Sueño, veía un sueño.
Un sueño no se diluye, un sueño que se repite, un sueño que no tiene final, un sueño que no finaliza. Una y otra vez, rehacerlo una y otra vez, equivocarse una y otra vez, corregirlo una y otra vez.
Mil veces girando.
De esta manera, cuando despertaba de su sueño vacío, lo primero que sentía siempre era un duro dolor de cabeza. ―…― un silencio que perpetra sus sentidos recién encendidos. Abriendo los ojos mientras se resistía a las somnolientas puntas de sus dedos, parpadeo varias veces para hacer su consciencia levantarse.
Aunque en su consciencia estaba presente una niebla ambigua, la circulación de su sangre fue mala por unos pocos segundos. A la vez que su consciencia fue liberada del sueño, el despertar trajo energía a su cuerpo. ―A… aaah…― en contraste con el levantamiento de su cuerpo, lo que escapo de su boca fue un sonido inane.
A simple vista, parecía estar actuando parcialmente dormido, pero esto era uno de sus rituales matutinos importantes. Al acostarse con la cabeza hacia arriba y vocalizar así, mucha información fluia en hacia él.
El tono de su voz, el establecimiento de su autoconsciencia, la seguridad de sus extremidades, la organización de sus recuerdos, la ejecución de sus actividades diarias, la presencia de su vida.
Al realizar las acciones predeterminadas cada mañana sin falta, confirmaba que tenia todo eso. Eso se convertía en prueba de que Midoriya Izuku había llegado a la mañana sin errores. ―Fwah…― haciendo a un lado el cobertor de la cama, junto con un bostezo, levanto parte superior de su cuerpo con un movimiento bajo sus piernas alzadas.
Mientras rascaba violentamente su cabeza, miro a su alrededor y se encontró con el diseño interior de su habitación. Muebles relativamente viejos y maltrechos junto a una cama ya arrugada y llena de hundimientos.
Pero donde izuku había despertado no era encima de aquella cama, sino del sofá colocando en el fondo de la habitación. Pasar sus noches ahí, envuelto y enrollado en un futón, se había vuelto un habito de sueño para izuku recientemente, no…
En estos años.
Simplemente le era difícil preparar, aunque fuera un poco, un ambiente cómodo para dormir. Como resultado de prueba y error, había aprendido que se sentía mas aliviado durmiendo en el viejo sofá de su habitación que en la misma cama.
Desde entonces, eso hacía.
…‖Esa era toda la historia‖…
O casi toda.
…
El tiempo que la mañana apenas albergaba despues del resurgimiento del sol, el chico estaba frente a un espejo. ―Bien, bien, así se queda.― revisando esa sonrisa, izuku se seco la cara con una toalla y pronto se cambio de ropa. Fue así que el decidió salir del baño encaminado a su habitación donde el tomaría un cambio de ropa muy normal.
Pues durante el tiempo que pasaba en su hogar, lo que portaba izuku era un atuendo muy informal siendo este solo un pantalón corto que apenas les llegaba a las rodillas, una camiseta blanca que tenia palabras es oscuro las cuales decían, "Camiseta", el par de sus tenis que siempre usa, aquellos de color carmesí y una sudadera que hace juego con su cabello.
Esa era su ropa de siempre.
No era muy consciente de la moda, o mas bien ignoraba el hecho de que la misma existía. No se trataba de un negamiento, era simplemente que para el esto no era de importancia alguna, además estaba el hecho de que vistiera lo que vistiera, el seguiría siendo igual. Pues gracias a esta forma de pensar, al paso de los años termino por afectar de diferentes formas a su capacidad de ver las cosas.
Desde la pequeña mariposa en medio de un cielo blanco que aletea con una fuerza, casi como el llanto de un bebe recién nacido.
Sin más, el tomaría su mochila y saldría de su hogar en camino a su destino no sin antes de cerrar la puerta, mirara el pasillo oscuro que queda tras su paso.
"¡Por aquí!"
Las alas de mariposa caen y se acumulan, el cierra sus ojos y lo único que ve es un niño cayendo de un edificio.
Fue así hasta que al abrirlos nuevamente se encontraba delante de una cama de hospital cabizbajo. Sentado en una silla metálica observa el despojado cuerpo sin fuerzas de un hombre de mediana edad sumido en sus delirios.
