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—¡Vámonos! —Lu Ming acarició a Dandan y ella voló hacia el Jade Santo.
Al ver a Lu Ming volando, Shengyu estaba aterrorizado. No dejaba de gritar y de gatear hacia adelante.
—Shengyu, ¿quién está muerto ahora? —Lu Ming se tumbó en el cuerpo de Dandan y voló sobre el Jade Santo, mirándolo fríamente desde arriba.
—Lu Ming, has matado a tantas personas de la familia Sheng. Tú también morirás —rugió Shengyu.
—Jeje, no sé cuántas veces la gente de la familia Sheng ha dicho lo mismo. Estoy cansado de escucharlo —Lu Ming sonrió débilmente, sus ojos llenos de intención de matar.
—Espera, espera. Lu Ming, te lo suplico. Te ruego que no me mates. Puedo jurar, puedo jurar un juramento de sangre de que no diré ni una palabra sobre lo que pasó hoy. Te ruego que me perdones esta vez —Al ver la intención asesina de Lu Ming, Shengyu tuvo miedo y realmente comenzó a suplicar misericordia.
—Todavía creo en los muertos —Lu Ming no se conmovió.
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