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Mientras Kaizen mataba a tres Arañas-Escorpiones con un solo golpe de su espada, rápidamente ajustó su postura de combate, sosteniendo su espada firmemente en la mano. Observaba cuidadosamente cómo se acercaban las demás Arañas-Escorpiones, prestando mucha atención a cada garra afilada y mandíbula venenosa.
Justo entonces, uno de los monstruos avanzó hacia Kaizen, sus garras relucientes en la luz del sol que se filtraba por las copas de los árboles.
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