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Capítulo 13: El Refugio de la Oscuridad part1

Adrian, con su presencia imponente y aura de misterio, eligió un antiguo y desolado templo en las afueras de Tebas como su refugio. El templo, que una vez había sido un lugar de adoración y devoción, ahora yacía en ruinas, sus paredes desmoronadas y sus dioses olvidados. Era un lugar que los humanos evitaban, sus supersticiones y miedos manteniéndolos alejados de sus sombríos confines. Para Adrian, era un lugar de soledad y oscuridad, un lugar donde podía existir sin la necesidad de ocultar su verdadera naturaleza.

Las noches en Tebas eran un juego de sombras y secretos. Adrian, con su cabello blanco jade y piel pálida, se movía a través de las calles con una gracia y velocidad que desafiaban la comprensión humana. Sus oídos, afinados por su naturaleza vampírica, podían escuchar los susurros y conversaciones de la ciudad, las confesiones susurradas y los gritos silenciados.

Las mujeres de Tebas, con sus cuerpos sensuales y sus ojos llenos de vida, se convirtieron en su obsesión y su condena. Se encontraba a sí mismo divagando entre los burdeles y las casas de placer, buscando tanto la sangre como el contacto físico. Había aquellas a las que deseaba, sus cuerpos y almas entrelazándose en la oscuridad, y aquellas a las que consumía, su sangre saciando la sed que nunca podía ser completamente apagada.

Adrian descubrió, a través de los años y las décadas, los límites y extremos de sus poderes. Su fuerza, que le permitía romper el mármol y la piedra con facilidad, se convirtió en una herramienta y un arma, algo que usaba tanto para protegerse como para imponer su voluntad. Su velocidad, que le permitía moverse a través de la ciudad como un viento sombrío, era tanto una bendición como una maldición, permitiéndole estar en todas partes y en ninguna parte al mismo tiempo.

Y así, mientras los años se convertían en décadas y las décadas en siglos, Adrian, el primer vampiro, vivió entre los mortales, su existencia una mezcla de placer y tormento, de deseo y desesperación. Su vida era una paradoja, un ser de oscuridad moviéndose a través de un mundo de luz y sombra, siempre buscando, siempre deseando, y siempre, siempre solo.