Pov: tercera persona
En un sendero oscuro rodeado de árboles de bambú, se podía ver a un grupo de unas cincuenta personas moviéndose en perfecta sincronía. A pesar de su número, no hacían ningún ruido, fundiéndose con la noche con una destreza impresionante.
Al frente de todos, se encontraba Hayato, el shogun del Reino de Tenjin, y uno de los pocos Despertados de cinco estrellas del reino. Hayato era un hombre de mediana edad, alto y musculoso, con una presencia imponente.
Sus ojos eran agudos y penetrantes, y su cabello negro estaba recogido en una coleta alta, como era costumbre entre los guerreros de su rango.
Su armadura, aunque ligera para facilitar el movimiento, mostraba las insignias del rango más alto del ejército de Tenjin. Era un líder nato, conocido por su estrategia y valentía, y ahora se preparaba para una misión que podría determinar su futuro y el del reino.
Mientras corrían adelante, su mano derecha y persona de confianza, un hombre llamado Kuro, le susurró en un tono apenas audible:
"Shogun, ¿está seguro de que la información que dio ese mercenario es correcta? Si es falsa, entraremos en un conflicto innecesario con el templo y podría costarle su autoridad."
"Sé eso, pero está respaldado por el Lord Ryota, y sé que él nunca haría un negocio con pérdidas. Además, si la información es correcta, vale la pena. Solidificaría mi posición. Por eso, en caso de que sea una trampa, estamos preparados para no dejar evidencia," respondió Hayato con determinación.
El shogun miró de reojo al mercenario que les seguía sin decir una palabra. El hombre tenía el cabello negro común en este reino, pero sus extraños ojos rojos le parecían inquietantes.
Mientras avanzaban, se dirigían a una parte solitaria de la capital, donde la vegetación era densa y los edificios escaseaban. Su destino era un templo del dios Reijin, la deidad principal de la nación.
Este dios había demostrado su existencia en el pasado, lo que causó que la nación, que una vez había tenido un rey con poder absoluto, se fuera degradando con el tiempo, sumida en una guerra fría entre la política y la religión. Aunque en tiempos de guerra deberían estar unidos, esto no parecía ser el caso.
Incluso su posición como comandante supremo de la próxima incursión a la grieta parecía inestable debido a que el templo estaba apoyando a otros candidatos, y gracias a esto, se ha retrasado y puesto en duda su posición, algo que lo ha molestado en los últimos tiempos y debido a la información dada por el mercenario no dudó en arriesgarse ya que es una buena oportunidad.
Al llegar al templo, avanzaron en silencio y acabaron con todo lo que se interponía en su camino. Solo encontraron algunos monjes y ciudadanos normales, a quienes incapacitaron rápidamente. Cuando todo quedó en silencio, las miradas se dirigieron al mercenario con dudas. Este, calmadamente, habló:
"Calma, esto no es todo. Esperen un momento," dijo mientras se acercaba a la parte trasera del altar. Moviendo algunas cosas, reveló unas escaleras que llevaban a lo que parecía ser unas catacumbas.
Aunque aún dudosos, el shogun y sus subordinados siguieron al mercenario, quien tomó la iniciativa y los guió. Al bajar, se encontraron con una red de túneles demasiado grandes y complejas incluso para unas catacumbas. A medida que avanzaban, comenzaban a creer en la información.
Durante la caminata, se escuchaban algunos ruidos extraños, como quejas de personas moribundas, y pronto aparecieron figuras caminando entre las sombras. Un vistazo más cercano reveló que no eran humanos, sino cadáveres andantes.
Los soldados no entraron en pánico y los neutralizaron fácilmente, pero mientras más profundo iban, más aparecían y más fuertes se volvían. Los soldados estaban teniendo problemas, pero todos eran élites y se las arreglaron para abrir camino sin ninguna muerte.
Finalmente, llegaron a un lugar amplio donde se encontraba una habitación con runas escritas y varios círculos mágicos complicados que parecían resonar entre sí. En la habitación, muchas figuras con túnicas negras dificultaban su reconocimiento.
Al ver a los intrusos, como si los esperaran, comenzaron a cantar un hechizo que se completó en el momento de la interrupción. En ese instante, cadenas oscuras se propagaron del suelo, sujetando a todos los soldados y dejándolos inmóviles. Una figura con túnica, que parecía ser la líder, habló:
"No sé cómo usted, Shogun, se enteró de este lugar, pero no saldrán de aquí con vida. No esperaba que un sacrificio de alta calidad caminara así hasta mí," dijo la figura, que al parecer era una mujer.
"¿Por qué hacen esto? No solo están traicionando al país, sino también a la humanidad," dijo el shogun, indignado al reconocer la voz.
"¿Por qué? Obviamente para sobrevivir. Ese dios al que veneramos nunca nos ha respondido después de tantas plegarias. Obviamente nos ha abandonado. No podemos derrotar a lo que está por venir, solo queremos sobrevivir," respondió la voz en la túnica secamente.
" sumo Sacerdote , ¿de verdad crees que haciendo esto vas a sobrevivir? ¿Crees que este es el camino? Te dejaste engañar por esos demonios," dijo el shogun con furia contenida.
"¡Cállate! No viste lo que yo vi. Más allá de esa grieta, hay muchos monstruos y demonios mucho más fuertes que incluso tú no puedes detener.
Mira, incluso nosotros, con solo un poco de su tecnología mágica, pudimos crear un hechizo que te sometió, siendo uno de los más fuertes de nuestra nación. ¿Qué puedes hacer contra ellos? No quiero morir," respondió la figura con miedo en su rostro, como si recordara haber visto algo horrible.
Al escuchar estas palabras, el shogun apretó los dientes al punto que se escuchaba el crujido. Las venas en su cuerpo estaban a punto de explotar por la fuerza que ejercía para liberarse de las cadenas, pero no servía de nada.
"¿Ves? No puedes hacer nada... Ahora que es posible que nuestra ubicación se haya filtrado, tendremos que iniciar el ritual antes de tiempo, pero ahora tenemos suficientes sacrificios," dijo la figura, ordenando a los otros encapuchados que comenzaran a cantar nuevamente mientras algunos caminaban hacia una puerta al fondo de la habitación.
"Estos idiotas fueron atrapados por hechizos tan tonto."
En ese momento, se escuchó un murmullo lento cuya ubicación no podían identificar. Pero si se miraba más de cerca, el joven de cabello negro y ojos rojos era el origen, y luego de decir eso, comenzó a murmurar un cántico extraño que apenas algunos encapuchados pudieron entender, pero que era más complicado que lo que sabían.
Aun sin entender el origen del murmullo, de repente, las cadenas que sostenían al shogun y al resto se rompieron como si fueran de cristal. Ambos lados quedaron desconcertados por un momento, pero sin desaprovechar la oportunidad, el shogun inició una batalla con los sacerdotes que estaban lanzando magia y hechizos desconocidos, impregnados en una energía extraña que el shogun y sus subordinados jamás habían visto.