Ella, que se suponía que ayudaba en la cocina, no podía evitar quedarse en el salón por temor a que el Señor Nicholas le contara lo que le había hecho a los prisioneros de Leonard. Por muy bueno que fuera su Lord, Vivian había estado preocupada de que se lo contara a Leonard, ya que tenían una buena relación entre ellos.
Hasta la hora de la noche en que estaba sirviendo la cena de Leonard, sintió que la ansiedad aumentaba, hasta que se dio cuenta de que su amo no había sacado nada ni remotamente cerca del tema que ella había estado anticipando con temor.
—¿Has comido?
Vivian, que había estado de pie no muy lejos de Leonard en el comedor, lo vio mirándola con las manos sosteniendo un cuchillo y un tenedor.
—Comeré más tarde...
—Jan —llamó al casero que también estaba en la habitación.
—Sí, amo Leonard —apareció Jan a su lado.
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