Con una macabra sonrisa, izuku solo desvía su mirada.
Una vez más parpadearía abriendo sus ojos una vez mas hasta terminar a las afueras del hospital sentado de una de las muchas bancas que estas habitaban ahí. Entonces a su costado, un hombre mayor estaba ahí. ―¿Cómo está el? ¿Cómo esta tu padre?― pregunto. ―¿Hmm?― izuku apunto su mirada a este. ―¿Sabes algo sobre mi padre?― cuestiono el pecoso. ―…si.― fue una respuesta seca por parte del hombre.
A esto, izuku regreso su mirada hacia sus manos en sus muslos. ―…Bueno, su progreso no ha sido muy bueno hasta ahora. Ha sido golpeado durando los últimos días por ese hecho.― izuku se detendría a medias elevando su mirada hacia el cielo. ―Todavía tengo mucho que agradecerle. Es por el que logre aguantar hasta donde estoy.― un suspiro apenas audible salio de su boca. Una mariposa posaría encima suya sobrevolando su cabeza.
―Pero… aunque parezca que soy ingrato… estoy empezando a creer que seria mejor si el no vuelve a despertar.― con una mirada perdida desviaría su mirada al costado de su asiento. ―Lo eh visto sonreír en sus sueños, algunas veces y dice el nombre de alguien que, entre murmullos, sé que no puede ser mi nombre… el obviamente piensa en ella.― no era desilusión, ese tono y su expresión mostraban irritación.
Para izuku no se trataba sobre él, casi desde siempre supo que la historia de las demás personas, el jamás aparecería como un personaje importante. Él siempre pensó que solo era un agregado y nada más. Y a día de hoy el sigue pensando de manera igual.
[Últimamente, he tenido el mismo sueño.]
Una mano en medio de la oscuridad la cual sostiene las alas caídas de una mariposa.
―Muy a menudo me pregunto si esto que estoy viviendo ahora no es mas que el mismo sueño. Día con día se siente mas real, sin embargo…― el exhala. ―…y sin embargo al final siempre despiertas y eres solo tu. ¿No es así como siempre funciona? Todo humano tiene un papel en la vida. Solo se que no se dan cuenta de cual es y así me pregunto día tras día la misma basura… ¿Quién eres?― engullido en su propio pensar, su expresión se encuentra vagando en un sentimiento ambiguo.
Todas sus extremidades cercenadas sin poder sentir tan solo un gramo de su ser.
―Un chico amable.― expresa el hombre de mediana edad quien al paso del viento termina por sacudir su bata de color blanco mientras el gafete de su pecho cae al suelo. ―¿Eh?― izuku mira extrañado al hombre quien se inclina hacia delante a la vez que su mano se estira por ese gafete. ―Las personas usualmente se mienten a si mismas y es de esta forma que les permite el conocer la habilidad de mentir a los otros. Es como ellos prueban consigo mismo una de esos miles de mentiras y con ello llegan a preguntarse a si mismos, "¿Y si usara esta mentira para alguien que no fuera yo?" al momento de que salen de esa casilla, al momento de que olvidan que el mundo no es solo de ellos, todo se envuelve en caos.― el tomaría el gafete y lo colocaría en su lugar mientras colocaba su espalda erguida hasta recargarla en la banca.
―Tu no te quieres mentir.― izuku sintió una pequeña punzada en su pecho. ―Pero tampoco sabes como decirte la verdad. Despues de todo solo eres un chico que apenas conoce el mundo, apenas estas empezando a conocer la verdadera naturaleza de este. Cosas como pensar que significa ser uno mismo deberías dejárselas a un viejo como yo, a personas que ya hemos recorrido un camino sin si quiera pensar en ello.― el conectaría su mirada con el joven pecoso.
―¿Ingrato? Pensar que es mejor que tu padre jamás despierte no te hace mala persona, solo amplifica tu moralidad. No digo que sea correcto desear el mal a las demás personas, pero… ¿Qué define la maldad y bondad en verdad? Seria como pedirle a un niño que defina la diferencia entre un número y unas letras, por supuesto no lo sabría. Y aunque suene ridículo, tampoco lo podría describir con mucha fe un adulto. Simplemente diría que las letras forman palabras las cuales te permiten comunicarte y los números te sirven para, ¿Qué? ¿Resolver problemas? No, eso ya lo hacen las palabras, pero tampoco es algo que los números no puedan hacer.― ahora veía lo que ocurría.
