—Torak… —Raine lo llamó suavemente, su nombre rozó sus labios con anhelo. Si pudiera, correría hacia él y se lanzaría a sus brazos alrededorde su cuello y le diría lo arrepentida que estaba y cuánto lo extrañaba.
La bestia mantuvo sus ojos en ella y una sensación espeluznante comenzó a crecer en el aire mientras el corazón de Raine se negaba a sentir algo que no fuera miedo.
Raine dejó el plato que tenía en la mano e inhaló un respiro tembloroso mientras abría el candado de la celda con la llave que colgaba en la pared de piedra a su lado.
La puerta de la celda chirrió fuerte y eso puso nerviosa a Raine, se tensó, temiendo que alguien la oyera y la atrapara allí, sus ojos se fijaron en la parte superior de las escaleras oscuras, comprobando si alguien venía.
Pero para su alivio, no vio a nadie...
La mente de Raine dio vueltas cuando desvió la mirada hacia la bestia que tenía frente a ella.
El estado de la bestia blanca era desgarrador a pesar de la enemistad en sus ojos rojos.
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