Iris Harrison observó como Jake Cole se acercaba, quería resistirse pero Jake la empujó hacia el sofá, no tenía fuerzas para defenderse.
No tenía ni la energía para levantarse.
Al ver esto, Jake Cole mostró una sonrisa cruel —Señorita Harrison, debería dejar de resistirse.
—¿Cree que alguien en la Ciudad Santa puede venir a rescatarla?
—Incluso si alguien pudiera salvarla, ¿quién se atreve a ofenderme a mí, Jake Cole?
—No sea ingenua, simplemente sométase. ¿Cómo dice el refrán? Si no puede resistirse, solo cierre los ojos y disfrútelo. No se preocupe, señorita Harrison, yo, Jake Cole, soy muy gentil —Jake continuó sonriendo maliciosamente.
Iris mordió su labio, mirando a Jake furiosamente, como un conejo asustado.
Viendo esto, la llama en el corazón de Jake ardía más fuertemente. Se quitó la camisa, exponiendo sus músculos bien tonificados —Señorita Harrison, ¡voy hacia usted!
—No tenga miedo, al principio puede sentir un poco de incomodidad, pero mejora.
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