—Lidya, ¿qué pasó? —preguntó Bree a la bruja cuando Bryana la llevó adentro de la casa. La pequeña buscó inmediatamente a la bruja, porque sentía que ella tendría la respuesta a su pregunta.
Aun así, Lidya negó con la cabeza. —No sé, pequeña, pero es mejor que te quedes dentro de la casa. Ella despeinó la cabeza de Bree, pero sus ojos estaban fijos en la ventana abierta, que mostraba la lluvia que empezaba a caer del cielo. El fuerte aullido del viento era un sonido aterrador de escuchar en ese momento, como si pudiera derribar el edificio.
—¿A dónde vas? —Bree agarró el vestido de Lidya cuando estaba a punto de caminar hacia la puerta. —Es muy espantoso allá afuera, no puedes salir.
—Estaré bien, hay algo que debo hacer. —Lidya gentilmente desenredó los dedos de Bree de los suyos. —Debes mantener cerca a la gatita, ¿de acuerdo? —le hizo un gesto con la cabeza hacia la pequeña bola de pelo en el abrazo de la niña.
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