—¿Por qué de repente tengo que unirme al entrenamiento? —preguntó Valerie, sonando perturbada. Alfa Denzel explicó con paciencia.
—Hay cinco Alfas abajo con unos doscientos cincuenta guerreros. ¿Quién crees que están aquí por?
—¿Por mí? —Valerie estaba sorprendida de que estos Alfas fueran a tal extremo por su lobo. El miedo cubrió sus ojos, y cuando el Alfa Denzel lo vio, sonrió un poco y la consoló.
—No te preocupes. Estarás segura conmigo. Te mantendré cerca. A menos que... —la miró fijamente y guardó silencio.
—¿A menos qué? —Valerie preguntó, incómoda con su repentino silencio. Alfa Denzel continuó,
—¿Que quieras irte con alguno de ellos?
La nariz de Valerie se arrugó en disgusto. El Alfa Denzel podría ser frío y desalmado, pero aún era diferente de otros Alfas. Eso le daba un sentido de seguridad, aunque la asustaba la mayor parte del tiempo. —Preferiría que me enterraras en ese agujero.
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