, yo no voy a terminar así, se los aseguro. ¿Qué pasó con la chica?

Nic miró alrededor. No había señal alguna de Simole.

—Entró a su cuarto —dijo Fanny, señalando la puerta detrás de él.

—Increíble —dijo Davo—. Ni siquiera escuché cerrarse la puerta. Es como un fantasma.

Era cierto, ella parecía ser capaz de desaparecer incluso cuando se encontraba de pie justo a tu lado.

—El equipaje sigue sin aparecer, entonces —dijo Davo—. Supongo que tomaré una siesta. Ese pudín realmente cayó pesado. —Dio unas palmadas en su estómago y entró a su cuarto. Nic y Fanny intercambiaron miradas e hicieron lo propio.

El cuarto no se volvió más interesante de lo que era la última vez que estuvo ahí y Nic se aburrió rápidamente. No acostumbraba a tomar siestas y por primera vez en su vida no tenía trabajo que hacer. Salió de nuevo para encontrarse con el pasillo vacío. Se escuchaba un ruido que venía del piso de arriba que no le apetecía investigar. Nic salió de la casa y se dispuso a cruzar el campus. Había un tipo de lugar en el que nunca se aburría, y casualmente había uno cerca.

La biblioteca de la escuela se encontraba al lado opuesto del campus pero a comparación de las distancias que normalmente tenía que viajar, fue un paseo agradable y de menor inconveniencia. Disfrutaba explorar este mundo desconocido con su arquitectura extraña y tradiciones antiguas. Estructurada y ordenada con una plétora de reglas y regulaciones las cuales, más que ser restrictivas, solo hacían más fácil entender los principios subyacentes que gobernaban este lugar. Una vez entendías algo, manipularlo se volvía algo simple.

Los jardines de la escuela se hallaban más tranquilos ahora. La mayoría de los estudiantes se habían saludado unos a otros y regresado a sus cuartos a desempacar y acomodarse. Miró casualmente por las ventanas mientras avanzaba, viendo momentáneamente a algunos compañeros estudiantes, con una estudiante en particular siempre presente en su mente.

La biblioteca era enorme. Mucho más que la de Hammond. Subió trotando las escaleras de piedra y se detuvo para mirar las estatuas de piedra a cada lado de la entrada. Algo con alas que no podía identificar. Si estuvieran basadas en una criatura real, nunca las había visto en un libro, y había leído muchos libros.

Mallory les había señalado la biblioteca pero no se molestó en llevarlos al interior. Sus comentarios mordaces sobre el personal no sorprendieron a nadie. Pero Nic no estaba preocupado. Estaba acostumbrado a la mirada dura y crítica de desaprobación de un bibliotecario, y se consideraba inmune.

En el momento que dio un paso en el interior de la biblioteca, quedó pasmado de asombro. Había estado en muchas bibliotecas en su vida, pero ninguna, ni el Librarium, había causado que su corazón se acelerara de esta manera.

Los muros circulares del edificio estaban llenos de libros, hasta arriba con balcones que los dividían en varios pisos. Sus lomos de colores formaban patrones en espiral como si un artista los hubiese colocado cuidadosamente para crear un mural glorioso. Casi podía sentir que los libros se movían. Yendo y viniendo como olas del mar.

No había sonido y no podía ver a nadie, pero Nic era un veterano de muchas bibliotecas y no sería engañado. Siempre había alguien cerca, esperando para clavarte una mirada inquisitiva. No tenía idea de si se le permitía la entrada aquí ahora. Podría necesitar registrarse para recibir una tarjeta de la biblioteca, o atender a un curso de inducción. Se había encontrado con muchas reglas y regulaciones durante el tiempo que había pasado en bibliotecas, todas inútiles, y la mayoría eludibles.

Nic se alejó rápidamente de la entrada y se acercó a un espacio oscuro entre dos estantes altos que se curvaban alineándose perfectamente entre sí. Recorrió los libros con los ojos, anotando mentalmente los que revisaría en su próxima visita; tomaría mucho tiempo explorar este nuevo mundo en su totalidad.

