—¡Pérdida de tiempo! ¡Pérdida de dinero! —Roxana habló en voz alta mientras se vestía para otro turno nocturno. ¿Por qué se dejó robar? Sabía que esos adivinos eran caros, si no lo eran, usualmente eran los falsos. Entonces, si ella era la verdadera...
—¡No!
—¿Viviría una vida de confort con recursos interminables hacia la riqueza sin salir del reino donde era conocida como ladrona? —se burló—. Claro.
Roxana decidió que se centraría en encontrar el objeto correcto y una vez que lo robara, escaparía lejos del castillo y de quien fuese ese anciano.
—Quizás haya un hombre pero no es viejo —había especulado el tío Ben—. Intenta encontrar a alguien en lugar de algo. Estoy seguro de que hay muchos caballeros en el castillo.
—¿Y debo encantarlos con mi masculinidad? —había preguntado ella.
El tío Ben había reído. Roxana de alguna manera podía ver que él creía en la adivina. Ella debió haberle dicho algo en el pasado que resultó ser cierto. Necesitaba irse de este lugar pronto.
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