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Adiestramiento

Shi y Song han estado unos días raras, pero ya se les ha pasado. O lo han escondido en lo más profundo de su alma. No hablan de Bang Rui, no quieren saber nada. Ahora mismo estoy penetrando a Shi por detrás, agarrándola de los tobillos y con sus manos en el suelo.

Song ha dicho que parecía una carretilla. Animado por ella y por las quejas de Shi, he empezado a dar vueltas, forzándola a camina por las manos. Song se ríe, incluso le ha puesto flores en la espalda. Shi se queja. Sus senos no paran de moverse. Los de Song serían un espectáculo, pero por ahora su pierna me impide hacerlo. Además de que no creo que sea fácil convencerla.

–Deja de ser… aaaah ¡Estate quieto! Aaaaahh ¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHH!

Otro orgasmo. Finalmente se rinde y se deja caer. Ahora son sus codos los que están en suelo, y su cabeza sobre sus brazos.

–Oh, la carretilla se ha roto– se burla Song.

–Está me las pagarás. Los doooossss…– amenaza Shi.

Pero sus amenazas no resultan convincentes cuando detrás vienen gemidos y orgasmos. Se queda tumbada sobre la hierba. Song se agacha para reírse de ella. La penetro por sorpresa.

–¿Ya estás cansada? Sabes, como carretilla… ¡¡Aaaaah!! Kong… ¡Noooo! ¡AAAAAHHh!

–Ya estabas mojada. ¿Te has puesto así de vernos antes?– la provoco.

Ella se muerde los labios sin decir nada. Shi se gira, dejando que su amiga apoye su cabeza sobre su pecho. Algo le dice al oído. Creo que nunca lo sabré. Song quiere protestar, pero solo consigue gemir. El tiempo es limitado y tenemos que darnos prisa. Bueno, es una excusa para darle un poco más fuerte. Como castigo por burlarse de Shi. En realidad, no parece un castigo para ella.

Creo que ha mordido a Shi. Intento no reírme. Aumento la velocidad y el qi hasta que se desploma. 

–Me vengaré de los dos– amenaza cuando se calma.

–¿Te parece poco esto?– se queja Shi, señalando marcas de dientes alrededor de su pecho.

Song se ríe. Shi se mueve de pronto y se abalanza sobre ella. Creo que ha usado "Danza de la garza" de un modo extraño. La muerde el pecho. Las dos se ríen. Yo me acercó como para separarlas. Les muerdo también sus pechos, que estaba tocándose. Se quejan y me miran amenazantes. Dan miedo. Se abalanzan sobre mí y me muerden un rato. Estoy lleno de marcas. Luego se ríen y se alzan triunfantes. Me besan dulcemente antes de irse.

Me quedo mirándolas mientras llevo la madera. Están tumbadas, descansando, hablando, riendo. Y desnudas. Lo peor es que pueden estar tramando algo. Ya me enteraré si es así. Ya lo sufriré. Entregada la madera voy hacia el río. Tengo tiempo y no puedo retrasarlo más.

Invoco a Bang Rui directamente dentro del río. En todos estás días apenas se ha movido o hecho nada. Está sucia. Agarro su cuerpo desnudo.

–¡Suéltame!

Hundo su cabeza mientas restriego su pelo. Se ven burbujas en el agua. La levanto y le dejo recuperar el aliento.

–¡Déjame! ¡No me toques!

–Estás sucia. Aguanta la respiración. Y calla.

Le vuelvo a hundir la cabeza. Intenta soltarse, pero no puede. Cuando la dejo salir, tose.

–El pelo está mejor. Ahora el resto del cuerpo.

La acerco y restriego su pecho.

–¡Puedo hacerlo yo!– protesta alarmada. Resistiéndose –¡Aauh!

Aplico qi en su pecho. Le causa un dolor intenso, pero breve. Es un aviso.

–Te he dicho que callaras. Ahora estate quiera.

Se queda quieta, asustada, apretando los labios. Intenta resistirse y mantener sus brazos inmóviles. Cede cuando recibe dolor. Aún recuerda el otro día.

–¡No, ahí no!– intenta resistirse cuando le restriega su entrepierna.

La penetro bruscamente con un dedo, al mismo tiempo que la agarro de la muñeca, asegurándome que sienta un agudo dolor.

–He dicho que te estés quieta y callada– repito pausada y amenazadoramente.

Ella obedece. Rígida. He estado leyendo las recomendaciones del cuaderno para "adiestrar" a esclavos rebeldes. Me preocupa en gran parte que el vínculo con ella es diferente y débil. Se puede reforzar con miedo, pero es un vínculo peligroso. Incluso puede desaparecer. Así que voy a intentar otra opción. Será un experimento. Si falla, no creo que me afecte mucho su muerte.

Me muevo dentro de ella con el dedo. Ratifico así mi autoridad completa sobre su cuerpo. Está rígida. Casi no se atreve a respirar. Voy más allá. Lo saco de su vagina y lo fuerzo en su ano. Ella se tensa aún más y lanza un grito de dolor, que ahoga apretando los dientes.