Había repisas pesadas de madera, cuadradas y sólidas, tan inamovibles como los muros de un castillo, más altas y lejos de su alcance, extendiéndose en todas direcciones, creando pasadizos y corredores; un laberinto en el que cada ruta era la correcta. Nic los atravesó con reverencia.

Había libros aquí que nunca antes había visto, algunos de los que nunca había escuchado. Sus dedos se deslizaban a lo largo de los lomos a medida que se movía en silencio de una repisa a la siguiente, saltando rápidamente entre los espacios como si no quisiera ser visto.

Cuando recorrió cerca de una cuarta parte del área, pudo ver el centro de la biblioteca donde se encontraba un área abierta. Había un gran escritorio circular detrás del cual se hallaba una mujer de aspecto austero que podía ser una anciana con un rostro juvenil, o una joven con un andar encorvado. Se movía lentamente de un lado al otro, moviendo libros sin razón aparente.

Alrededor del gran escritorio se encontraban muchas mesas pequeñas con sillas. Todas vacías, a excepción de una. Había cinco estudiantes reunidos, inclinándose sobre los libros abiertos sobre la mesa. Estaban demasiado lejos como para que Nic pudiera escuchar lo que decían, o, con mayor probabilidad, susurraban, pero podía notar que discutían seriamente sobre algo.

Le asombraba que ya se encontraran trabajando cuando el trimestre aún no comenzaba, pero quizá éste fuera la costumbre Ransom. Puede que ellos sean los estudiantes de élite destinados a algún día ser los líderes del reino. Quizá incluso, como Fanny, buscaban entrar al Colegio Real y convertirse en magos.

A pesar de la obvia división creada por la clase social y riqueza, el Colegio Real era un lugar donde los padres no tenían influencia y ninguna cantidad de dinero sería suficiente para asegurar un lugar. Nic no estaba interesado en convertirse en mago, pero era admirable ver a otras personas trabajando duro para conseguir lo que deseaban.

Nic se quedó paralizado. Una de las chicas se levantó y tomó un libro frente a otro estudiante, causando que el último se quejara a modo de juego. La chica que había tomado el libro el cabello negro y largo, que se deslizó a un lado de su rostro, y, en ese momento, Nic la reconoció.

Era ella. No había ninguna duda en su mente. Habían pasado más de cinco años y se veía completamente diferente y, a la vez, completamente igual.

Nic se escondió apresuradamente. Mirando a escondidas por el borde de la repisa, mirándola de nuevo.

Desde luego, sabía que se toparía con ella en algún punto. Era inevitable. Pero no estaba preparado, no ahora. Estaba rodeada de amigos, feliz. No lo extrañaba, probablemente ni siquiera lo recordaba. ¿Qué estaba haciendo aquí?

Su corazón latía fuertemente en su pecho y podía sentir el sudor en su frente. En definitiva no podía permitir que ella lo viera así. Se dio la vuelta y chocó con una mujer alta.

—¿Puedo ayudarle? —preguntó la seria bibliotecaria, mirándolo fijamente. Era más joven de lo que Nic había pensado.

Bibliotecarios, eran criaturas mágicas. Al menos para Nic, lo eran. Con poder absoluto en su dominio, exudando autoridad y orden, en posesión de conocimientos más allá del de simples mortales. Han oído de él, saben dónde está. Si existía, podían conseguirte una copia. Y tenían la misteriosa habilidad de aparecerse de la nada.

—Eh, no, solo estaba… —Pasó a un lado de ella y se dirigió hacia la salida. Ella tosió con cortesía para llamar su atención pero él la ignoró.

¿Lo habrá visto Dizzy? ¿Sabía siquiera que había logrado entrar a la escuela? ¿Vio su nombre en el periódico justo debajo del de ella? No, no. No había manera. Salió de la biblioteca y bajó corriendo los escalones y siguió corriendo hasta llegar a su cuarto.

