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—H-hola, ya volví —dijo Emma, mirándolo a los ojos con el rostro ruborizado. Se veía aún más hermosa ahora que antes.
Las cejas de Klaus se arquearon de asombro y de nuevo una sonrisa de esquina de banco apareció en su rostro al verla. —¿H-ha pasado algo? ¿Qué hay de tus amigas?
—Cancelaron en el último minuto... Parece que el metro estará parado toda la noche por la nieve, y los conductores de coches privados en noches como esta no son muy fiables, así que no creen que sea buena idea que salgamos esta noche... Por cierto, ¿esa sonrisa en tu rostro es porque regresé?
—No, claro que no. Te estás haciendo ideas. Ahora, pasa. Debes tener frío estando solo con ese vestido y abrigo.
Klaus rápidamente la ayudó a quitarse el abrigo blanco y lo colgó en el perchero.
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