Skender miró a su abuela sorprendido. En quinientos años no la había visto y ahora de repente estaba parada frente a él. ¿De dónde había salido? ¿Dónde había estado? Era casi como si hubiera estado esperando que él viniera aquí.
—Ha pasado un tiempo —dijo ella.
Él no dijo nada al respecto.
—Debes haber superado todo ahora y despertado a tu demonio ya que estás aquí.
¿Así que ella había estado esperando a que él hiciera eso?
—¿Dónde has estado? —le preguntó.
—Hablemos mientras tomamos té —sonrió ella.
Su abuela lo llevó al mundo demoníaco, lo cual fue sorprendente. Los Defensores siempre han vivido en el mundo humano y ella siempre abogó por la importancia de ser un defensor y cumplir con sus deberes.
—¿Por qué vives aquí? —le preguntó, mirando el té que ella servía. No tenía intención de beberlo aunque no creyera que a ella le interesara envenenarlo.
—Porque es seguro.
—¿De?
—De quienquiera que vinieras a buscar información. El que mató a tus padres.
—¿Sabes quién es?
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