Cuando volvió a la casa de campo, sin aliento y con su corazón latiendo con aún más fuerza, Fanny y Davo estaban sentados en el espacio entre sus cuartos frente a una fogata. Había una chimenea oculta detrás de una cubierta y un montón de ramas en el piso que evidentemente habían recogido afuera.

—Bastante bueno, ¿no te parece? —dijo Fanny.

—Estábamos aburridos —explicó Davo—. ¿Dónde has estado?

—Fui a la biblioteca —dijo Nic, aún sin aliento.

—¿Y por qué estás tan falto de aliento?

—Es una biblioteca grande —dijo Nic, luego se sentó en el piso con ellos—. Buena fogata. ¿Están seguros de que la chimenea funciona? No vi nada de humo cuando volvía.

Davo arrojó más ramas al fuego. Tronaron y el humo fue soplado a sus caras.

—Puede que necesite ser desbloqueada —dijo Fanny, tosiendo.

—Hubo una entrega mientras estabas fuera —dijo Davo—. Nuestro equipaje. Junto a unos libros de texto y un plan de estudios. Todos estamos en las mismas clases, lo cual debería facilitar las cosas.

Se escucharon pasos fuertes bajando las escaleras y Mallory llegó corriendo y tosiendo.

—¿Qué están haciendo? —gritó—. Eso no es una chimenea. Apaguen el fuego antes de que incendien toda la casa.

Apagaron el fuego rápidamente. La chimenea resultó ser un ascensor de servicio en desuso y habían llenado el piso superior de humo. Abrieron las ventanas y se disculparon.

Después de terminar de arreglar el desastre, Nic fue a su cuarto. Su maleta estaba en el piso. En su pequeña mesa se encontraba una pila de libros y un pedazo de papel en el que decía qué clases tenía cada día y en cuál salón.

Reconocía los libros de texto, aunque todos estaban obsoletos y cayéndose a pedazos. Los Also-Rans tenían una beca completa y todas sus necesidades académicas eran provistas por la escuela. Pero comprar nuevas ediciones cada año sería un desperdicio de dinero. Un desperdicio muy pequeño de dinero, pero Nic empezaba a darse cuenta de que a la escuela le gustaba ahorrar cuando podía.

Davo indudablemente podía costear sus propios libros. Probablemente tenía las ediciones más recientes encuadernadas en cuero exquisito y estampadas con láminas de oro. Los demás tampoco parecían venir de familias pobres.

Tomó un libro —Almanaque del Oeste de Margoly— y lo hojeó. Algunas páginas cayeron del libro. Afortunadamente, Nic no necesitaba actualizar ninguno de ellos a las versiones más nuevas. Ya había aprendido todo lo que podía de libros tan básicos.

Despertó temprano la mañana siguiente y se vistió con el uniforme escolar, que consistía de pantalones y chaqueta negro, una camisa blanca y una bufanda extraña que se supone debía usar alrededor de su cuello como una corbata. Era incómoda, pero esperaba que hiciera que los otros Also-Rans y él sobresalieran un poco menos.

Los tres chicos se quedaron parados mirándose en sus nuevas y tiesas ropas, y rieron a carcajadas.

Tocaron a la puerta de Simole pero no hubo respuesta.

—Creo que ya se fue —dijo Fanny.

Fueron en grupo a la cafetería para desayunar. Esta vez se encontraba mucho más lleno, inundado por un mar de conversaciones. Una mesa se encontraba totalmente vacía.

—No hay razón para sentarnos ahí —dijo Davo—. Hay espacio de sobra allí. Y allá.

Vacilaron, cruzaron miradas, y luego se dirigieron a la mesa pequeña que habían usado el día anterior con Mallory. Fueron ignorados por el resto de los estudiantes.

