—Estás despierto —Lila dejó el libro que tenía en las manos y se levantó de la silla acolchada en la que había estado sentada durante horas.
Fuera de la ventana, el sol ya casi se había puesto y la papilla en el cuenco que era para Jedrek se había enfriado, pues el rey había estado inconsciente desde su pelea con Maximus.
Jedrek entrecerró los ojos e intentó mover su cuerpo, pero no pudo hacerlo. Se sentía muy débil, como si no lo hubiera usado en mucho tiempo. —¿Qué pasó? —preguntó con voz ronca. Su garganta se sentía como si acabara de comer arena.
Lila se acercó con un vaso de agua en la mano y se sentó al borde de la cama, a su lado. Ayudó a Jedrek a acomodar las almohadas detrás de él, para que pudiera beber sin atragantarse.
—Mataste a Maximus, pero parece que él te hizo algo antes de morir —Lila sostuvo el cuello de Jedrek y lo ayudó a beber.
Jedrek tragó el agua con dificultad y se sintió un poco mejor cuando el agua fría humedeció su garganta seca. —¿Qué me hizo?
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