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CAPITULO 1 – El comienzo del todo. Parte 3

Parte 3 de 4

El agradable sol que salía perezosamente aquellos helados días de invierno comenzaba a despedirse con los últimos rayos de luz. La estación invernal en Sainte-Coline hacia que los días fueran breves pero vívidos. El frio llegaba a niveles tan bajos que los dedos se ponían como escarcha. Por ello era extraño ver esa clase de días, donde la luz brillaba con fuerza y no era arrinconado por las acaparadoras nubes de invierno.

Los últimos clientes salían de "Café et sucre", el barullo era precedido por la calma y un leve tintineo de campana sonaba ante la sorpresa de Carol y Yuna que comenzaban a recoger el local. El hombre que atravesaba la puerta era de un porte distinguido. Con su abrigo de lana azulada y botonadura simple a juego con unos pantalones negros de vestir, se podía percibir que, aunque el conjunto cubriera su cuerpo por completo, tenía una fisionomía corpulenta en contrapuesto a sus delicados rasgos faciales.

Elegante, pero con paso decidido se acercó a Yuna que le miraba con pavor.

—¿Puedo ayudarle? —le preguntó Yuna al caballero cuando estuvo cerca de ella.

—¿Es la señorita Yuna Nakama? —le cuestionó él sin responderla, pero con un tono sumamente educado.

—¿Quién la busca? —le contra preguntó ella desconfiada.

Por muy atractivo e imponente que fuera ese hombre "¿dónde se creía que se había metido con esos aires de grandeza y poderío?" pensaba Yuna para sus adentros. Y sin poder evitarlo Yuna comenzó a ponerle su conocida cara de pocos amigos.

—Disculpe, creo que no me he presentado. —Reculó él al ver la reacción de ella —. Me llamo Vincent Dokovic, soy el director de la agencia de modelos Destiny, me gustaría contratarla para que trabajara con nosotros.

Un momento de tenso silencio se creó entre los dos jóvenes, como si se pudiera cortar con las tijeras el aire que había alrededor. Miles de preguntas rondaban por la cabeza de Yuna "¿cómo era posible que alguien cómo ella pudiera ser contratada para trabajar en una agencia de modelos?" "¿Cómo sabia ese hombre quién era ella?" "¿Cómo había averiguado dónde trabajaba?" y sobre todo "¿Por qué, aun sin conocerlo ni saber nada de él, si alzaba su mirada hacía esos acristalados ojos celestes-avellanados su cuerpo se estremecía abruptamente?"

—Ahora no puedo atenderle… tengo cosas que recoger... – intentó responderle Yuna evitando todo contacto visual; hasta que Carol, que estaba poniendo oídos a su conversación, la cortó.

—Ella es Yuna y está completamente disponible para ti. —Afirmó con euforia Carol cogiendo por detrás a su amiga.

—Carol… ¿qué haces? —le susurró Yuna a su amiga procurando que el completo desconocido no las escuchara.

—Si no quieres trabajar para la agencia, sabré que mi amiga es tonta. Pero no te perdonaría si desperdicias la oportunidad de hablar con un hombre como ese… ¡Por favor! ¿Acaso no tienes ojos? ¡Míralo!

Era gracioso, porque ellas desconocían las habilidades de Vincent. Y una de ellas era que podía escuchar con facilidad los sonidos a varios metros de él. Por lo que toda la conversación que ellas creían tener a buen resguardo, él lo estaba escuchando todo. Así que simplemente las miró y sonrió cortésmente.

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Unas horas antes en Brunne, la universidad referente en artes de Sainte-Coline. A la salida de uno de sus tantos históricos portones Nasai y sus compañeras se disponían a despedirse.

—¿Hoy vas a entrenar? —le preguntó Anna preocupada por su amiga.

—Un poco. —Respondió Nasai con una dulce sonrisa.

—Practicas todos los días, deberías descansar. —Le advirtió Adrianna mientras se limpiaba las gafas del vaho provocado por el cambio de temperatura.

Anna, Adrianna y Nasai eran amigas de la infancia. Desde que se conocieron las tres se volvieron inseparables. Aunque sus personalidades no podían ser más dispares, su relación era estrecha y de suma confianza.

