Los movimientos del hombre perro eran un torbellino de velocidad y agresión mientras corría alrededor de la arena con una intensidad que parecía casi sobrenatural. Su ya impresionante velocidad se había amplificado, y cerró la distancia entre él y Rain en un abrir y cerrar de ojos.
Con precisión implacable, el hombre perro lanzó una ráfaga de ataques súper rápidos, apuntando a la vulnerable espalda y costados de Rain. Cada golpe se ejecutaba con tal velocidad que Rain no tuvo oportunidad de reaccionar. El sonido de la tela desgarrándose llenaba el aire mientras la ropa de Rain era hecha pedazos, y su piel quedaba expuesta y herida, mostrando las dolorosas evidencias del asalto del hombre perro.
A pesar del asalto y el dolor ardiente de sus heridas, Rain mantuvo una cara de póker estoica. Su determinación y resistencia estaban completamente expuestas mientras soportaba el ataque implacable, negándose a mostrar cualquier signo de debilidad a su oponente o al público observador.
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