Las olas salpicaban el costado de un majestuoso buque de guerra, pero aun así, no se detuvo en lo absoluto. Se erguía como una montaña o como un arrecife, desafiando el viento y las olas, avanzando hacia las profundidades de los Mares Exteriores.
La nave ondeaba la bandera de un cráneo escarlata y una daga. Muchos otros lo seguían, con fieros cañones, e innumerables piratas a bordo. Hasta el mayor de los grupos de comerciantes se asustaría ante esta vista.
Esta flota era la de los Tigres Escarlata, la organización que controlaba los Mares Exteriores de Dambrath. Los Tigres Escarlatas tenían lo mejor de lo mejor, con más de cien buques grandes de guerra y más de cinco mil hombres.
Con sus tantas expansiones, los Tigres Escarlata parecían haber mordido más de lo que podían masticar. Sin embargo, con Tiff y las otras élites que se unieron desde el norte, se formó una poderosa flota pirata que rivalizaba con la armada imperial.
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