La saco del agua. Los dos estamos desnudos. No le he dejado ropa en la Residencia. La hago arrodillarse delante de mí y señalo mi miembro.

–Chúpalo.

Ella me mira asustada, sin saber muy bien que hacer.

–Yo… no sé… cómo…

–Ponlo en la boca. Que entre y salga como si fuera tu coño. Y usa la lengua para acariciarlo

Lo mira indecisa. No puedo mostrarme blando ni darle tiempo. La cojo del pelo y de la mandíbula, aplicando qi, haciéndole sentir algo de dolor.

–¡Abre la boca!.

Lo hace y fuerzo a que se lo trague. Muevo un par de veces mis caderas. Ella me muerde. Con fuerza. Por suerte estaba preparado. Ya había comprobado que "Armadura Interior" funciona también allí. Le hago abrir la boca, aplicando un doloroso qi a su mandíbula, y lo saco. Sin soltarla del pelo, sigo aplicándole dolor unos cuantos segundos. Sus gritos son ahogados por mi otra mano, que le tapa la boca y aplica qi.

–¿Vas a obedecer?– la amenazo, liberándola del dolor.

Ella asiente, llorando. Le aplico un instante de dolor más, como aviso y le indico que empiece. Ella se mete mi miembro en la boca, torpemente, lentamente.

–Usa la lengua.

Obedece, sin mucha pasión.

–Aprieta más fuerte con la lengua. Y más rápido con lengua y boca. Agárrate con las manos en mis piernas.

No tiene más remedio que obedecer. Se sorprende cuando mi erección aumenta, pero no puede quejarse.

–Eres bastante torpe. Cualquier esclava lo hace mejor. Tendrás que aprender. Lo vas a hacer un par de veces cada día. Respira por la nariz. Quiero que vaya más profundo, hasta la garganta.

Ella lo intenta un poco, pero no fuerza mucho. Lo hago yo, empujando un par de veces con la cadera. Luego lo saco. Ella tose.

–Vuelve otra vez, hasta el fondo.

Ella mira el miembro asustada. No lo había visto erecto tan de cerca. Acerco su cabeza, que aún tengo agarrada por el pelo.

–Empieza o lo haré yo.

Abre la boca y lo mete dentro. Va haciendo que entre cada vez más profundo. Si no, fuerzo un poco el movimiento de su cabeza.

–No olvides la lengua.

La sensación es placentera, aunque su habilidad es baja si la comparamos con una esclava. Ellas llevan tiempo forzadas a hacerlo. Dejo pasar un par de minutos. Sin decir nada. Solo aprieto el pelo si baja la velocidad.

–Voy a correrme. Trágatelo.

Ella abre un momento los ojos. Los tenía cerrados. Se detiene un segundo. Sin prestarle atención. Cojo su cabeza con ambas manos y la muevo, forzando el movimiento dentro de su boca, eyaculando en ella. La suelto y se aparta, tosiendo y escupiendo.

–He dicho que te lo tragaras. Vamos, hazlo. Saboréalo.

Le cierro la boca y fuerzo a que me mire. No la suelto hasta que traga. El vínculo se ha debilitado, así que le doy una oportunidad.

–Ponte a cuatro patas. Te voy a follar por detrás. No me hagas esperar.

Ella se da la vuelta. Y entonces intenta impulsarse y correr. Pero la agarro del tobillo. Con fuerza. Lo estaba esperando. Fuerzo el dolor a través del qi. Tiro de su pierna, arrastrándola, tumbándola boca arriba. Patalea. Me siento sobre ella y le pongo un trapo en la boca. La torturo durante un par de minutos, no dejándola mover, imbuyéndola de dolor en sus puntos de presión. El vinculo se ha fortalecido, pero sigo siendo un vínculo débil basado en el miedo. Le saco el trapo. Sus ojos me miran aterrorizados.

–¿Vas a intentar escaparte?

Ella niega con la cabeza, muy asustada.

–No te oigo.

–N…o.

–¿No qué?

–No… voy a escaparme– promete.

–Ahora te voy a follar. Más te vale ser obediente. ¿Dónde lo quieres? ¿En el culo o en el coño?

–¡En el culo no!– exclama asustada.

–No te he preguntado dónde no lo quieres. Por última vez, ¿dónde lo quieres?.

–En… en el… coño– balbucea.

–Sé más precisa. ¿Qué es lo que quieres en el coño? Vamos, no tengo todo el día.

–Me…mete tú… pene… en mi… coño.

–Bien. No era tan difícil. No estás suficientemente mojada. Mastúrbate mientras me la chupas. Avísame cuando estés mojada.

Duda un momento, pero empieza a tocarse con las manos. No es la primera vez que lo hace. Esta vez me hace una felación sin remilgos, hasta el fondo. Sabe que, si no, será peor. Imbuyo qi. Su excitación aumenta. Cuando llega el momento. Le envío varias seguidas y le provoco un orgasmo que la hace tensarse. Libero su boca y la miro.

–¿Te has corrido? ¿Tanto te ha gustado?

–No… yo…– intenta negar.

Está avergonzada y humillada No puede entender como ha sucedido. Como su masturbación la ha excitado tanto.

