Mientras Kieran estaba dentro del Oasis de Runas Antiguas intentando convertirse en el próximo Maestro de Runas Místico, Agatha aprovechó para hacerle a Hekaina una serie de preguntas vitales.
Aunque nunca lo había mencionado a Kieran, estas preguntas eran en parte la razón por la que Agatha se sentía algo agraviada estando en presencia de Kieran.
Que su maestro pusiese su fe en otra persona le dejaba un sabor amargo en la boca a Agatha. Le hacía sentir como si, a pesar de su talento sin precedentes en las artes místicas, no fuese suficiente a los ojos de su maestro.
Sin embargo, debido a la adoración que recibía de su maestro atento, Agatha sabía que no era nada personal.
No obstante, aún no podía evitar albergar un atisbo de resentimiento, aunque no estaba dirigido a Kieran. En cambio, estaba dirigida a su incapacidad para someter al Compendio de la Verdad Arcaica cuando lo intentó.
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