Después de un viaje de seis horas, Rain se encontró de nuevo en casa, aliviado de ver que nada había cambiado durante su viaje. Los alrededores familiares de su territorio le brindaron una sensación de confort y estabilidad, y estaba contento de volver con su familia y amigos, quienes lo esperaban con ansias. Fue un momento de tranquilidad y un recordatorio de las cosas que valoraba en su vida.
—Buen día, amadas esposas. ¿Me han extrañado tanto como yo a ustedes? —preguntó Rain al aterrizar frente a la casa.
—... Él hizo algo, ¿verdad? —preguntó Seara en voz baja.
—Apuesto a que sí —respondió Terra mirando a Rain con ojos llenos de sospecha.
—Chicos, me han herido el vaso del corazón —dijo Rain—. Acero es mi cuerpo, y fuego es mi sangre.
—... No puedo decir ahora, ya que él está actuando como de costumbre —Seara frunció el ceño.
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