Entonces se alejó para decir: —Lo sé Bambi. Estás demasiado apretada. Llevará tiempo acostumbrarse a ello. —justo cuando las palabras pasaban por sus labios, las mejillas de Vivian volvieron a arder de nuevo. No pudo evitar reírse de su reacción pura e inmaculada.
—¡¿Por qué lo dices así?! —exclamó ella y apartó la mirada de él. Su cuello estaba desnudo para que él la besara y él aprovechó la oportunidad para besarla allí.
—Es demasiado difícil no querer burlarse de ti. —al besarle el hombro, subió y bajó el dedo por su estómago, haciéndole cosquillas en el proceso, mientras que sus risitas salían de sus labios.
—¡Ja, ja, detente, Leo!
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