Apenas logro entrar por la puerta y no puedo evitar que se me escape una risita. La mirada de Rick no tiene precio. Carl me mira con una expresión muy confusa, lo que me hace reír aún más.
—¿Está usted bien, señorita Raven? —me pregunta. Ahora estoy histérica, las emociones de la semana pasada se me desbordan de una manera poco ideal. Respiro profundamente e intento calmarme, pero se me escapan pequeñas risitas mientras le respondo.
—Estoy perfectamente bien, Carl —le digo. Me mira con extrañeza y yo suelto una risita más, y me dirijo a mi habitación antes de que Rick me alcance, con Carl siguiéndome y rascándose la cabeza. En cuanto entro, otro pájaro mensajero vuela por la ventana y deja caer otro espejo sobre mi cama. La abro y aparece la cara de Rowena, pero parece preocupada.
—¡Raven! Lo siento mucho. No quería estropear las cosas —grita y puedo ver lágrimas en sus ojos.
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