Vivian se paró en la mansión de nieve, y el evento se repitió tal como sucedió anteriormente, su cuello fue apretado y penas podía respirar. El hombre apretó su cuello, presionándolo hasta el punto en que su visión se volvió borrosa y el oxígeno comenzó a cortarse, agotando el contenido de aire en sus pulmones, no pudiendo respirar. Sus manos trataron de arañarlo, sus dedos trataron de alejarlo, pero no le quedaba más energía.
Finalmente empujándolo, ella corrió hacia la puerta. Al abrirla, entró en un bosque donde el río fluía y cuando se volvió para mirar la habitación en la que estaba, ya no estaba allí. Rodeada de árboles a su alrededor, oyó pájaros cantando con alegría. Caminando hacia el río, vio el agua clara donde los peces saltaban arriba y abajo. Su cabello se veía desordenado y por la forma en la que lucía ahora, parecía que había contraído una enfermedad incurable. Al acercarse, tocó el agua para llevársela a la cara y poder limpiarse la cara.
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