Intentó mover sus manos sutilmente fuera de su agarre cuando él se inclinó más cerca de ella, para sólo sentir sus muñecas ser sujetadas en el suave colchón. Su respiración, que ya era irregular por haber estado colgada del hombro de Leonard, se volvió más intensa, sintiendo cada pequeño movimiento de la cama.
Cuando Vivian trató de apartar su pierna, él se acomodó tranquilamente entre el espacio de sus piernas.
—¿Cómo te castigaré, mi dulce Bambi? —susurró a su oído, trayendo un color de emociones a su cuerpo como si hubiera vuelto a la vida con sus meras palabras. Con los ojos muy abiertos, vio a Leonard retroceder para que él pudiera mirarla. La expresión que llevaba en la cara era, sus ojos oscuros pero rojos.
Con las cejas ligeramente arrugadas, suplicó:
—Leo, por favor...
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