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Capítulo 32: Retorno a la Normalidad en Pi-Ramsés

Después de la confrontación con los vampiros salvajes, Adrian y Lysara regresaron a su hogar en Pi-Ramsés, sus mentes inquietas con la amenaza latente que esos seres representaban. La ciudad, que una vez fue un refugio de paz y discreción, ahora llevaba las cicatrices de la violencia y el miedo. Los susurros de las criaturas de la noche y los horrores que habían desatado se filtraban por las calles, creando una tensión palpable en el aire.

Lysara, siempre la más empática de los dos, sentía un peso en su corazón por los mortales que habían sido víctimas de los vampiros salvajes. Adrian, aunque también afectado, mantenía una fachada de calma y control, su mente trabajando en cómo podrían continuar su existencia sin ser descubiertos.

La casa que compartían en Pi-Ramsés, una estructura elegante y discretamente lujosa, se había convertido en un santuario para ellos. Lysara había establecido un negocio nocturno, un lugar donde los mortales podían buscar placer y escape en los brazos del vino y la música, mientras que Adrian utilizaba sus habilidades para asegurarse de que siempre tuvieran los recursos necesarios para mantener su estilo de vida.

En las noches que siguieron, Lysara se encontró a menudo mirando hacia las sombras, sus ojos buscando signos de peligro mientras trabajaba en su establecimiento. Los clientes, ajenos a la naturaleza verdadera de la propietaria, se deleitaban en la atmósfera de misterio y decadencia que el lugar ofrecía.

Adrian, por otro lado, se movía por la ciudad con una nueva cautela, sus sentidos siempre alerta a la presencia de otros de su especie. Su habilidad para moverse sin ser detectado por otros vampiros le permitía navegar por Pi-Ramsés sin llamar la atención, pero la amenaza de los vampiros salvajes había sembrado una semilla de paranoia en su mente.

Una noche, mientras Adrian caminaba por los mercados nocturnos de la ciudad, su oído captó un murmullo de conversación que le hizo detenerse. Un grupo de mortales hablaba en voz baja, sus palabras teñidas de miedo y superstición.

"Han venido demonios a la ciudad," susurró uno, sus ojos amplios y temerosos. "He oído historias de gente desaparecida, de cuerpos encontrados sin una gota de sangre en ellos."

Adrian, oculto en las sombras, escuchó con atención, su mente calculando cada posibilidad.

Lysara, mientras tanto, encontró consuelo en las conversaciones con los mortales en su negocio. Aunque no podía revelar su verdadera naturaleza, encontró una especie de camaradería en sus interacciones, una recordatorio de la humanidad que una vez poseyó.

Las noches pasaron, y Adrian y Lysara continuaron su existencia en la ciudad, siempre conscientes de la amenaza que se cernía sobre ellos. Pero con cada noche que pasaba sin incidentes, un atisbo de esperanza comenzó a crecer en sus corazones no-muertos. Tal vez, después de todo, podrían encontrar una manera de vivir en este mundo de luz y sombra, de mantener la paz precaria que habían construido.

Sin embargo, la oscuridad es siempre cambiante, y en las profundidades de la noche, nuevos desafíos y decisiones los esperaban, listos para poner a prueba la fortaleza de su existencia en el mundo de los mortales.