César se sentó, cruzando sus piernas. A su lado estaba Nikolai.
Aunque el Señor Sergey se había opuesto a traer a Nikolai, no parecía importarle. Nikolai era su hombre de confianza, alguien en quien confiaba tanto como en Yuri. No había razón por la que no lo llevaría a una reunión tan sedienta de sangre.
Uno de los siete consejeros se aclaró la garganta, sintiendo la súbita tensión incómoda entre padre e hijo.
Antes de que comenzara la reunión, todos se pusieron de pie, inclinándose respetuosamente hacia él. —Alfa Supremo. Es bueno tenerlo aquí.— Todos ellos eran alfas estándar, igual que el Señor Sergey.
César asintió en reconocimiento, su mirada fija en su padre, que le lanzaba miradas lamentables.
—Tomen asiento —ordenó el Señor Sergey.
Los siete concejales se sentaron, tomando una profunda respiración.
—¿Sabe por qué ha sido llamado aquí, César? —preguntó el Señor Sergey. Por mucho que tratase de controlar su temperamento, su tono aún sonaba hostil.
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