[Tu… ¿Quiere consolarme?]
Con descaro cuestionaría a lo cual el hombre reiría fuertemente. ―¿Consolar a alguien que sabe que clase de persona es? No lo creo. Eres muy listo como para que alguien te extienda la mano y te diga que está bien, no es tu culpa. Tu eres consciente de tus errores y por eso tratas de reponerlos. Durante estos últimos años eh visto como te has desarrollado y como las personas a tu alrededor te apuntan. Yo no sería buena persona al dejar que todo esto pasara sin más, pero sería aún peor si tratara de cambiar el hecho de lo que hiciste.― los dedos de izuku se contrajeron. ―¿Entonces es justo que yo pague todos los platos rotos?― pregunto casi como un refunfuño.
―Eso dependerá de ti.― respondió sin pelos en la lengua. Entonces el hombre de mediana, casi tercera edad se pondría de pie dejando que el viento sacudiera su bata. ―Midoriya Izuku, tú eres un buen chico que solamente tuvo mala suerte. Así que has que todo lo que esa mala suerte te hizo, te devuelva la felicidad que tanto quieres o mas bien esa paz que se te fue arrebatada.― con estas ultimas palabras, el hombre metería sus manos en su bata y empezaría a caminar lejos del chico quien aun con el ceño fruncido, suspiraría.
Dando una ultima vista, el gafete que se sacudia junto a su bata dejaría ver un nombre.
…‖Dr. Murata‖…
Izuku relajaría su ceño al darse cuenta de que no serviría de nada enojarse por algo que el ya sabia de antemano, pero al igual que con su ropa… el solo quería ignorar este hecho.
Entonces, al respirar profundamente, el cerraría sus ojos.
[Puedo ver, puedo ver… puedo ver todo lo que ocurre en el mundo.
Su primer traslado a una nueva escuela fue el primero en su mente tras despertar. Por alguna razón, aun se esmero en si mismo con esa mente tan fraccionada.
Pero en su mente solo había una cosa que retumbaba una y otra vez.
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[Si yo lo quisiera, podría acabar con este mundo ahora mismo.]
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Nunca supo por que pensaba eso, nunca supo porque esas palabras siempre estaban ahí cuando menos lo pensaba, incluso cuando ingreso a su nueva escuela.
…
―Bien, Midoriya, ¿Por qué no te sientas en ese lugar de allá atrás?― comento el profesor en clase dando la bienvenida al nuevo integrante. ―Pero aquí hay dos asientos libres.― menciono el joven pecoso mientras yacía de pie al lado de un escritorio en medio de la case. ―¡Oh! Disculpa, tu nuevo escritorio es el que tienes justo de frente…― respondió el mismo profesor, pero con un tono diferente.
Despues de esto, los niños de todo el salón solo veían al nuevo niño con ojos de desinterés mientras que otros tenían otro tipo de expresiones maliciosas. Pero sin darle importancia, el chico de apenas 9 años tomaría asiento dejando sus cosas de lado, todo esto mientras una niña a su lado lo veía curiosamente. ―H-hola…― saludo el chico pecoso mientras empujaba su silla dentro del escritorio junto con sus pies.
La niña nunca devolvió el saludo.
…
Las horas transcurrirían rápidamente hasta llegar al almuerzo donde el profesor se encontraría en la sala de profesores entrando por la puerta hasta toparte con uno de sus compañeros quienes lo vieron decaído. ―¿Por qué esa cara tan larga Sr. Sasaki? luce realmente perplejo.― comento un profesor de corbata lineal y cara delgada. ―Oh… solo estaba divagando…― respondió secamente cuando tomo asiento dejando escapar un suspiro. ―¿Saben quién está en mi clase?― cuando esta pregunta se alzó, la sala entera solo guardo silencio mirándose entre lapsos de tiempo.
Ellos sabían quien estaba en su escuela.
[Una vida simplona.]
Aferrado a un idealismo de salir adelante, fue de este modo que el pequeño niño que no entendí el entorno en el que estaba desarrollándose lo terminaría retorciendo de la peor manera.