Anna era una chica voluptuosa, de sensuales y felinas curvas. Su cabello rubio combinaba con el azul de sus ojos y aunque a veces pensaba que le sobraban algunos quilos de más, jamás se menospreciaba. Al contrario, no tenía reparo alguno en mostrar su espectacular cuerpo esculpido. Al ser una persona de naturaleza extrovertida, nunca pensaba lo que decía, metiéndola en un sinfín de problemas. Pero gracias a Adrianna, que era su "pepito grillo", evitaba que se metiera más de lo que debía en esos berenjenales.

En cambio, Adrianna era completamente diferente a su querida amiga rubia; de ojos castaños claros y pelo marrón. Su estilo era cómodo y funcional. Sus grandes gafas cubrían gran parte de su pequeño rostro en forma de corazón y sus labios carnosos siempre estaban eternamente quebradizos por el frio. Ella y Nasai eran las voces de la razón, aunque menos seria y más accesible que Nasai.

—Recuerda que eres muy delicada. —Le dijo Anna a su amiga Nasai mientras la agarraba de la mejilla como si fuera una niña.

—No estaré mucho tiempo, tranquilas. —Respondió Nasai como pudo quitándole la mano.

—Ok. Confiamos en ti. Nos vemos después. —Le gritó Adrianna mientras se llevaba a rastras a Anna que no quería separarse de Nasai mientras ésta sonreía sin poder creerse muy bien la situación.  

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Comenzaba a anochecer, las calles de Elise encendían los faroles que alumbraban cada rincón. La gente, más tranquila, buscaba un lugar en el que poder cenar. El jaleo exterior era imperceptible dentro de "Café et sucre". Solo se oían las idas y venidas de Carol limpiando la sala intentando hacer el menor ruido posible.

Los dos jóvenes estaban sentados en una esquina. Vincent con su galantería típica y Yuna escondiendo el frotar de sus manos intentando que el apuesto hombre, sentado en frente suya, no se diera cuenta de su nerviosismo. La tensión era palpable en el ambiente. "¿Por qué ese hombre la hacía sentir de esa manera?" se preguntaba la joven inquieta.

—No creo que sea la persona más apropiada para vuestra agencia. —Respondió Yuna intentando relajarse y sin entablar contacto visual.

—Reúne las cualidades que actualmente estamos buscando. —Insistió Vincent tranquila y pausadamente.

—Gracias, pero no estoy interesada.

—¿Podría al menos pensarlo? —preguntó extendiéndole su tarjeta de presentación con una mano.

El joven parecía dispuesto a cumplir con su objetivo, mas Yuna solo deseaba perderlo de vista. Un torrente de sentimientos jugaba al "tira y a floja" en su interior y no la dejaban pensar con claridad.

—Sí…claro. —Le respondió cogiendo la tarjeta para que se fuera lo antes posible.

Vincent podía sentir el descontrol dentro de ella, percibía que todavía no era el momento para aparecer en su vida. Así que se levantó de la mesa y con un distinguido gesto se reverenció caballerosamente y la sonrió. El corazón de Yuna dio un vuelco y agachó ligeramente la cabeza, mientras el joven salía de la cafetería, para que no se percatara del sonrojar de sus mejillas.

"¿Qué narices me pasa?" Se preguntaba Yuna tapándose los mofletes avergonzada y con un calor que recorría todo su cuerpo.

—¿Qué te sucede? Estás roja como un tomate… —le preguntó Carol a su compañera después de acercarse como un rayo a la mesa dónde estaba sentada Yuna —. Sé que está tremendo, pero tampoco es para que mojes las bragas, mujer. —Yuna levantó la cabeza lanzándole una mirada asesina a su amiga —. Vale, todas mojaríamos hasta un camión de bragas.

—¡Oh, Carol! ¡Siempre estás igual!

—No, ahora en serio. No puedes perder esta oportunidad. —Avisó a su amiga ahora más seria mientras la cogía de las manos.

—¿Tú crees…? — le respondió Yuna arqueando una ceja vacilante.