–Bueno, en tu primera vez también te corriste unas cuantas veces. Mira, estás bastante mojada. Podías haber avisado antes. Veo que disfrutabas.

Aparta la mirada. Está confundida, sin saber que decir o pensar. Es incapaz de entender por qué su cuerpo ha reaccionado así.

–Ya es hora. Ponte a cuatro patas. Levanta el culo.

Esta vez obedece. Cierra los ojos, se tensa y aguanta la respiración. La cojo de las caderas y la penetro. Yo empiezo a embestir sin delicadeza, pero sin ser demasiado brusco. Uso qi para mantener su excitación al límite, pero para que no llegue al orgasmo.

–Si quieres correrte, avisa. Si no, no te dejaré hacerlo

–No… quiero…

–Solo habla cuando lo quieras.

Se calla. Solo jadea. Su cuerpo se tensa en varias ocasiones, esperando el orgasmo, pero lo paro. Sobo todo su cuerpo. Tiene que entender que es mía. La sensación de dominarla, de "adiestrarla" es fuerte. Tengo que concentrarme para mantener la excitación a raya. Su piel es suave, sin cicatrices. Estoy durante unos minutos manteniéndola al borde del orgasmo. Le he dado qi para forzar su contenedor. Luego he absorbido para mí, manteniendo el nivel constante mientras la penetro.

–Voy a correrme dentro de ti. Es tu última oportunidad para pedir un orgasmo– la provoco.

Ella se muerde el labio. No dice nada. Embisto un poco más fuerte y eyaculo en su interior, asegurándome que no se corra. Me levanto, dejándola jadeando en el suelo unos segundos.

–Ahora te enviaré de vuelta. Primero levanta y bésame en los labios. Rápido.

Ella se levanta. Contra su voluntad acerca los labios y me da un beso.

–Vuelve a hacerlo, con tu lengua dentro de mi boca y buscando la mía. Hasta que yo diga basta.

Le aprieto el culo contra mí cuando se lo digo y da un respingo. Le he añadido qi. Ha estado a punto de correrse. Está al límite. Vuelve a besarme. Usa su lengua torpemente. Yo acaricio sus glúteos, con qi. Al cabo de un minuto, su lengua se ha vuelto más atrevida. Se ha intoxicado un poco con el placer. Ya no piensa. Una de sus manos está frotando su entrepierna. Espero un poco más antes de dejarle correrse. Su cuerpo se tensa y convulsiona violentamente. Luego se desploma en el suelo, jadeando.

–Vaya, si tanto querías correrte, podías haberlo dicho.

Ella me mira un momento, entrando en pánico. No entiende lo que ha pasado. Por qué lo ha hecho. Evidentemente cree que ha sido ella sola. De mi ayuda no sabe nada.

–Levántate y vuélveme a besar.

Le tiemblan las piernas. Se apoya en mí para alcanzar mis labios y besarme. No piensa claramente. Solo sabe que tiene que obedecer. De nuevo hago que esté al borde del orgasmo. No es muy difícil, está ahora mismo muy sensible. Libero sus labios.

–No puedes estar sin hacer nada. A partir de mañana quiero que des veinte vueltas al lago, corriendo. Puede verte cuando estás fuera. Luego te bañas. Limpia bien tu coño para mí. También medita para recuperar todo tu qi. Quiero que estés llena. ¿Lo has entendido? A ver repítelo.

La miro esperando su respuesta. Le cuesta, está jadeando.

–Correr aah lago. Veinte vueltas. Bañarme después. Aaah. Coño limpio paraaaah ti, Meditar. Aaah. Aaah.

–Muy bien, buena chica. Ya puedes irte.

Le palmeo la cabeza y la envío de vuelta, a su cuarto, sobre su cama de paja. Ella se queda quieta un rato. Sus manos buscan su partes más íntimas. Se toca, pero luego las separa. Se la ve confundida. Anhelando placer pero sin atreverse. Aprieta los dientes. Noto como otro vínculo se ha formado. Aún muy débil.

Por la noche vuelvo a llamarla, después de Song y Shi, que han estado jugando conmigo. Mira extrañada alrededor y a la esclava que duerme. Sentado, le ordeno que me haga otra felación y se masturbe a la vez. Obedece. Asustada. A cuatro patas. Algo excitada. En la Residencia ha estado llorando a ratos. A ratos con la mirada perdida. También ha intentado meditar un poco.

Esta vez la he follado de frente. Besándola con cierta rudeza. Masajeando su pecho. Tampoco me ha pedido el orgasmo esta vez. Cuando la he hecho besarme, se ha clavado las uñas para no tocarse. La he dejado al borde del orgasmo en su cama. Esta vez se ha masturbado, con desesperación. Ha tenido al menos dos orgasmos. Cree que no la veo en su habitación. El segundo vínculo sigue débil, pero se ha reforzado un poco.

Parece que también he conseguido evitar que la "sensación de dominio" sea la que me domine. He sentido el impulso un par de veces durante la tarde, pero estaba bajo control. Mientras sea consciente de ello, debería poder llegar a controlarlo por completo. A evitar que sea yo el controlado.