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Capítulo 2

Hambrienta, observa la manzana de oro desde su bolso. Pero recuerda la advertencia de la serpiente. "¿Qué pasaría?", piensa ella. Triste, deja la manzana atrás. La noche se acerca y la oscuridad tiñe el cielo. Las estrellas iluminan el sendero. Sus ojos llenos de lágrimas lo observan, una estrella fugaz pasa por encima. Un deseo...

Por fin llegan a un pueblo, un pueblo donde nadie los conoce ni juzga. Aún el pueblo sigue despierto y hay luz. Los padres de la niña merodeando para ver qué robar para comer. Al ser tan buenos ladrones, nadie se entera. La muchedumbre aún sigue en la calle, se nota un toque de simpatía y gentileza en las personas. Para ellos un poco de carne y pan y para la niña pan y agua.

La pobre niña desgraciada, triste por solo comer pan durante tres días seguidos, está muy delgada y a veces se desmaya mientras duerme. Sus padres ni si quiera lo saben. Sólo espera que el deseo de la estrella fugaz se cumpla. Sentada en la tierra sucia, comido su trozo de pan, que no es mucho, lentamente para que no se agote, observa el pueblo, parece que en la plaza hay música y gente bailando, hay fiestas y la gente está feliz. Unas niñas de su edad bailan felices cogidas de la mano, <<Ojalá pudiera ser como ellas>>, piensa profundamente y sin querer una lágrima cae por su rostro. Sus padres en cambio disfrutan de su cena y no se quejan, más que planeando el próximo gran robo. Al parecer está de paso el padre Circus, un gran sacerdote que todos los buenos admiran y aman. Piensan que debe de tener mucho dinero y oro, pues quieren probarlo y venderlo al mercado negro. La niña sin nombre se pone a escuchar.

_Mañana por la mañana el padre dará el sermón, así aprovecharemos a coger nuestro premio gordo -Gils, el padre de la niña se muestra embobado con la idea y muy risueño. Se cree que este robo será el mejor - Estoy seguro que este será nuestro momento.

_Sí - dice Run, la madre, entusiasmada - Estoy algo nerviosa - Gils por un instante furioso, con fuerza agarra el rostro de su mujer.

_Run, nada de nervios, hay que seguir el plan. Tienes que hacerlo bien porque si no sale nada bien, ya sabes lo que nos harán.

_Lo sé cariño, todo irá bien. Después iremos al mercado negro, y venderemos todo y seremos ricos. Pero...- ojea a la niña- ¿Qué hacemos con ella? Nos puede estorbar el plan y fastidiar lo -su padre la observa, ella hace que no los escucha pero lo sabe todo.

_Ya no será un problema - los odios de la niña se abren como bombas.

_¿Que quieres decir...?- la madre pregunta curiosa.

_Se la daremos al Negro, el sabrá venderla a buen precio.

La niña asustada mantiene la calma. Intenta no moverse pero su corazón se escucha hasta el otro lado del océano.

_¿Comó? Pero... Es nuestra...

_Tu misma lo has dicho, nos puede fastidiar el plan. Además... no podemos hacernos cargo de ella. Si algún día nos llegan a pillar, a saber lo que harán con ella. Lo mejor es que se quede con Negro.

La mujer tarda en responder, por dentro no quiere hacerlo, pero por otro lado debe hacer los que le dice su marido. Aunque no es buena madre, sigue siendo madre. La niña quiere correr y llorar pero su cuerpo no responde. Tan asustada que está no puede ni abrir la boca. Una bola de pan se le ha formado en la garganta y siente que se ahoga. Los ojos como platos, no se puede creer lo que ha escuchado. Tiene seis años, pero ha vivido más que los niños de su edad. Cierra los ojos y respira profundamente. Más de tres veces, su cuerpo se relaja, pero su temor sigue dentro. Sólo quiere llorar y llorar. Tristeza y rabia, más impotencia, porque sabe que no puede hacer nada, solo seguir a sus padres. No sabe leer, no sabe de cultura, nada. ¿Qué puede hacer allí fuera, sin ser nada, sin ser nadie?