Saliendo afuera, me siento en la silla de madera junto a las escaleras. Después de unos minutos, Theo y Tobias salen. Theo lleva una mochila en la espalda, se sienta en los escalones y se pone un par de botas de senderismo. Tobias hace lo mismo.
—¿Entonces a dónde vamos? —pregunto. Realmente espero que no sea a hacer senderismo, el senderismo y yo no nos llevamos bien, y ni siquiera tengo zapatos, solo tacones que no me estoy poniendo.
—Lo verás cuando lleguemos, ven aquí —dice Tobias extendiendo su mano hacia mí.
—No, acabas de dejarme caer desde el segundo piso, no me voy a acercar a ti —cruzo mis brazos desafiante.
—Yo puedo llevarla —dice Theo intentando mediar en nuestra confrontación.
—No, ella puede venir conmigo —dice. Theo se encoge de hombros y Tobias extiende su mano con expectativa.
—Ahora Imogen —odio cuando dice mi nombre así, suena como si regañara a un niño.
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