[Una vida sin sentido.]
―¡¡Saaaaaalta! ¡¡Saaaaaalta!!― apenas el se dio cuenta, el pequeño chico pecoso estaba de pie en la orilla donde el vidrio se arrastra para cerrar la ventana. ―Ya, solo salta.― exclamo un chico de gorra con manos dentro de sus bolsillos. ―¡Oh! ¡Vamos! ¡Tú no eres un cobarde!― secundo un chico sentado atrás suya. ―Alguien como tu que no puede hacer esto, solo es un asesino común y corriente.― al momento de escuchar asesino, los hombros del oji esmeralda se encogieron.
[Una vez más… mis sentidos se ahogaron en mi desesperación, en mi frustración.]
Años habían ocurrido desde aquel incidente, pero los fantasmas de sus pasados se volvieron cadenas de acciones en forma de culpa la cual lo perseguiría durante toda su vida. ―Oye… ¿Ese no es el chico que mato a sus compañeros?― pregunto una niña de pecas y lentes al fondo del salón de clases. ―Wow, y pensar que estaría aquí.― comenzaron los murmuros por todo el salón de clases.
Poco a poco los comentarios y palabras dañinas entraron en izuku, un pequeño niño de nueve años que durante casi cinco estuvo sufriendo de este tipo de cosas y cuando pensó que él ya se había acostumbrado… no fue así.
[Yo se que tengo la culpa.]
Gotas de sudor caían por su cara, claro, no eran por el miedo o nervios de caer y lastimarse, la realidad era que el pensaba que, si se tiraba por esa ventana seria suficiente para zanjar sus errores, errores que a la vez cometió y no cometió.
[Ya tuve suficiente de esto.]
Por fuera parecía un chico sencillo, pero en su cabeza abundaban cosas mas complicadas que pensar en tonterías como los chicos de su edad. La culpa que él tenía fue el núcleo que desarrollo toda esta rama de dramas dentro suya.
Él había carecido de el instinto de autoconservación hace mucho.
[Aunque sonriera las personas no dejaban de apuntarme con el dedo, ni si quiera, aunque fuera amable dejaría de ser la escoria de todos. Despues de todo… solo soy eso, ¿No?]
―…¿lo que quieres es que alguien salte?― pregunto izuku mientras les daba la espalda a todos. Fue esta pregunta la cual llamo la atención por completo del aula de niños de primaria. Entonces en un segundo, con el rabillo de su mirada el giraría 180° grados conectando su mirada con el chico principal del grupo de niños.
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[¿O es acaso que quieres que el que salte sea yo?]
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Los gritos y todo lo demás perdió importancia para izuku. Sus ojos en blanco se tornaron y solamente dio un paso hacia el vacío. El profesor que apenas entraba al salón de clases se encontró con la escena en proceso. Y mientras que el chico caía al vacío, pudo ver como nadie hizo nada más que gritar.
Nadie se movió por ayudarlo.
[Aquel día por suerte caí en un arbusto evitando un daño grave, pero aun así hubo muchos problemas despues de eso.]
―Señora Midoriya, sabe que nuestra escuela ha hecho un esfuerzo enorme por aceptar a su hijo debido a su situación tan… Ya lo sabe.― frente al director de la escuela, rodeada de maestros, la mujer sentada en una de las sillas al frente del escritorio junto a su hijo quien tiene vendas y algunas gasas en su rostro por la caída. ―Yo lo se…― respondió pasivamente. Por parte del director solo pudo suspirar mirando a sus compañeros de trabajo.
―Usted sabe que es su primer día y además él…― el hombre se detuvo a medias mientras miraba a otro lado. ―Los compañeros de su salón no hablan muy bien de él. Dicen que ellos trataron de detenerlo, pero el simplemente quiso arrojarse por la ventada sin importarle nada.― entonces el director apunto su mirada hacia el profesor quien sorpresivamente dio un paso hacia delante.
…‖Yo trate de detenerlo‖…
Justo al escuchar eso, izuku sintió un gran dolor en su cabeza. Todo para él comenzo a dar vueltas, el estaba completamente mareado mientras su cuerpo no dejaba de temblar y sus manos no dejaban esa sensación eléctrica recorrer sus dedos. El termino por llevar su mirada hacia las piernas de su madre donde se encontró las manos de la misma en sus muslos apretando su falda con una expresión de impotencia.