La primera clase del día era Historia Militar. Llegaron al edificio con tiempo de sobra pero encontrar el salón les tomó un tiempo, principalmente debido a que ninguno de ellos se sintió con suficiente confianza para pedir indicaciones, y porque nadie las ofreció.

Cuando por fin encontraron el salón en el segundo piso del edificio, los otros estudiantes estaban sentados, incluyendo a Simole, y los únicos lugares vacíos se encontraban al fondo. Nic recorrió la clase con la mirada rápidamente para ver si ella estaba aquí, pero no estaba, para su alivio. Tomaron sus asientos y esperaron al profesor.

El Sr. Varity era un hombre bajo y gordo. Tenía patillas largas y grises, y un anillo de cabello blanco alrededor de su cabeza calva.

—Así que, aquí estamos —dijo, mientras desempacaba un pequeño estuche y colocaba un fajo de papeles sobre su escritorio—. No quiero que ninguno de ustedes crea que este año será parecido en lo más mínimo al anterior. Eso fue una simple escaramuza, esta es la verdadera guerra.

Hubo algunas risitas disimuladas que se detuvieron a la brevedad cuando el Sr. Varity miró airadamente a los ofensores.

—Estimo que la mitad de ustedes reprobará los exámenes de fin de año, pero para el final del año escolar, serán excesivamente competentes en ello, bueno, al menos la mayoría de ustedes. Así que… —Pausó—. ¿Qué hace esa mano? ¿Te estás estirando?

—Tengo una pregunta, señor —dijo Nic, con la mano levantada por sobre su cabeza.

—¿Una pregunta? ¿Una pregunta? Todavía ni siquiera empiezo. ¿Qué podrías tener que preguntar? ¿Cómo te llamas?

—Tutt, señor. Nicolav Tutt.

—Me suena un poco conocido. ¿Tienes algún hermano?

—No, señor —dijo Nic—. Soy hijo único.

—Bueno, ¿entonces de qué se trata? Y ponte de pie cuando estés hablando.

Nic se puso de pie y sintió los ojos de toda la clase fijándose en él. especialmente la de Davo.

—Es solo que el currículo de mi antigua escuela no cubrió tanto como ésta.

—Ah, ya veo. Eres un… estudiante transferido. Bueno, entonces no puedo decir que esté sorprendido. Es de esperarse. —Hubo más risitas, esta vez sin ser reprimidas—. ¿Qué te gustaría que haga al respecto?

—Esperaba tener lecciones adicionales fuera del horario de clases —dijo Nic.

—¿Y por qué haría eso?

—Porque las reglas de la escuela dicen que tiene que hacerlo.

Hubo un largo momento de silencio antes de que el Sr. Varity estallara.

—¿De qué rayos estás hablando? ¿Cuáles reglas?

—Bueno —dijo Nic tranquilamente, pero haciendo lo mejor que podía para no sonar provocador—, la que dice que puesto que los Also-Ra… digo, los estudiantes transferidos no tienen el mismo nivel de enseñanza que los estudiantes de Ransom, los profesores se ofrecerán a estar disponibles para dar clases particulares. Creo que en la Sección 3, párrafo…

—Olvida eso. —El Sr. Varity exclamó—. No tengo tiempo para darte lecciones particulares. Ya tengo bastante con mis deberes normales. Con o sin regla, es imposible.

—Sí señor —dijo Nic—. ¿Podría tener eso por escrito?

La cabeza calva del Sr. Varity se había puesto rojísima.

—¿Por escrito? ¿Para qué?

—Necesitaré proporcionar una prueba de que mi solicitud ha sido rechazada cuando vaya al consejo escolar, señor. —Nic había pasado mucho tiempo revisando las reglas de la escuela y las ordenanzas del gobierno. Se encontró con muchos fragmentos útiles de información allí.

El Sr. Varity seguía muy quieto, a excepción de su ojo izquierdo que estaba palpitando.

—Ya veo. Bueno, déjame indagar al respecto y te daré una respuesta.