[Yo pude sentir algo negro desbordándose y derramándose fuera de mí, cuando empecé a mirara a todos a través de este mundo vacío solo pudo… sentir asco.]
…‖¿Recuerdas de lo que hablamos antes?‖…
Una madre de espaldas no es buen augurio. ―Creo que si nos volveremos a mudar despues de todo.― expreso la decaída mujer frente al lava trastes mientras su hijo se encontraba de pie al lado de la mesa del comedor. ―¿No te gusta vivir en una escoria de lugar como este? Lo hemos discutido tu padre y yo mucho antes de llegar a esta conclusión. A mi no me importa, por que se que si nos quedamos probablemente solo serás…― ellas se detuvieron y simplemente cerro la llave de agua.
[Está bien mamá…]
―¡Pero…!― izuku trato de hablar, pero un plato roto detuvo su habla.
[Yo se lo que quieres decir.]
―Izuku… ya se tomó la decisión.― la voz se sintió mas quebrada al expresar esto. ―N-no, y-yo… puedo hacerlo mejor.― izuku cerro sus puños algo frustrado. ―Vamos a empezar de nuevo, en un lugar diferente, muy lejos de aquí.― ella estaba sangrando de su mano.
[Un amargado y solitario… eso, ¿Es lo que querias decir de tu propio hijo verdad?]
Justo despues de esa charla, la joven mujer enfermo.
[¿Qué se supone que debo sentir en este momento?]
Una vez más, frente a un nuevo salón de clases con nuevos compañeros.
[Estoy vacío.]
Un nuevo lugar, nuevas personas.
―¿Hijo… aun deseas ser un héroe?― la misma mujer que tiende su mano sobre la cabeza del pequeño sentado en una silla frente a su madre en aquel hospital. ―Yo…― sin fuerzas ni la determinación suficiente para responder, el solamente se queda callado. Por parte de su madre ella solamente baja su mano hasta la nuca de su hijo y lo acerca a su pecho formando un abrazo.
…‖Quiero decirte algo‖…
[La puesta de sol de ese día era mas roja que de costumbre.]
Mirando sus propias manos, él podía ver una luz mágica que podría hacer realidad cualquier deseo, pero solo una vez.
[Si yo lo quisiera…]
Una magia tan poderosa que viene de la palma de sus manos.
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[Podría acabar con este mundo.]
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La madre murió.
…
*¡AAAAHHHHHGHGGGG!*
Lleno de lagrimas y gritando con todas sus fuerzas el corre, corre y no deja de correr. Corre tan rápido que todo el mundo que deja atrás suyo se borra dejándolo en un espacio en blanco. Corre tan rápido que sus mismas extremidades, que su mismo rostro se deteriora hasta el punto de comenzar a desvanecerse en ese mundo en blanco.
Y al abrir sus ojos una vez más…
De rodillas frente al hombre de gran estatura, pero de poca masa muscular, casi nula al punto de que parece un esqueleto con trozos de piel pegadas al hueso. El cabello rubio sacudiéndose con la fuerza del viento.
…‖Una semana tras los eventos del villano‖…
―Midoriya Izuku.― llamo el hombre al chico.
…‖A las afueras del hospital donde su padre residía‖…
El reacciono y al ocaso del día, su encuentro llego. Y esta vez no fue el destino, esta vez… fue la decisión de una persona la que determinaría todo.
*¿Aun quieres ser un héroe?*
[Yo…]
Sus miradas se conectaron.
[Yo aun quiero ser un héroe.]
Un humo emergió de los hombros del tipo y entonces una nube pequeña se formó alrededor suyo hasta que segundos despues, el viento termino por revelar una gran figura detrás de este humo, una quien extendió su mano hacia el chico delante suya.
[Pero yo sé que…]
Por un segundo el pudo sentir una gran emoción, pero, todo se esfumo en un segundo.
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[Un héroe no puedo ser.]
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…
Capítulo 4.
…
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[Una fracción de luz siempre vivirá dentro de la oscuridad y eso es lo que aquel hombre vio en el chico delante suya. Midoriya Izuku y Toshinori Yagi estrecharan sus manos.]
Proximo capitulo: Yo no puedo ser un héroe: II