—Sí, señor. Gracias, señor —dijo Nic y se sentó.

Hubo un breve momento de confusión mientras los otros estudiantes intentaban procesar lo que acababa de ocurrir, pero eventualmente las cosas se calmaron y el Sr. Varity comenzó con la clase.

A Nic la clase le pareció bastante sencilla. Era todo lo que ya había estudiado por su cuenta. Además de encontrar las reglas escolares de Ramsom, también encontró el currículo y se aseguró de estar al día en todas sus asignaturas.

La siguiente clase fue Cálculo Avanzado. La profesora era la Sra. Finleaves y, después de repasar lo que cubrirían durante el trimestre, ella también se enfrentó a la mano levantada de Nic.

Su reacción fue similar a la de Varity, aunque no tan vociferante.

En la hora del almuerzo, los tres chicos volvieron a la cafetería, y Simole desapareció otra vez tan pronto como sonó la campana.

Esta vez, no fueron ignorados cuando ocuparon sus lugares en la mesa pequeña. Muchos ojos miraban en su dirección.

—Este no es el plan que acordamos, ¿sabes? —dijo Davo—. Esto difícilmente pasaría por mantener un bajo perfil, ¿no crees?

—Si podemos recibir algunas lecciones adicionales, no voy a oponerme —dijo Fanny—. ¿Le has dado un vistazo a tu libro de Cálculo Avanzado? Nada después del capítulo tres tiene sentido para mí.

—Bueno, desde luego —dijo Davo—. Obviamente estamos en desventaja aquí, y la ayuda sería muy bienvenida. Pero aun así, estás armando un pequeño escándalo, Nic.

—Solo les estoy pidiendo que sigan sus propias reglas —dijo Nic—. ¿Te parece algo irrazonable?

Mallory apareció con una bandeja de comida y se sentó con ellos.

—¿Pasó algo? ¿Por qué los están mirando todos? Hace un año, pasó casi un mes antes de que alguien notara nuestra existencia.

Todos se encogieron de hombros y continuaron comiendo.

Las cosas cambiaron después del almuerzo. Cuando Nic alzó la mano en la clase de Ley y Justicia, el Sr. Brittum le informó que se le había enterado de la solicitud de lecciones adicionales de Nic y que sería informado por la oficina escolar de cuándo tomarían lugar dichas clases. Al parecer los profesores lo discutieron durante el almuerzo y tal vez comprobaron el libro de reglas. Nic no realizó más peticiones.

Cuando volvieron a la casa de campo, había notas deslizadas bajo la puerta de cada uno con detalles de sus clases adicionales. Algunos eran antes del horario escolar, otros después. Análisis Económico los sábados.

—Me imagino que están muy molestos contigo —dijo Davo.

—¿Quién? —preguntó Nic.

—Todos —dijo Fanny—. ¿Cuánto tiempo crees que nos tomará alcanzar a los otros estudiantes?

Nic se encogió de hombros.

—Ya estoy al día.

—¿En cuáles asignaturas? —preguntó Davo.

—Todas.

—¿Quieres decir que no necesitas ninguna de estas clases de refuerzo? —Davo estaba desconcertado—. ¿Entonces por qué insististe en tenerlas?

—Porque es difícil hacer preguntas complejas durante las clases. Los profesores siempre están muy ocupados. Pensé que sería más sencillo si tuviéramos sesiones más pequeñas con ellos. No hay punto en mantener el paso con los otros estudiantes, tienen una ventaja demasiado grande y todo está diseñado para el paso con el que están más cómodos. Solo pienso que sería mucho más fácil no quedar atrapado en medio de todo eso, y ponerme tan adelante de ellos como sea posible.

Autor: V. Moody

Traducción: Sin Especialidad

Aunque mi nombre de usuario aquí y en wttpd sea @SilentDrummer, en fb, tw y TMO me encuentro como @sinespecialidad. Lo sé, es raro.

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